Atentado contra las Torres Gemelas en Nueva York

La guerra que nadie vio venir

El mundo del 10-S era muy diferente a lo que se vivió a partir del día siguiente, con el terrorismo como nuevo enemigo

Jontxu García - Bilbao

Cierto es que el mundo del 10-S no era un mundo feliz, ni mucho menos. Lo mismo que el terrorismo tampoco nació el día siguiente, aunque muchos solo tomaron conciencia de la existencia del grupo de Al Qaeda y sus tácticas basadas en el terror como arma a escala global, después del atentado contra las Torres Gemelas y el Pentágono. Por ejemplo, tres años antes, en 1998, hubo varias explosiones casi simultáneas en las embajadas de Estados Unidos en Kenia y Tanzania que mataron a cerca de 250 personas.

A nivel económico ese 10-S podríamos definirlo en una palabra: expansión. Recordemos, por ejemplo, el boom del ladrillo que desde 1997 y que duraría hasta la crisis de 2007 que vivía el Estado español. Ese 2001 fue también el año del nacimiento de la zona euro con la entrada de Grecia en la nueva moneda de la Unión Europea, que físicamente llegó a nuestros bolsillos el 1 de enero de 2002.

La UE, que en 2001 sumaba ya 25 países, había firmado el Tratado de Niza que supuso la reforma de las instituciones europeas. Europa también asistía también a los últimos coletazos de la Guerra de los Balcanes y Slobodan Milosevic, el último presidente de la antigua Yugoslavia y el primero de Serbia, había ingresado en prisión en abril de ese año.

Mientras, en América, Estados Unidos estaba empezando a pasar página de las convulsas elecciones de noviembre de 2020 cuando el republicano George W. Bush, hijo del presidente George Bush, se impuso al demócrata Al Gore tras un bochornoso recuento de votos en Florida.

Ese 10-S, Estados Unidos estaba pendiente del último concierto que iba a dar Michael Jackson en su gira de cuatro días para celebrar su 30 aniversario como solista, pero también se hablaba del asesinato tras un atentado suicida perpetrado por Al Qaeda de Ahmad Sah Masud, el aclamado líder político y militar durante las guerras de Afganistán.

El inicio de la guerra

Pero ese mundo se desmoronó en un puñado de minutos y quedó enterrado entre los escombros de las Torres Gemelas, el Pentágono y entre los restos de un avión en Pensilvania. El 14-S, apenas tres días después, las Bolsas se desplomaron mientras Estados Unidos se preparaba para una larga guerra con la movilización de 50.000 reservistas.

Comenzaba así la guerra contra el terrorismo, una batalla que no entendía ni de países ni continentes. Todos eran objetivos. La lista de atentados en estos veinte años sería interminable, con mayor o menor magnitud, incluidos los llamados lobos solitarios que aterrorizan hoy en día cualquier calle de cualquier lugar del mundo.

El objetivo era Al Qaeda, que pasó en 2001 de ser un grupo de cientos de combatientes bajo el mando de Bin Laden a una red descentralizada que sumó a otros grupos yihadistas y a nuevos combatientes, que se vieron atraídos por su poder de destrucción. Pero sus capacidades de internacionalización se vieron limitadas por la falta de un territorio donde moverse ante el asedio de Occidente.

Musulmanes salafistas sostienen una imagen de Osama Bin Laden durante una protesta. Foto: EFE

En manos del egipcio de Ayman al-Zawahiri –atípicamente ausente ha dado pie a la especulación que pueda haber muerto o estar incapacitado– desde la muerte de Bin Laden en Paquistán en mayo de 2011, Al Qaeda se enfocó en objetivo locales de países en crisis, pero siempre mantuvo su retórica anti-occidental. Hoy, Al Qaeda cuenta con muchos más combatientes que en 2001 –hasta 40.000, según The Soufan Center– y la posibilidad de tener nuevamente un territorio donde moverse con mayor libertad como Afganistán tras la llegada de los talibanes. El Consejo de Seguridad de la ONU ya advirtió el pasado julio que el liderazgo del grupo sigue presente en ese país, y que siguen siendo “cercanos” con el nuevo régimen.

Madrid, 11 de marzo 2004

Tres días antes de las elecciones generales de 2004 en España, se produjo un atentado de corte yihadista en Madrid. Bin Laden había estado amenazando durante meses a España por su apoyo a EE.UU. en las guerras de Irak y Afganistán. Pasaban las siete y media de la mañana de ese 11-M, cuando diez bombas explotaron de manera simultánea en cuatro trenes de cercanías de Madrid. Los atentados perpetrados por islamistas provocaron 193 fallecidos y cerca de 2.000 heridos.

El Gobierno de José María Aznar atribuyó en un principio los atentados a ETA, y se resistió a reconocer la autoría del terrorismo islamista, por lo que afectaba a su política de apoyo a EE.UU. en la guerra en Irak (una decisión que tuvo una fuerte contestación política y social). La gestión de aquella crisis por parte de Aznar y de su Ejecutivo provocó muchas protestas en la calle. El PP, que tenía como candidato a Mariano Rajoy, acabó perdiendo las elecciones frente al PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero.

Imagen del atentado yihadista en Madrid. Foto: Archivo
Londres, 7 de julio de 2005

El objetivo de los yihadistas era dejar claro su mensaje: ningún aliado de Estados Unidos era invulnerable. Y al igual que sucediera en Madrid, los terroristas eligieron el transporte público y la primera hora de la mañana para poner cuatro bombas, tres en el metro y una en un autobús de Londres. Estos atentados dejaron 56 muertos y más de 700 heridos.

Kuta, 12 de noviembre de 2012

El distrito turístico Kuta, en la isla indonesia de Bali, sufrió el ataque terrorífico más mortífero de la historia de Indonesia. Esa noche del sábado un atacante suicida entró en el interior del centro nocturno Paddy’s Pub detonando una bomba ubicada en su mochila. Quince segundos después, una segunda y mucho más poderosa bomba escondida en un camioneta blanca fue detonada por otro atacante suicida en las afueras del Club Sari, localizado enfrente del Paddy’s Pub. El número de muertos final fue de 202, la mayoría de los cuales eran turistas occidentales de vacaciones. Cientos de personas sufrieron terribles quemaduras y otras lesiones.

París, 7 de enero de 2015

Entre el 7 y el 9 de enero de 2015 se produjo el atentado contra la revista Charlie Hebdó, una mujer policía y un supermercado judío, dejando en total 17 muertos. Los dos hermanos Kouachi irrumpieron en las oficinas de Charlie Hebdó, en París, donde abrieron fuego contra los empleados. Mataron a 11 personas, incluidos cinco de los caricaturistas de la revista satírica. Al día siguiente mataron a una agente de policía y una toma de rehenes en un supermercado judío terminó con la muerte del terrorista, así como de cuatro clientes.

Periodistas sostienen un cartel que dice "Soy Charlie" mientras mantienen un minuto de silencio, el 7 de enero de 2015 en la redacción de la agencia de noticias francesa Agence France Presse. Foto: AFP

Una rama de Al Qaeda en Irak, el Estado Islámico, comenzó a cobrar protagonismo en 2014, cuando estableció un califato en Irak y Siria y logró horrorizar al mundo con una campaña que incluyó videos en alta definición de ejecuciones a occidentales. Tras una expansión entre 2014 y 2015, con atentados en Occidente, como los de París en noviembre 2015, cuando una toma de rehenes, tiroteos y explosiones dejaron 130 muertos y más de 350 heridos. El silencio se apoderó de los franceses que, aterrados, fueron testigos de uno de los peores atentados en su territorio. París se convirtió en una capital militarizada, donde el miedo se apoderó de las calles.

Una sensación que la experimentaron en Niza, Colonia, Barcelona y Cambrils, Londres, Bruselas... Su poder de destrucción comenzó a bajar en 2019, con la muerte de su líder, Abu Bakr al-Baghdadi. Desde entonces, el grupo siguió la lógica de las filiales y extendió su presencia en Asia–como el atentado de agosto en el aeropuerto de Kabul con más de un centenar de fallecidos, entre ellos, 13 soldados norteamericanos– y en África.