El cambio climático y el impacto de los combustibles fósiles, hasta ahora principal fuente de energía de los vehículos a motor, en la degradación del medio ambiente es uno de los principales factores en gran parte de la población a la hora de comprarse un coche.

También son muchas las personas que se fijan en el consumo que anuncian los fabricantes para decidirse por un modelo o marca determinada. Porque, al fin y al cabo, a menores consumos más ahorro para nuestros bolsillos al repostar en la gasolinera.

En el caso de los vehículos eléctricos también son muchos los compradores que se fijan en los kilómetros de autonomía para decantarse por uno u otro fabricante.

En ambos casos los consumidores contemplamos estupefactos cómo los consumos de combustible o los kilómetros de autonomía no son ni por asomo los que se reflejan en la documentación oficial del vehículo cuando lo compramos.

De hecho, un estudio con 20 modelos de 9 marcas del Consejo Internacional del Transporte Limpio (ICCT, por sus siglas en inglés), sostiene que el gasto medio en gasolina es un 36% superior al dato oficial resultante de las pruebas de homologación que marcan los fabricantes. Y en algunos casos se dispara hasta el 51%, con lo que el coste estimado para el conductor puede suponer varios cientos de euros al año en combustible.

Pruebas de homologación

La realidad es que los fabricantes someten a sus modelos a pruebas de homologación en laboratorios en condiciones óptimas y en modelos especialmente preparados para estas pruebas. Y que estos test distan mucho de las condiciones reales que el conductor se encuentra en una carretera o una calle de una ciudad en situaciones de tráfico real, cuando influyen poderosamente cuestiones como el desnivel de la ruta, los acelerones o los frenazos, las condiciones climatológicas como lluvia, viento, humedad o la temperatura, la densidad de tráfico, etc.

Por no hablar del nivel de desgaste que algunos elementos del coche van sufriendo e incidiendo negativamente en su consumo. También influyen cuestiones como la presión de los neumáticos, el nivel de ocupación (a más ocupantes, más peso y más consumo) y el uso del climatizador. Además, debemos tener en cuenta que a veces el mantenimiento que hacemos al coche en general y a algunos de sus elemento en particular no es correcto.

Los fabricantes se rigen desde 2021 en España por la normativa WLTP ( Procedimiento mundial armonizado de pruebas para vehículos ligeros, por sus siglas en inglés) que unifican sus datos para que puedan servir de comparación entre varios modelos.

Pero en realidad los expertos señalan que el consumo real del coche ya matriculado es aproximadamente un 20% superior al dato por cada 100 kilómetros que el fabricante refleja en su documentación oficial. Y en el caso los coches eléctricos, restarle un 20% a la cifra de autonomía en kilómetros que reseña.

Causas de un consumo excesivo

Tapón o tanque dañados. El combustible se evapora con mucha facilidad. También puede ocurrir que tengas dañado el depósito.

Problemas con la bomba de gasolina. Hará que desperdicies combustible por una mala combustión.

Pastillas de freno. Si se atascan harán un efecto de frenado permanente y un mayor gasto de gasolina. 

La presión de los neumáticos. El mal estado de los neumáticos puede incrementar el consumo del combustible en hasta un 3%.

Un conductor reposta en una gasolinera. Freepik

Los inyectores. Si están dañados puede aumentar el consumo hasta un 20%.

El catalizador. Si tiene fugas y coge aire entrará más combustible para equilibrar y aumentará el consumo.

El aceite. Si está en malas condiciones y no se cambia a tiempo respetando el calendario de mantenimiento también dispara el consumo.

El modo de conducción. El peso, la orografía, las condiciones climáticas, etc. influyen en el consumo. Y también una conducción agresiva.