BIlbao - Parte de la derrota republicana en 2012 se atribuyó a la desconexión del partido conservador con el electorado hispano, con una creciente influencia electoral y que votó en un 75% por la reelección del demócrata Barack Obama. Para las presidenciales del próximo año, cuya campaña acaba de arrancar con los anuncios de los precandidatos, la formación opositora parece haber aprendido la lección. Y no solo por la presencia de Marco Rubio y Ted Cruz, dos políticos de ascendencia cubana, en la carrera, sino porque el favorito de las quinielas para encabezar la candidatura republicana, Jeb Bush, está tanteando su postulación presumiendo de “biculturalidad y bilingüismo”.
Hijo y hermano de presidentes, Bush anunció en diciembre su intención de pelear por la Casa Blanca, aunque todavía no ha lanzado su candidatura de manera oficial. Sin embargo, parece el favorito del aparato del partido -descartado ya Mitt Romney- y del sector moderado del electorado republicano. También es una de las principales bazas para atraer el voto latino -el 11,2% del electorado estadounidense-. Casado con Columba Garnica Gallo, mexicana del estado de Guanajuato a la que conoció durante una estancia en el país azteca en su juventud, habla castellano de forma fluida. No solo eso, durante dos años vivió en Venezuela y ha sido gobernador de uno de los estados hispanos por excelencia, Florida. Bush defiende, además, la aprobación de una reforma migratoria, la causa principal que motivará el voto latino en estas elecciones.
Conscientes de ello, los demócratas critican a Jeb Bush por no haber apoyado la acción ejecutiva de Obama del pasado noviembre que abrió la vía a la regularización de cinco millones de personas. Al respecto, el exgobernador de Florida ha asegurado que, con esta medida, el mandatario “hirió el esfuerzo hacia una solución de inmigración común”. El Partido Demócrata también recuerda sus críticas a la reforma sanitaria -muy popular entre los hispanos- o su oposición al salario mínimo. “Jeb Bush está completamente fuera de tono con la comunidad latina”, señaló recientemente la formación en una nota de prensa.
En caso de convertirse en el candidato republicano a la presidencia, Bush se enfrentará, seguramente, a otro apellido de peso en la política estadounidense, el de Hillary Clinton. Pero antes tendrá que enfrentarse a sus rivales dentro del partido; por el momento, Ted Cruz, Marco Rubio y Rand Paul. Entre ellos destaca Rubio, cuya carrera política lanzó precisamente el exgobernador. Del actual senador federal por Florida destaca su juventud -43 años- y, desde la derrota electoral republicana de 2012, ha sido visto como uno de los aspirantes favoritos a encabezar la candidatura conservadora a la Casa Blanca. Sin embargo, la previsible irrupción de su mentor político podría truncar sus planes. Y, en este caso, sus orígenes cubanos no le van a ayudar.
El 93% de la población afroamericana votó por la reelección de Barack Obama en 2012. Sin embargo, los analistas advierten de que el electorado latino, más que por apellidos hispanos, se guiará por programas y propuestas que les beneficien, y Rubio representa al ala conservadora del Partido Republicano, cercano incluso al Tea Party. Algunas de sus declaraciones sobre inmigración tampoco le benefician. El senador apoyó la reforma migratoria en la Cámara Alta hace dos años, pero ha sido también muy crítico con la acción ejecutiva de Obama que abre la vía a la legalización a los padres de residentes o ciudadanos estadounidenses y en su día rechazó la Dream Act, una propuesta legislativa bloqueada en el Congreso para regularizar a los estudiantes sin papeles.
De hecho, durante su discurso del pasado lunes desde la simbólica Torre de la Libertad de Miami -que para la comunidad cubanoestadounidense representa el exilio político de la isla- en el que anunció su candidatura presidencial y en el que destacó que sus padres “consiguieron lo que se conoce como el sueño americano”, varios estudiantes hispanos protestaron con pancartas que decían: “El sueño de Rubio puede ser nuestra pesadilla”.
Los padres de Rubio abandonaron Cuba en 1956 rumbo a Estados Unidos, donde su padre trabajó como camarero y su madre, como limpiadora de hotel. Rubio, nacido en Miami, se licenció en Derecho gracias a una beca y, después, en Ciencias Políticas. Su mujer, Jeanette, es de origen colombiano. Pero una encuesta reciente señalaba a Hillary Clinton como favorita entre los latinos en una eventual disputa con Rubio, con un 66% de apoyo frente al 28% del senador.
Hispano del Tea party El otro candidato con ascendencia cubana es Ted Cruz, de 44 años, más conservador todavía que Rubio y uno de los rostros del Tea Party. Jurista formado en dos de las mejores universidades del país, Princeton y Harvard, actualmente es senador por Texas. Es hijo de padre cubano -salió de la isla en 1957, antes del triunfo de la Revolución- y madre estadounidense, habla castellano, pero no hace bandera de esta identidad y, de hecho, se opone a las medidas para regularizar a los inmigrantes. Sobre Cruz, los latinos también lo tienen claro.
“El único voto latino que va a conseguir es el de él mismo”, señala Juan Andrade, presidente del Instituto del liderazgo hispano de Estados Unidos. “Cruz no cuenta con el apoyo de la comunidad latina. Es el candidato del Tea Party y no el de los latinos, de quienes está completamente alejado”, agrega. El padre de Cruz también cumplió el sueño americano, aunque en Canadá, donde nació el precandidato republicano, un dato que a Gaby Pacheco, dreamer, no le pasa desapercibido. “Él puede luchar por la Casa Blanca ya que su mamá es estadounidense, pero no hay que olvidar que nació en Canadá y su papá es latino. Ironía que un inmigrante canadiensecubano se presente y sea tan antiinmigrante”, apunta.
Cruz rechaza sin miramientos cualquier tipo de reforma migratoria que contemple un camino a la ciudadanía para los más de 11 millones de indocumentados, pero sus críticas a la Casa Blanca abarcan prácticamente toda la agenda del Ejecutivo, pero su cruzada contra la reforma sanitaria es uno de sus principales caballos de batalla. En septiembre de 2013 se hizo célebre cuando habló durante 21 horas en el atril del Senado en un ejercicio de filibusterismo parlamentario destinado a bloquear la votación de los presupuestos si no se eliminaban los fondos para la reforma sanitaria, lo que finalmente obligó al cierre parcial del Gobierno.
Al anunciar su candidatura reiteró que uno de sus principales objetivos es acabar con esta legislación, aunque también admitió, paradójicamente, que a partir de ahora tendrá cobertura médica bajo la Obamacare -como se conoce en Estados Unidos a la reforma-. Hasta ahora, Cruz tenía un seguro de alta categoría gracias al trabajo de su esposa en Goldman Sach, pero esta va a pedir una excedencia para ayudarle en la campaña, lo que obliga a la familia a buscar otro seguro.
Ambos precandidatos coinciden en su oposición a cualquier acercamiento con Cuba, alimentada por el resentimiento de sus progenitores hacia la isla que abandonaron. “Creo que es un error terrible. Cuba cumple los criterios para estar en la lista de terrorismo”, aseguró Rubio tras la decisión del Gobierno estadounidense.
Historia de Cuba Los ciudadanos de origen cubano representan el 3,5% de la población latina en Estados Unidos (1,8 millones) y, a diferencia del resto, se concentran casi exclusivamente en Florida y, más concretamente, en Miami. Su influencia política también es mayor. Y es que la historia de los cubanos en Estados Unidos tiene sus propias particularidades dentro de la heterogénea comunidad latina. Para empezar, los llegados de la isla han sido considerados históricamente como exiliados políticos y, debido a la enemistad de Estados Unidos con la isla, han tenido un acceso a la residencia que mexicanos y centroamericanos, por ejemplo, solo pueden soñar -desde 1995 rige la ley Pies secos/Pies mojados, que permite a quienes pisan tierra estadounidense quedarse legalmente en el país, mientras que se les prohíbe la entrada a los que son interceptados en el mar-.
Los puertorriqueños, la segunda población más importante en número -hay en el país 4,8 millones, un millón más que en el propio Puerto Rico- tiene también su propia historia: desde 1917, a las personas nacidas en la isla se les ha otorgado la ciudadanía de los Estados Unidos. Y aunque quienes viven en Puerto Rico no pueden votar en las elecciones presidenciales estadounidenses, sí lo pueden hacer quienes tienen su residencia en alguno de los 50 estados de Estados Unidos.
Pero los más numerosos son los ciudadanos de origen mexicano, un total de 31 millones de una población de 50 millones de latinos. También son la mayor parte de los indocumentados junto con los centroamericanos y, por tanto, los más motivados de cara a una reforma migratoria. Hillary Clinton ya ha comenzado a movilizarse para captar su voto. El Partido Republicano espera, mientras, el anuncio de Jeb Bush, “el latino honorario”, como le calificó su hijo en Twitter para burlarse del error de su progenitor al haberse inscrito como latino para votar en las elecciones de 2009.