La electrificación se cierne sobre el automóvil como una amenaza o como una promesa, dependiendo de cada caso. Elegir coche equivale hoy a decidir qué tecnología vamos a disfrutar o padecer en los años venideros. De ahí la incertidumbre que afecta al mercado. Un poco a los fabricantes y mucho más al público. Entre la postura inmovilista de apostar por opciones del pasado y el riesgo de lanzarse a la piscina eléctrica sin garantía de que contenga agua, existen opciones intermedias. Una bastante sensata, eficiente y asequible pasa por el empleo de sistemas de hibridación ligera, como el que recibe el C5 Aircross. Gracias a esta modalidad de electrificación parcial, libre de cables, el SUV francés disfruta de 136 austeros y limpios caballos.

Lo mejor de esta propuesta es que funciona como las de toda la vida, garantizando una amplia autonomía y un uso igual de sencillo. Lo malo es que, si bien atenúa su huella medioambiental, funciona quemando gasolina y expele humos nocivos por su escape. Es, por tanto, una tecnología de transición, plenamente vigente mientras la electrificación plena no sea factible.

El C5 Aircross asume una solución técnica compartida con varios productos de las marcas del grupo Stellantis. Combina un propulsor tricilíndrico Pure Tech de 1,2 litros, que procura 136 CV, con un bloque eléctrico que aporta otros 29 CV. Alimenta este motor una pequeña batería de 0,43 kWh situada bajo el asiento del copiloto. Este sistema permite que el vehículo funcione puntualmente de forma eléctrica, al arrancar, en maniobras a baja velocidad y al reducir la velocidad. Además, recupera energía liberada durante la deceleración para recargar la batería. El conjunto impulsor se asocia a una moderna caja de cambios de doble embrague electrificado.

La del Hybrid 136 es una candidatura alternativa a la planteada por la Pure Tech 130. La hibridación suave aventaja al motor gasolina en facetas clave como son el consumo y las emisiones, rebajados hasta en un 15%. El fabricante afirma que esta microhibridación permite realizar la mitad de los trayectos urbanos sin intervención del motor térmico, consiguiendo así un 30% menos de consumo entre calles. Los datos de homologación mencionan un promedio de gasto de 5,7 litros y un flujo mínimo de dióxido de carbono de 129 g/km, registros que dan derecho a este C5 Aircross a lucir la pegatina Eco. Sus prestaciones son semejantes a las de la versión convencional de gasolina: 200 km/h de punta y 10 segundos para progresar de 0 a 100 km/h.

Aun no se conoce el precio del C5 Aircross Hybrid 136. Si Citroën emula a Peugeot, lo fijará unos dos mil euros por encima del de la variante gasolina Pure Tech de 130 CV. Eso supondría arrancar por debajo de los 32.000 euros.

La variante con electrificación parcial no pretende competir con la de hibridación enchufable que propone el C5 Aircross Plug-in Hybrid. Esta versión, disponible en variantes de 180 y 225 CV, supera en potencia, prestaciones y precio a la microhíbrida; también comporta mayores complicaciones de utilización por su constante dependencia de un enchufe.

GAMA

COCHES ‘MADE IN SPAIN’

Citroën. acostumbra a referirse a varios de sus modelos enfatizando la condición de productos made in Spain. Uno de ellos es el C4 X, que solo por ensamblarse en la factoría Stellantis Madrid merece tal consideración. Pero es que, además, un 67% de los componentes empleados en la fabricación de este vehículo proceden de proveedores españoles. Cada jornada acceden a la planta de Villaverde 130 camiones cargados con los suministros necesarios para confeccionar modelos como el C4 X. Esos transportes provienen de 136 empresas auxiliares ubicadas en diversos puntos de la península. Así pues, el efecto generador de riqueza y empleo de esta factoría no se limita a la comunidad madrileña. Stellantis trabaja con proveedores de Galicia, Aragón, Cantabria, País Vasco, Nafarroa, Castilla y León, Castilla-La Mancha, La Rioja, Catalunya y Comunidad Valenciana.