Cruzó la línea de meta y se llevó la mano a la oreja. Era un gesto reivindicativo. Quería decir algo así como “¿qué decíais?”. Harto de ver cuestionar su estado de forma, sobre todo el apartado moral, Francesco Bagnaia acababa de poner fin a una sangría de 66 puntos hasta perder el liderato de un campeonato que hace apenas un mes y medio parecía tener dueño. “A veces se habla demasiado y a veces es mejor que las cosas pasen y se hable después”, manifestó Pecco tras el Gran Premio de Indonesia. Es un tipo tranquilo, sosegado, frío, pero estaba exaltado. Lógico. Maximizó la oportunidad que se presentó.

En apenas 24 horas el escenario de MotoGP cambiaba radicalmente. Jorge Martín parecía imbatible con una espectacular remontada que alcanzaba su momento álgido el sábado, con un triunfo en la carrera al esprint que le aupaba al liderato. Era el rival a batir. Pero el domingo, saciado de gloria, eufórico, con un estado emocional desbordante, después de una salida al estilo de un obús desde la sexta pintura para alcanzar la cabeza en la primera curva, abusó al imprimir ritmo y se fue al suelo en la vuelta 13 de las 27 programadas. Un giro insospechado.

El madrileño lideraba entonces con más de dos segundos de ventaja pero se olvidaba de que las carreras son maratones en los que hay que saber contener la exaltación precisamente en los momentos más brillantes, en los que uno se siente pletórico y el acelerador es una invitación al incremento del riesgo. Rodaba Martín en vuelta rápida tras vuelta rápida hasta que en la curva 11 perdió el control. Cebado por el éxito, la visceralidad le jugó una mala pasada cuando tocaba apelar a la serenidad.

Cuando el piloto más rápido quedó fuera de combate Maverick Viñales se puso al frente. Pero detrás surgía la figura de un Bagnaia que rodaba en segunda posición escalando como un genio himalayista. El italiano llegaba fulgurante desde la decimotercera posición de salida. Nadie que partiera más allá de la cuarta fila de la parrilla de salida había logrado ganar una carrera en seco desde Marco Melandri en 2006. Bagnaia estaba en condición de conseguirlo con una brillante actuación. En la vuelta 20, Bagnaia cazó el liderato.

A diferencia de Martín, Bagnaia supo adoptar la calma al alcanzar la condición de privilegio. Rebajó el nervio. Aflojó. Se concedió un segundo de ventaja y trató de mantenerlo como un equilibrista. Viñales, además, parecía más preocupado en defender el segundo puesto que en arriesgar por la victoria. Fabio Quartararo llegaba por detrás. Se arrimaba con determinación en el tercer lugar, presto a ganar más puntos.

Había un dato de relevancia en el circuito de Mandalika: la temperatura del asfalto era de casi 60 grados. La pista era un horno. Ello influyó en que solo terminaran 14 de los 21 pilotos que tomaron la salida. Esto también motivó a Bagnaia a montar neumático duro delantero y medio trasero, que por ejemplo marcaba la diferencia con el blando delantero y el medio trasero de Martín. Apuestas que pueden resultar determinantes. “Al ver a Martín escaparse, me dije: ‘tranquilo, cuida los neumáticos. En las últimas vueltas iba controlando muchísimo’”, explicaría Pecco, que midió con precisión.

Viñales también evitó sobrecalentar sus gomas evitando morder el anzuelo de la ambición a las puertas de su primera victoria con Aprilia, y Quartararo se le echó encima. Mientras, Bagnaia ganó tranquilidad en cabeza. Los tres llegaron juntos a meta, apurando, pero el orden no sufrió alteraciones: Bagnaia, Viñales y Quartararo, quien llegó a rodar en condición de poder disputar la victoria pero su Yamaha no concede grandes oportunidades. “Es frustrante. Conozco mi velocidad pero sabemos lo que nos falta”, lamentó el francés.

Pese a la gran oportunidad perdida, Martín saca pecho

Bagnaia recuperó el liderato y ahora goza de 18 puntos de margen sobre Martín. “Creo que merecíamos una carrera como esta”, celebró el italiano. Brillante gestión para obtener el máximo partido del pecado del desbocado Martín. Si bien, el madrileño ha demostrado que puede regresar a la cúspide perdida. “No creo que Pecco tenga mi velocidad y tenemos que olvidar esta carrera y pensar en la siguiente”, amenazó Martín, que proyectó una moral intacta. Restan cinco carreras, es decir quedan 185 puntos por repartirse. Y ya se sabe que el Mundial de MotoGP puede cambiar en 24 horas.

Marc Márquez, en su línea de caídas

Para quien no surgen los cambios es para Marc Márquez. El sábado no llegaba a completar la primera vuelta antes de caerse y un día después sufría una nueva caída, esta vez en el octavo giro, cuando rodaba en décima posición. Joan Mir también se fue al suelo para dejar al Repsol Honda huérfano de pilotos en carrera, lo que ya no sorprende a nadie. Álex Rins fue la mejor Honda, noveno. “Una más, veintitantas este año… Bueno, ya se acaba. Cinco carreras”, expresó Márquez, que aguarda impaciente a su llegada al equipo Gresini para competir con la Ducati, la máquina en la que viaja el futuro campeón.