SI conociste el Ibiza original, el primer SEAT genuino, puede que ya no pongas el despertador para ir a trabajar. Es lo que tiene cumplir años. Cuarenta habrán transcurrido este 27 de abril desde que el ejemplar nº1 del popular modelo asomó por la línea de montaje de la factoría de Zona Franca barcelonesa. Aquel proyecto, medio improvisado e innovador para 1984, fue un éxito comercial, además de testigo y protagonista directo de la resurrección de SEAT. Acogida entonces por el grupo Volkswagen, la marca hispana logró sobrevivir así a la quiebra a la que la había abocado el viejo régimen.

Cuarenta quizá se antojen pocos años a quien descubra hoy la imagen de aquel coche que, comparado con su descendiente actual, parece del Antiguo Testamento. En general, los automóviles soportan mal el paso del tiempo y envejecen prematuramente. Todo lo contrario que sucede, por ejemplo, con la música: hoy consideramos himnos temas de aquella misma época como Born in the USA del Boss, Thriller de Michael Jackson o Like a Virgin de Madonna (vale, también sonaban entonces obras de Bertín Osborne y los Pecos…).

En cualquier caso, no conviene enjuiciar cosas de hace cuatro décadas desde la perspectiva actual. Puesto en su contexto, aquel Ibiza era un cochazo. Con claroscuros, cómo no, pero con impecables cualidades que eclipsaban los puntos débiles. Para empezar, la propuesta de SEAT vino a ventilar un mundo del diseño que olía a rancio.

Recién abandonada por Fiat –los italianos salieron pitando en cuanto empezaron a abrir cajones y levantar alfombras–, la marca precisaba un modelo popular para el segmento donde el Fura y el Ronda no daban más de sí. Para desarrollar ese primer producto auténticamente propio, SEAT recurrió a Italdesing, el estudio de Giorgietto Giugiaro. Cuenta la leyenda que el diseñador echó mano de una declinación del proyecto que VW había desestimado para la segunda remesa del Golf.

Fue una solución más rápida y barata que partir de 0. SEAT embarcó en el proyecto al carrocero alemán Karmann y aprovechó el acuerdo que había suscrito con Porsche como proveedor tecnológico de motores de gasolina. Para los más tuercas diremos que los bloques System Porsche –se estrenaron en el Ronda, para pasar luego a Ibiza y Málaga– se caracterizaban por integrar el árbol de levas en la propia culata, con empujadores hidráulicos que no precisaban mantenimiento.

En su estreno, el Ibiza daba a elegir entre dos bloques de cuatro cilindros en línea con sistema de carburación; el de 1.2 litros remitía 63 CV a las ruedas delanteras y el 1.5 entregaba 83 CV. La primera generación, que perduró hasta 1993 con un par de renovaciones intermedias, fue incorporando paulatinamente nuevas motorizaciones –con inyección, inyección y turbo, y diésel de inyección directa– de distinta procedencia, hasta cubrir una horquilla de potencia de 40 a 109 CV.

Aquel compacto pionero marcó diferencias con la competencia en tecnología y también en diseño. Su estampa destacaba por un cierto minimalismo y por la proliferación de líneas rectas y depuradas, estilo que contrastaba con las curvaturas de moda. Esa hechura confería un aspecto imponente a un coche que no llegaba a la tonelada y medía 3,64 metros de largo; ocupaba 1,61 de ancho, 1,395 de alto y tenía 2,44 metros entre ejes.

Si sorprendió el envase, más lo hizo la arriesgada concepción de la cabina, en concreto el controvertido puesto de mandos. En vez de palancas tenía unos pulsadores insólitos para la época, montaba un volante muy criticado por su posición excesivamente horizontal y utilizaba materiales plásticos de calidad bastante mejorable. El libro de anécdotas recoge quejas de personas fumadoras por la ubicación del cenicero: al desplazar la mano del volante al cambio de marchas los dedos solían tropezar con el recipiente de las colillas.

El Ibiza primigenio se presentó en sociedad en el Mondial de l’Automobile parisino de 1984. Cuando salió a la venta costaba entre 824.000 y 1.070.000 pesetas, dependiendo de la motorización y del acabado; convertidas a la divisa hoy vigente, esas cantidades quedarían en 5.048,5 y 6.430,83 €. El del lanzamiento fue un año de crisis y reconversión industrial, con un 21,1% de paro; el salario mínimo español se fijó en 37.170 pesetas para 1985, 520.380 en anualidad completa, y la remuneración media anual ascendía a 1.405.100 pesetas.

En la actualidad, con el Salario Mínimo Interprofesional recién aprobado (14 pagas de 1.134 €), la retribución mínima sube a 15.876 €. El estudio Monitor Adecco estima la remuneración media actual en el País Vasco en unos teóricos 2.197 euros, es decir, 30.758 € al año.

Un Ibiza pagado al contado en el concesionario sale hoy por unos 18.000 euros, sin considerar posibles descuentos. Esa cantidad equivale a casi 16 mensualidades de SMI. Hace cuarenta años, adquirir el antepasado más asequible del modelo suponía destinar el equivalente a algo más de 22 sueldos mínimos de la época.