Pekín - El presidente chino, Xi Jinping, concluyó ayer el proceso de consolidación de su poder permanente con un discurso de tono marcadamente nacionalista que protagonizó el final del plenario de la Asamblea Nacional Popular (ANP) que le encumbró a un nivel de poder que solo antes había tenido Mao Zedong.
La intervención de Xi, una novedad respecto a años anteriores, mostró el nuevo alcance de la posición central del jefe del Estado y de las Fuerzas Armadas, además de secretario general del Partido Comunista de China (PCCh). Ante casi 3.000 delegados, Xi desglosó una intervención de exaltación de China, desde sus logros históricos, con la invención de la pólvora, la imprenta, la brújula y el papel, hasta la actualidad, con los avances del país bajo el control del PCCh desde 1949.
En el discurso en el que inició su segundo mandato de cinco años, Xi proclamó que China es hoy “una gran nación cuyo orgullo está justificado” y apeló a sus 1.400 millones de habitantes a seguir haciendo historia y “crear nuevos milagros”. Además, el presidente recalcó el “liderazgo absoluto” del PCCh en la vida del país.
Xi cerró así una sesión plenaria anual marcada por la consolidación de su poder a todos los niveles sobre el país más poblado del mundo y la segunda economía global.
En las últimas dos semanas, la ANP eliminó el límite de dos mandatos para el presidente y el vicepresidente, lo que permite a Xi convertirse en líder chino prácticamente de por vida. Además, los legisladores reeligieron a Xi por unanimidad y respaldaron colocar a hombres de su núcleo más estrecho en puestos clave: desde el nuevo vicepresidente, Wang Qishan, hasta el nuevo arquitecto de la política económica, Liu He, pasando por Yang Xiaodu como máximo responsable de la lucha contra la corrupción.
Llamada a la unidad china Bajo el marco habitual de banderas rojas gigantes, el presidente lanzó también los tradicionales alegatos a favor de la unidad de las múltiples etnias que componen China (con un guiño a los tibetanos) y volvió a advertir con firmeza contra cualquier intento de proclamar la independencia de Taiwán, la isla separada del país tras el triunfo comunista en la guerra civil que terminó en 1949.
Con su discurso, Xi arrebató buena parte del protagonismo al primer ministro, la figura que tradicionalmente concentra el interés del último día del plenario con su habitual conferencia de prensa, la única que ofrece en todo el año.
En esa conferencia de prensa también en el Gran Palacio del Pueblo, el primer ministro, Li Keqiang, trató por igual asuntos domésticos e internacionales, y a pesar de su papel destacado en el régimen chino su intervención pasó a un segundo plano, con cuestiones llamativamente ausentes, sobre todo los cambios constitucionales que dan a Xi un poder ilimitado. - Efe