EN relación a Educación para la Ciudadanía se han realizado declaraciones que causan preocupación por no acercarse, ni remotamente, a la cuestión de fondo, limitándose a intereses meramente partidistas y/o particulares de ámbito español. Afortunadamente, los efectos de la educación en materias ideológicas, adoctrinamiento, manipulación y cualquier otra especie similar tiene escasa o nula repercusión en la formación final de las personas. Máxime cuando, como en nuestro caso, el tiempo de permanencia del sistema aplicado sin amplios consensos va a durar lo que dure este mandato.
En este país, Euskadi-Euskal Herria, hemos soportado, por imposición, la guerra española, con un millón de muertos y cuarenta años de dictadura franquista, que produjo miles de muertos, torturados, exiliados, perseguidos y, en general, el olvido flagrante de los derechos humanos más elementales; todo ello impulsado por militares y tramas civiles, alentadas por los habituales poderes fácticos. Estos transcendentales acontecimientos acaecidos aquí, en nuestra tierra, deben determinar, necesariamente, el modelo que procede aplicar, en el tratamiento a las víctimas de la violencia, muy especialmente, de impulso político. No procede actuar, en modo alguno, como si no hubieran existido los hechos mencionados. A este respecto, resulta sorprendente que se haya podido caer en el error de magnificar a un sector de víctimas de la violencia, afectas a la actividad de ETA, olvidándose de las otras víctimas. Es lamentable que se hayan producido estas víctimas, con independencia de las causas, por una organización privada, ETA. Pero es obvio, que es infinitamente más lamentable, reprobable y hasta repugnante que se hayan producido miles y miles de víctimas de la violencia impulsadas por el Estado. Primero por el levantamiento militar alentado, como hemos dicho, por los poderes fácticos, contra el sistema legal y democráticamente establecido. Después, por la represión brutal de la dictadura franquista. Las consecuencias fueron devastadoras para esta tierra y su ciudadanía. Pues bien, ¿dónde se realizan los homenajes, recuerdos?? ¿En dónde se instalan los monolitos, los monumentos y los mapas de las víctimas?? En general, ¿qué cuidados y atenciones se han establecido para no ofender la dignidad de tantas víctimas del régimen?... Cuestiones básicas que se están debatiendo hoy, como el euskera, la educación, la violencia, etc. estarían orientadas y superadas sin ningún problema, de no haber existido la dictadura franquista. Esa es la realidad. Nunca debió ser trastocada su trayectoria natural. Y ahora, más recientemente, después de la Constitución de 1978, ¿qué cuidados, atenciones, homenajes, monolitos, compensaciones, etc. se han tenido con las víctimas del GAL? ¿Y con las víctimas por la actuación gubernamental/judicial arbitraria, que ha producido detenciones, malos tratos/torturas, y encarcelamientos a inocentes, como ha quedado fehacientemente demostrado en el caso, más reciente, de Egunkaria? ¿Qué es esto?... ¿Cómo es posible que se esté todos los días con las víctimas de ETA, por aquí y por allá, y de todas las demás, nada? Ninguna persona con sensibilidad humana y democrática suficiente, puede estar de acuerdo con estos desequilibrios y desajustes entre víctimas de la violencia de diferente origen político. Los partidos, sindicatos y organizaciones sociales vascas, no deberían admitir este desorden en el tratamiento de las víctimas. Por otra parte, conviene recordar que de no haber existido la dictadura franquista, tampoco hubiera existido ETA. No obstante, si en la Constitución española de 1978, se hubiera introducido el derecho de autodeterminación del pueblo vasco, ETA se hubiera disuelto, entonces. Lo cual significa, que los responsables de que ETA exista, con sus consecuencias derivadas, son sus miembros y las instituciones del Estado. Las instituciones vascas y, mucho menos, la ciudadanía de aquí, tienen ninguna responsabilidad al respecto. Efectivamente, las instituciones vascas no tienen competencias para resolver/superar, para siempre, el caso ETA, con métodos democráticos. O sea, la normalización política.
Las víctimas de ETA con sensibilidad democrática y solidaria suficiente, deberían exigir a las instituciones, que tengan en cuenta a las otras víctimas, de igual o mejor modo, teniendo en cuenta su antigüedad.
Las aulas no se pueden utilizar para complacer a un sector de las víctimas de la violencia, ni tampoco para canalizar los afanes ideológicos de los gobernantes de turno. Eso es un disparate, sucio y manipulador; además, absolutamente estéril. No, no deja la menor huella en los estudiantes, salvo, tal vez, en alguno menos dotado. Si se trata de deslegitimar a la violencia, hay que distinguir dos áreas: a) La violencia de respuesta. b) La violencia común. En ambos casos, hay que considerar el factor común: el impulso natural/genético a la violencia de toda persona. En el área a) Los métodos violentos responden a la violencia que practican los Estados. -"No existe educación ni sistema alguno, que a un grupo de personas le impida recurrir a métodos violentos, si se están infringiendo derechos básicos por parte de cualquier Estado. Ésta, y no otra, es la realidad incontestable". En el área b) -"La violencia común es la mayor lacra y vergüenza de la civilización actual, que produce miles de víctimas en nuestra área, y millones en el mundo. -Al alumnado hay que suministrarle información suficiente, veraz, imparcial, equilibrada, universal (desde todos los puntos de vista), sin partidismos, ni dirigismos, ni dogmatismos. Respetando de forma exquisita, su libertad y conciencia. Ellos tienen que poder decidir libremente, con el conocimiento adquirido en las aulas y otros medios. -El profesorado que tiene que impartir la asignatura de Educación para la Ciudadanía, tiene que estar especialmente formado; muy al corriente de los avances en las Ciencias Humanas; personas equilibradas y capaces de dar buen ejemplo de convivencia. -El testimonio en la educación es un elemento fundamental, tanto en la familia como en la escuela, en los medios de comunicación de masas y en los representantes políticos. -Y después de todo, hay que recordar que lo que más va a influir y determinar el comportamiento de los y las jóvenes, va a ser su entorno más próximo, particularmente, los grupos con los que se relaciona entre iguales". (Extracto de "Despropósitos en Educación" Deia 31.01.10 - N. Gipuzkoa 1.02.10) Como consecuencia de estos criterios básicos y otros que se han ido exponiendo, no procede, en modo alguno, que las víctimas de cualquier violencia intervengan en las aulas. ¿Hay que deslegitimar un impulso natural, la violencia, o hay que suministrar información y métodos de autocontrol para dominar el impulso? Los Estados ¿Van a descartar el uso habitual de la violencia? ¿Es justo y equitativo exigir a los ciudadanos/as métodos pacíficos, mientras los Estados arremeten violentamente de forma habitual? Los Estados no deben tener derecho, de ninguna manera, al monopolio de la violencia.