Hace diez días celebré la boda de unos amigos en Mungia. Al intentar regresar a Urduliz en taxi comprobé que éstos brillaban por su ausencia y llamé por teléfono a Radio Taxi Uribe Kosta. La telefonista, para mi sorpresa y con tonito de desprecio incluido, me dijo que no me enviaba un taxi a Mungia y que pidiese explicaciones a mi compañero. Yo, que estaba más solo que la una, le agradecí el servicio no prestado y su simpatía. Más tarde encontré a un chico de Sopelana (mi supuesto acompañante, según la simpática) con quien compartí un taxi que vino a buscarnos desde Bilbao y a escondidas para evitar posibles denuncias de los taxistas invisibles de Mungia.

De lo que viví esa madrugada he sacado un par de conclusiones. La primera, que es una vergüenza que no haya un solo taxi de guardia en Mungia. Ya sabemos que la noche mungiarra no es lo que era, pero con un taxi la noche de los sábados sabes que esperando lo necesario tendrás uno que te acerque a casa. Y la segunda, que al llamar a Radio Taxi Uribe Kosta tendré la mala suerte de encontrarme una telefonista demasiado listilla y un servicio ineficiente e inútil.