Olatz Arrieta Ex corresponsal de EITB en Nueva York

“Profesionalmente fueron días muy duros, física y psicológicamente fue agotador”

“Estuve más de un año sin poder ver las imágenes de los choques de los aviones sin echarme a llorar”, confiesa la periodista, que cubrió los atentados en primera línea

Entrevista de Arantza Rodríguez
Fotografía de Ruben Plaza

Los hierros retorcidos que sobresalían de los escombros de las Torres Gemelas y las miradas perdidas de la gente, en estado de shock. Eso es lo que más le impactó a Olatz Arrieta, corresponsal de EITBen Bruselas y por aquel entonces en Nueva York. “Con el paso de los años unos recuerdos se borran y se recuperan otros, pero, en general, pensar en el 11-S me produce un sentimiento de desasosiego”, reconoce.

Empezó a trabajar como corresponsal de EITB en Nueva York en 2000 y justo un año después se produjeron los atentados del 11-S. ¿Cómo afrontó un acontecimiento de semejante envergadura?

— Yo tenía poca experiencia como periodista y, al ver que me enfrentaba a una noticia histórica, sentí vértigo, pero apacigüé los nervios pensando que tenía que hacer lo mismo que hacía con cualquier otra noticia: contar lo que estaba viendo y escuchando. Los atentados y las semanas posteriores fueron días muy duros profesionalmente. Físicamente y psicológicamente fue agotador. Estuve trabajando varias semanas sin descanso para ETB y para las radios de EITB y todo el rato hablando de miles de muertos, de tragedias en primera persona, del peligro de más ataques y de nuevas guerras. El espacio aéreo de EE.UU. estaba cerrado y no llegaban vuelos desde el extranjero y, por lo tanto, tampoco los refuerzos que quería mandar ETB. También fue duro trabajar en las condiciones que nos impusieron las autoridades. Los primeros días no nos dejaban acceder a ningún sitio y así era más difícil informar.

A nivel personal, ¿qué recuerdos tiene de aquella trágica jornada?

Recuerdo el miedo. Se decía que había más aviones secuestrados y que podrían estrellarse contra lugares como el puente de Brooklyn”

Olatz Arrieta

— Lo que más me viene a la cabeza, los familiares de las víctimas que esperaban en el hospital más cercano a las Torres Gemelas la llegada de los heridos que apenas llegaban, el olor y el humo que salían de las ruinas de la torres, la solidaridad de la gente de la ciudad dando de comer o beber a los servicios de rescate. También recuerdo el miedo. Se decía que había más aviones secuestrados y que podrían estrellarse contra otros lugares como el puente de Brooklyn. Miraba al cielo constantemente. Los primeros días perdí mucho peso por el ritmo de trabajo y estaba como en una nube. Hasta que pasaron muchos meses no asimilé lo que había pasado.

¿Conocía a alguna de las víctimas?

- No, pero en aquella época trabajaba desde una oficina en las inmediaciones de las Torres Gemelas y conocía a gente del barrio que se quedó en la ruina económica y también con secuelas psicológicas y físicas. Conocía a un cámara de televisión que grabó imágenes de las personas que se arrojaron de las torres en llamas y después de aquello no pudo volver a trabajar. Otra persona ha desarrollado un cáncer recientemente y le han dicho que puede estar provocado por las sustancias tóxicas que respiró en las inmediaciones de las ruinas de las torres hace 20 años. Han enfermado y han muerto cientos de personas por aquello estos últimos años. También conozco a alguien que salió de una de las torres corriendo junto a miles de personas antes de que se desplomara y esa experiencia le hizo cambiar radicalmente de vida.

¿Qué huella ha dejado a día de hoy el 11-S en Nueva York?

— Los atentados dejaron la preocupación, en muchos casos obsesión, con la seguridad y el terrorismo, tanto por parte de muchos ciudadanos como por parte de las autoridades. Ahora se hacen cosas de forma inconsciente que antes no se hacían, como observar a quien tienes alrededor en un avión o en un metro o prestar atención a una mochila tirada en un lugar público. De todas formas, creo que Nueva York no ha perdido su esencia de ciudad abierta y acogedora con el de fuera. El Memorial se ha convertido en un atractivo turístico que atrae a millones de visitantes cada año a una ciudad que, sobre todo en Manhattan, ya estaba saturada de turismo.

¿Qué opina de la toma de Afganistán por los talibanes y qué sentimientos le provocó esta noticia?

La salida de las tropas de la OTAN de Afganistán ha sido un desastre más en la guerra contra el terrorismo que inició Bush tras los atentados”

Olatz Arrieta

— Me ha producido déjà vu. Era una noticia largamente anunciada, ya había fecha de salida de las tropas de ocupación de EE.UU. y sus aliados, los talibanes llevaban años tomado poco a poco el país y Afganistán seguía igual de dividido entre tribus y etnias bajo ocupación extranjera, con un ejército afgano que ni era afgano ni era ejército y con una corrupción endémica que empeoró por las ayudas internacionales multimillonarias sin ningún tipo de control. La salida de las tropas de la OTAN ha sido un desastre más en la lista de desastres de la llamada guerra contra el terrorismo que inició Bush tras los atentados del 11-S. La situación de las niñas y las mujeres bajo el régimen talibán me produce indignación. Desgraciadamente no es el único país de esa zona del mundo donde se vulneran los derechos humanos y, en especial, los de las mujeres. Por otro lado, me parece hipócrita el interés que hay ahora con los afganos que están huyendo. Llevan ya varios años haciéndolo a la vista de la desastrosa situación y del avance de los talibanes. Hasta agosto se les cerraban las puertas en Europa y en Estados Unidos. Ahora se les abren a muchos las puertas y ya veremos cuánto dura la solidaridad. Me parece triste también que se tengan que marchar los que están más implicados y preparados para avanzar en la lucha por los derechos humanos y en la modernización del país.

¿Cree que la sociedad neoyorquina interpretará esa conquista de los talibanes como un factor de riesgo de sufrir nuevos ataques?

— La sociedad neoyorquina es mayoritariamente votante demócrata y siempre ha sido crítica con la llamada guerra contra el terrorismo que inició Bush y siguió Obama en Afganistán e Irak. Muchos piensan que las tropas estadounidenses tendrían que haber salido de Afganistán hace tiempo, después de que el ejército de EE.UU. matara a Bin Laden y a la mayoría de los dirigentes de Al Qaeda. En general no creo que haya muchos que piensen que la conquista de los talibanes no es un factor de riesgo de nuevos atentados.

La pandemia ha golpeado duramente a Nueva York. ¿Ve alguna similitud entre el 11-S y esta crisis?

— Las primeras semanas tras el 11-S mucha gente no quería ir a trabajar a las oficinas en los rascacielos y muchas empresas se marcharon de Manhattan para siempre. Además, como consecuencia del 11-S, se modificaron las normas a la hora de construir rascacielos encareciendo las construcciones. Con el covid los rascacielos de oficinas han estado medio vacíos por el miedo al contagio y el teletrabajo, y esto está teniendo ya impacto a largo plazo en el mercado inmobiliario de oficinas que durante décadas ha sido un elemento central en la arquitectura y la economía de la ciudad.