No resulta una escena extraña: un perro se acerca de manera segura a una persona y le planta el hocico en la entrepierna husmeando con insistencia. Dependiendo de la costumbre de tratar con perros que tenga la víctima de la curiosidad canina, ésta reaccionará con más o menos desenvoltura, pero pocos serán los que puedan evitar un leve respingo al sentir esa proximidad no deseada y un tanto inesperada en tan delicada zona de nuestra anatomía. Sin olvidar que el culo también forma parte de sus atenciones.

De entrada hay que saber que este comportamiento es completamente natural e inofensivo. Los perros tienen en su olfato su principal instrumento para relacionarse con su entorno y sus semejantes. Los olores forman parte de su lenguaje y de la manera de interrelacionarse. Lo primero que harán dos canes cuando se encuentren es olerse los genitales y la zona anal, donde se concentra la mayoría de las glándulas apocrinas sudoríparas por las que se liberan las feromonas. 

Dos perros estrechan relaciones en un parque. Freepik

A partir de la información recogida vendrá todo lo demás. Sabrán sexo, edad, el celo de la hembras, carácter o estado de ánimo y obrarán en consecuencia. 

Oler humanos

Por ello, dado que los humanos formamos parte de su entorno y también contamos con este mismo tipo de glándulas sudoríparas, emitimos olores y feromonas que atraen el interés de nuestro perros. Se encuentran principalmente en la zona genital. Las axilas son otra importante área pero, a menos que nos tumbemos, quedan fuera de su alcance. 

Lo único que buscan es conocer, o reconocer, a la persona con la que se han encontrado. Puede considerarse hasta una forma de preguntar “¿cómo estás?” igual a como hacen con cualquier perro que se encuentran durante sus paseos y juegos en el parque. Y como desconocen el pudor social y la delicadeza natural que supone la parte baja del abdomen para los humanos, se acercan y olfatean con naturalidad perruna. Una vez han recopilado toda la información, lo dejan. 

Pero hay circunstancias en las que este comportamiento se acentúa y los perros se muestran más inquisitivos de lo normal. Cuando las mujeres tienen la regla, están ovulando, han dado a luz recientemente o todavía amamantan a sus bebés, o incluso personas que han mantenido relaciones sexuales recientemente o padecen alguna enfermedad sus niveles hormonales son distintos y las feromonas les atraen por diferentes. En estas circunstancias se manifiesta la finura del olfato de estos animales, ya que llegan a detectar un embarazo antes de que la mujer sospeche y se haga alguna prueba.

Por todo esto hay que tener claro que este interés olfativo de los canes no es por una supuesta falta de higiene, a la que los humanos asociamos el olor corporal. Este prejuicio hace que nos agobie aún más ser olisqueados en público. Duchados o no, producimos feromonas.

¿Qué hacer ante un can husmeador? 

Partiendo de la base de que se trata de un comportamiento natural y propio de los perros, además de inofensivo, no hay que darle mayor importancia. De hecho, no se debe impedir que un perro se comporte como tal. Ahora bien, sabiendo que hay personas que pueden agobiarse ante esta atención indeseada, se puede, incluso se debe, enseñar a nuestro perro a respetar el espacio de personas desconocidas, haciendo, por ejemplo, que permanezca sentado a nuestro lado y premiándolo por ello.