La defensa del expresidente kosovar Hashim Thaci inició ayer sus alegatos ante el Tribunal Especial para Kosovo (TEK) con el testimonio de James Rubin, exsubsecretario de Estado de EE.UU., quien dibujó a un líder sin “plena autoridad” de decisión, tampoco sobre los mandos militares, en el Ejército de Liberación de Kosovo (UCK) en la guerra.
La Corte, integrada por jueces internacionales y situada en La Haya para proteger a los testigos ante el clima de intimidación en Kosovo, escuchó el arranque de la estrategia defensiva de Thaci, acusado junto a otros tres exdirigentes del UCK de una decena de crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos durante el conflicto de 1998-1999.
El primer testigo fue Rubin, subsecretario de Estado para Asuntos Públicos y portavoz principal del Departamento de Estado entre 1997 y 2000. Explicó que Thaci ejercía “un papel político”, que “no tenía la capacidad ni el conocimiento para tomar decisiones” y que “era un reflejo del liderazgo del movimiento y no estaba al mando”, en línea con la tesis de la defensa de que los acusados no controlaban a los combatientes sobre el terreno ni tenían plena autoridad sin aval militar. Según Rubin, que presenció las conversaciones de paz entre Kosovo y Serbia y las discusiones posteriores para la desmilitarización, Thaci fue elegido presidente de la delegación kosovar que trató de negociar en Rambouillet (Francia) en 1999, pero que dependía de “una estructura de liderazgo amorfa”.
El exfuncionario relató que la entonces secretaria de Estado, Madeleine Albright, pidió a Thaci transformar el movimiento armado en fuerza política, con referencias al proceso político de Irlanda del Norte, y que Washington impulsó una fórmula de compromiso en Rambouillet: evitar una declaración explícita de independencia y dejar una “expresión de la voluntad popular” al final de un periodo interino para mantener unido al grupo de contacto.