Jack Miller es un genio sobre mojado, cuando el asfalto es un espejo que refleja el miedo. El arte que maneja el australiano combinado con su osadía, porque su espíritu siempre es arriesgado y combativo, le concedieron la segunda victoria consecutiva. Después de un inicio de año decepcionante, se ha sacudido los males a lomos de probablemente la Ducati más poderosa que se recuerda. No en vano otra máquina de Borgo Panigale, pilotada por Johann Zarco, le secundó en el cajón. Para regocijo del pueblo francés, Fabio Quartararo completó el podio del Gran Premio de Francia con una tercera plaza que le concede el liderato. Ya son cinco cambios en la zona alta de la clasificación general de MotoGP tras cinco carreras.

La carrera de Le Mans amaneció declarada sobre seco, pero en apenas tres vueltas comenzó a chispear. Se proponía un ejercicio de supervivencia. Antes de llover, Miller realizó una salida fulgurante para ocupar la cabeza en los primeros compases. Rebasó a las Yamaha del poleman Quartararo y de Maverick Viñales. Pero el de Roses quiso evitar la escapada del australiano y cazó el liderato antes de completar la primera vuelta.

En el intervalo sucedido entre la caída de las primeras gotas y el cambio de motos, Quartararo y Miller se repartieron la zona alta con el cuchillo entre los dientes, bravos, inflexibles. Mientras, Viñales se arrugó, como sucede cada vez que se humedece la pista. En el cuarto giro ondearon las banderas blancas. Carrera flag to flag. Los pilotos pasaron por boxes para cambiar las motos de seco por las de mojado. Pero instantes antes, Miller se salió de pista, pisó la grava, y Joan Mir se fue al suelo. Eran las primeras víctimas de las nuevas condiciones.

El más veloz en la sustitución fue Marc Márquez, que regresó a pista en primera posición. Justo detrás suyo, Álex Rins se caía en prácticamente el primer ángulo afrontado con neumáticos rayados. En la agitación de los cambios de máquinas, Miller sobrepasó los límites de velocidad del pit-lane, Viñales. Al australiano le cayó una sanción de dos long lap penalty. Pero se mantenían en acción. En agua, los segundos se transforman en décimas.

Márquez volvía a verse liderando una carrera. Además, rodaba ampliando su ventaja sobre Quartararo, segundo, a 1,5 segundos. Tras ellos aparecía Miller, a 2,5. Apenas dos vueltas más tarde, el de Cervera fue escupido por su montura en una fea caída. A pesar del peligroso high side, se levantó y regresó a pista en la 18ª plaza. Márquez volvió a pecar, como lo hizo en Jerez el día de su fatal lesión, de no saber renunciar a nada. En plena remontada, ocupando la 11ª posición y rodando con el mejor tiempo en pista -1,7 segundos por vuelta más veloz que el primero-, sufrió un segundo batacazo. Esta vez fue definitivo. En su situación, quizá era un día para simplemente sumar. Lo que, al parecer, aún no sabe aceptar. Especialmente el primer percance pudo dejar muy malas consecuencias.

En la zona delantera, Quartararo fue cediendo terreno. Miller, tras su salida de pista y las dos penalizaciones, le rebasó sin miramientos en la vuelta 12. Su ritmo endiablado le condujo sin preocupaciones hacia la segunda victoria seguida. Es el primer australiano que enlaza dos triunfos desde Casey Stoner en 2012. A su estela, el ritmo del francés seguía desangrándose. Y así se vio superado por su compatriota Zarco, otro catapultado por las brillantes prestaciones de la Ducati, que brilla bajo el sol y navega con garantías sobre el agua. El galo viajaba dos segundos más rápido por vuelta que Miller. Si bien, con solo 6 vueltas por delante, el piloto aussie, ahora autoapodado Thriller, tenía la victoria en el bolsillo cuando el asfalto volvía a lucir seco.

Quartararo sostuvo la tercera posición. El Diablo por delante de Danilo Petrucci y Álex Márquez, en este orden. Viñales, cuya lucha debe ser el título, acabó décimo, un escalón por encima de un Valentino Rossi al que ni la lluvia hace flotar.