Muchos fabricantes consideran que el gasóleo es una causa perdida, un lastre para cumplir las exigencias medioambientales que impone la descarbonización. Mazda no es uno de ellos y lo demuestra estrenando una motorización turbodiésel de seis cilindros en el CX-60. El mayor de los SUV de la marca japonesa adopta un sistema de hibridación ligera a 48 voltios que apaga la sed y baja los humos de un gran bloque a gasóleo de 3,3 litros. La nueva versión, denominada e-Skyactiv D, está disponible en dos interpretaciones: una remite 200 CV a las ruedas traseras y otra distribuye 254 entre las cuatro; reclaman 48.719 y 53.869 euros, antes de cualquier descuento. Por su contención del consumo y las emisiones, este CX-60 diésel microhibridado obtiene la etiqueta medioambiental ‘Eco’.