“Son caros”, “se recargan muy lentamente”, “tienen más riesgo en caso de accidente”, “pesan demasiado”... Que el coche eléctrico termine popularizándose será cuestión de tiempo y sucederá tarde o temprano, si bien es cierto que por el camino deberá ir superando muchos obstáculos en forma de prejuicios que tienen un mayor o menor fundamento. 

Es lo que sucede cuando se produce un cambio disruptivo en algún ámbito de la sociedad. Por poner un ejemplo, dentro incluso del mundo de la automoción, cuando allá por el siglo XIX comenzaron a surgir los primeros vehículos de motor, ya había voces muy importantes, como la del emperador Guillermo II de Prusia, que aseguraba que el caballo (el animal, no el ‘mecánico’) no tenía rival frente a esos artilugios llamados ‘automóviles’ a los que no dudó en considerar como “lentos, menos versátiles y que tienen que parar a repostar”. Sin embargo, en la actualidad y con más de mil millones de vehículos en circulación, se demostró que no podía estar más equivocado.

El vehículo 100% eléctrico vive ahora una situación similar. Hay que tener en cuenta que, como tal, su llegada a los mercados se ha producido básicamente en los últimos 15 años. Y el gran público, más que fijarse en sus virtudes (silencio de marcha, comodidad, respuesta ágil, ausencia de emisiones contaminantes cuando circula…), ha tenido en cuenta los defectos que otros le han contado, al no haber tenido la ocasión de conducir uno de estos modelos para sacar sus propias conclusiones. Por eso, vamos a intentar desmontar algunos de los prejuicios que siguen rodeando a estos modelos.

¿Son más peligrosos en caso de accidente?

Si tomamos como fuente los resultados publicados por un organismo como EuroNCAP (que se encarga de analizar tanto la seguridad pasiva como la activa de los nuevos vehículos que llegan al mercado), la respuesta es… que no. De hecho, en los últimos dos años, han evaluado cerca de 39 modelos 100% eléctricos; de ellos, 33 han obtenido la máxima calificación, es decir, las cinco estrellas, consiguiendo niveles de protección que se aproximan o superan el 90% tanto para pasajeros adultos como para niños, y rondando el 80% en lo relacionado con atropello a peatones y eficacia de las ayudas a la conducción que incluyen. Los seis modelos restantes se quedaron en cuatro estrellas, que es una calificación notable, sobre todo teniendo en cuenta que la obtuvieron modelos de pequeño tamaño, normalmente del segmento urbano y SUV urbano.

Test de accidentes.

Por otro lado, estaría el tema de la seguridad activa, es decir, lo relacionado con su comportamiento en carretera. Aquí las dudas pueden surgir por el hecho de que debido a la presencia de una batería que alimenta de electricidad al motor o motores eléctricos (y que, lógicamente, no llevan los de combustión), los vehículos eléctricos pesan entre 300 y 600 kg; sin embargo, esa masa va colocada en la parte inferior del coche y, en realidad contribuye a reducir el centro de gravedad y, con ello, mejorar la estabilidad.

¿Son más pesados que los vehículos tradicionales?

Podría pensarse, en un principio, que por su menor complejidad mecánica y ausencia de ciertos elementos (como el depósito de combustible, una caja de cambios, sistema de escape…) el eléctrico sería un modelo más liviano. Pero, como hemos visto en el punto anterior, hay un elemento que lo cambia todo: la presencia de una gran batería que, cuanto mayor es su tamaño y capacidad energética (así como el sistema de refrigeración que incorpora), mayor es su masa.

¿Son más pesados los vehículos eléctricos que los de combustión? Copilot

Para comprobar que, en efecto, los vehículos eléctricos son claramente más pesados que los ‘térmicos’, hemos elegido varios coches que cuentan con variantes de combustión y electrificadas para conseguir el dato exacto.

Como se puede apreciar, las diferencias en términos porcentuales oscilan entre el 14 y 32%, con incrementos en el peso que se mueven entre los 195 kg (en el caso de los Ford Puma, que son dos SUV urbanos) y los 535 kg (que es la diferencia entre los dos Peugeot 3008, que son dos SUV compactos).

Tabla comparativa de la versión de combustión y la versión eléctrica de cada modelo.

¿Resultan muy lentos de recargar?

Como sucede en cualquier tecnología, las baterías y también los puntos de recarga no dejan de evolucionar; por lo tanto, cuanto más potencia de carga admiten las baterías y más potencia son capaces de suministrar los cargadores, los tiempos se reducen. 

En estos momentos, estamos viviendo una fase con vehículos construidos con una arquitectura de 800V y que ya son capaces de soportar ciclos de carga que se aproximan a los 350 kW o 400 kW; asimismo, los cargadores están ofreciendo esas mismas cifras. 

El resultado es que se empieza a hablar de modelos que apenas necesitan 10-15 minutos para recuperar 350 km de alcance (algo que sucede en el nuevo BMW ix3, en el Porsche Taycan, en el Audi e-Tron GT o en el sorprendente Smart #5). Y esto es solo el principio, pues BYD ya habla de estaciones de carga de desarrollo propio con una potencia máxima de 1.000 kW y modelos con una nueva plataforma conocida como Super e-Plattform y arquitectura de 1.200 voltios con la que, aseguran, “se igualan los tiempos de carga de los coches eléctricos con el repostaje de los vehículos de combustión”. En concreto, serían capaces de recuperar 400 km en cinco minutos de recarga.

Eso sí, de momento esto solo sucede en modelos y cargadores muy concretos; la gran mayoría de vehículos eléctricos pueden pasar del 20 al 80% de batería en un tiempo de unos 25-30 minutos en un cargador que suministre en torno a los 100-150 kW. Y en cuanto a la carga en domicilio, en principio, por las limitaciones de la instalación de la vivienda, sí sigue siendo un proceso lento que, con una toma de tipo wall-box, necesita entre seis y diez horas.

¿Son más caros de asegurar?

La respuesta es… que sí, al menos según los datos recogidos en un informe de la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) donde, tras comparar un total de 23 pólizas de seguro a todo riesgo (con y sin franquicia) llegaron a la conclusión de que los precios en los eléctricos eran, de media, un 17% superiores.

Como argumento, la OCU consideraba que el sobreprecio estaba relacionado con que el coste de reparación de la batería en caso de un siniestro podría ser elevado (hasta 30.000 euros) por lo que, a menudo, compensa sustituirla por otra nueva (algo que tampoco es barato) en vez de arreglarla. Además, el precio de partida del propio vehículo (sin contar subvenciones y que el que utilizan como baremo las aseguradoras) también es más elevado en los eléctricos y eso repercute en lo que cuesta el seguro.

¿La batería se tiene que cambiar después de pocos años?

No, no es habitual tener que cambiar la batería de un coche eléctrico tras pocos años de uso, aunque sí es cierto que con el tiempo pierde capacidad (y, por lo tanto, autonomía). Las baterías de iones de litio, que son de las más habituales en estos momentos, se degradan por aspectos como el número y potencia de los ciclos de carga a los que se ven sometidas, las temperaturas extremas… Si hubiese que hablar de cifras, puede ser muy significativo que la gran mayoría de fabricantes ofrecen una garantía para este elemento que alcanza los ocho años o 160.000 km. 

¿Cada cuánto hay que cambiar la batería? Copilto

Por otro lado, según estudios como el que realizó Geotab, existen muchos casos de baterías que mantienen sus prestaciones más allá de los 300.000 km y duran más que el propio coche (de hecho, en ocasiones son reutilizadas para darles otro uso, por ejemplo, como power bank para alimentar una autocaravana).

En Munich, una flotilla de Jaguar I-Pace empleados como taxis recorrieron más de un cuarto de millón de kilómetros y mantenían sus baterías con entre el 95 y el 97% de su capacidad original. Para lograr que la batería aguante en las mejores condiciones durante mucho tiempo, se recomienda evitar hacer cargas habitualmente del 100% (lo recomendable es quedarse en el 80% que, además, también implica tiempos de carga mucho más rápidos, ya que ese último 20% siempre es mucho más lento), no abusar de la carga ultrarrápida y, en lo posible, tener el coche bajo techo en los meses más fríos del año para proteger la batería.

¿Se deprecian muy rápido como modelos de segunda mano?

En este aspecto, la respuesta rápida es… que sí: pierden más valor con el paso de los años que un modelo de gasolina o, incluso, que un híbrido. De hecho, según un interesante estudio llevado a cabo por GANVAM en colaboración con DAT, un coche eléctrico con apenas tres años de antigüedad, conserva una media del 53% de su valor como nuevo, frente al 66,5% que mantienen los híbridos enchufables o el 71,5% al que llegan los gasolina. 

En cuanto a las razones que justifican esa mayor depreciación se alega, por ejemplo, la rápida evolución tecnológica de este tipo de vehículos, donde no dejan de presentarse y en cortos periodos de tiempo, nuevos modelos que disponen de mayor autonomía, tiempos de recarga más rápidos… y eso perjudica a los modelos antiguos. 

Por otro lado, en los últimos años se ha apreciado que los eléctricos nuevos han ido ajustando sus precios y volviéndose más competitivos, lo cual ‘empuja’ hacia abajo también el precio de los usados. Por último, a la gente puede que le cause cierta incertidumbre cómo habrá envejecido la batería de un modelo eléctrico y, por eso, no se plantea comprarlo de segunda mano si no es por un precio muy bajo.

Depreciación de los coches a los 3 años. Canva

¿Son complicados de conducir?

En realidad… todo lo contrario, son más sencillos que un coche de combustión. Poner en marcha, acelerar, frenar… son acciones de lo más simples. Al no haber ni caja de cambios ni embrague, todo sucede de forma más sencilla, suave, silenciosa… 

Basta con dos pedales para conducirlos e, incluso, hay modelos que ofrecen la llamada función ‘one pedal’, que permite manejarlos en muchas situaciones solo con el pedal del acelerador: apretándolo para acelerar y levantando el pie para que el vehículo pierda velocidad con bastante rapidez. Quizá la frenada regenerativa (aquella que aprovecha la deceleración del coche para cargar la batería) exija un poco más de adaptación para el usuario, lo mismo que el hecho de acostumbrarse a la instantaneidad de la respuesta del acelerador en los modelos más potentes (aunque, por suerte, suelen contar con diferentes modos de conducción entre los que hay siempre uno que suaviza dicha respuesta); pero, en general, la curva de aprendizaje a los mandos de un eléctrico resulta muy corta. 

¿Pueden incendiarse en cualquier momento?

No, los coches eléctricos no pueden incendiarse “en cualquier momento” y, de hecho, los datos, estudios y estadísticas demuestran que son mucho menos propensos a incendiarse que los de combustión. Por ejemplo, en Estados Unidos existen informes donde se refleja que los vehículos de gasolina registran 1.530 incendios por cada 100.000 unidades, mientras que los eléctricos apenas llegan a 25 por cada 100.000. 

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Por otro lado, la OCU considera que el riesgo de incendio es hasta diez veces menor en los vehículos eléctricos. Lo que sucede es que, cuando se produce un incendio en estos últimos, suele resultar aparatoso y más difícil de extinguir por la química de las baterías… lo que hace que el fuego pueda reactivarse, incluso, tras ser apagado.