Nueva York. Su popularidad sigue en declive y el buque insignia de su programa político está en riesgo de naufragar. El presidente Barack Obama quiso ayer recuperar el liderazgo del país ante las cámaras de televisión para salvar la reforma sanitaria. En un formato de reunión inaudito en Washington, Obama quiso debatir la reforma durante seis largas horas con los principales líderes republicanos y demócratas para llegar a un acuerdo bipartidista, pero también a la vez quiso explicar a los ciudadanos su propuesta.

Entre los estadounidenses sigue calando la idea de que el presidente está más focalizado en su reforma de la Sanidad que en la pérdida de trabajos, la máxima preocupación del país. Por ello, Obama quiso dejar claro desde el primer minuto del debate que una mejor sanidad es necesaria para mejorar la economía y enumeró las bondades de su propuesta.

El mandatario explicó que cada día recibe centenares de cartas de los ciudadanos y que cuatro de cada diez le piden la aprobación de una reforma sanitaria porque no pueden pagar sus seguros médicos o porque tienen un hijo con una enfermedad preexistente que la aseguradora no quiere cubrir. Firme, persuasivo y a veces agresivo, el presidente estadounidense evitó que se convirtiera en un teatro político. Nadie cedió en sus posiciones, pero la discusión fue distendida, responsable y sobre los principales temas de la reforma: el control del coste sanitario, la regulación de las aseguradoras, reducción del déficit y expansión de la cobertura sanitaria.

En ocasiones, la reunión parecía una clase sobre sanidad y el presidente Obama su profesor. Con la lección bien aprendida, puso sobre la mesa todos los puntos de acuerdo entre republicanos y demócratas y rebatió cada una de las críticas de los republicanos a su reforma con todo tipo de ejemplos y metáforas. Con esta estrategia, Obama quiso aprovechar las cámaras para que el público entienda la necesidad de la reforma y viera las tácticas obstruccionistas de la oposición.

Imagen muy cuidada Esta era la principal preocupación de los republicanos al inicio de la reunión: aparecer ante las cámaras como el partido del no. Por ello, midieron sus críticas y presentaron alternativas. Las dos partes cuidaron su imagen para salir reforzados del debate ante la opinión pública. Sin embargo, desde el principio de la reunión se vio la imposibilidad de llegar a un acuerdo. Los republicanos no se cansaron de pedir un borrón y cuenta nueva de la reforma y los demócratas repitieron una y otra vez que no hay tiempo para ello. El congresista republicano y ex gobernador de Tennessee Lamer Alexander fue el encargado de abrir el debate para su partido. Pidió al presidente empezar de nuevo la negociación de la reforma y recurrió a las palabras del senador Ted Kennedy para decir que nunca una legislación social importante se ha aprobado sin el acuerdo de los dos partidos.

Por otra parte, afirmó que sería "terrible" si la reforma de la Sanidad se aprueba por el procedimiento de reconciliación, un sistema que permite a los demócratas pasar gran parte de la reforma por mayoría simple (51 votos de los 59 que ya tienen) y no con los 60 votos que son necesarios para aprobar cualquier otra ley. El partido demócrata perdió la llamada supermayoría el pasado enero en las elecciones en Massachussets.

Los líderes demócratas del Congreso defendieron sus legislaciones y aseguraron que la propuesta del presidente Obama es un buen camino para llegar a la aprobación de la reforma. "Los ciudadanos no pueden esperar más", aseguró Nancy Pelosi, líder de la Cámara de Representantes, y su homólogo en el Senado, Harry Reid, explicó el porqué. Reid aseguró que el año pasado el 70% de las 750.000 familias que se declaró en bancarrota fue por facturas sanitarias y que un 80% de estas familias tenía seguro médico.

El senador demócrata también quiso aclarar que reconciliación no es la única opción de su partido para aprobar la reforma, pero también aseguró que este procedimiento se ha usado 21 veces en la historia de los Estados Unidos. "Los republicanos han aprobado a través de este método la reforma médica o el recorte de impuestos para los más ricos", sentenció el demócrata.

Los republicanos reconocieron la necesidad de aprobar una reforma sanitaria, pero criticaron el procedimiento y la forma. El senador y ex candidato presidencial republicano John McCain criticó al presidente por "negociar a puerta cerrada" la reforma. Obama ya adelantó al principio de la reunión su final. "No sé si llegaremos a un acuerdo al final del día, pero si no, podremos decir que hemos discutido nuestras ideas y que tenemos algunas honestas diferencias". Ahora el público decidirá quién fue el mejor del debate y el más convincente.