Ya han pasado las olas de calor de este último verano y, en principio, no hay ninguna otra a la vista de momento. Y nuestras mascotas, aunque las hayan padecido como nosotros, también las han superado con bien.

Pero a pesar del éxito, esta situación no deja de preocupar quienes conviven con gatos. De todos es conocida la especial relación de los felinos caseros con el agua: tienden a beber poca y a veces lo hacen de formas muy peculiares.

En principio prefieren el agua fresca, en un cuenco separado de la comida, y si es en un recipiente que simule que el agua corre, mejor.

Lo normal es que nuestro gato beba de un cuenco, aunque encontrar el que le guste y dónde ponerlo puede ser laborioso. Freepik

Y esto, ¿por qué es?

La cosa puede ir con el carácter de cada animal, pero también tiene raíces genéticas heredadas del primer gato que se domesticó, el gato norteafricano (Felis silvestris lybica), del que los estudios genéticos afirman descienden los actuales gatos que conviven con nosotros en casa. Estos conservan en sus genes características de este habitante de entornos áridos y semidesérticos, adaptado a aprovechar al máximo todo el líquido que puede consumir.

Y la mayor parte de él proviene de la carne fresca de sus presas recién cazadas. Esta es probablemente la razón de fondo por la que es importante que al menos el 25% del menú diario de nuestros gatos esté formada por alimentos húmedos y no sea todo pienso seco, de manera que puedan mantenerse hidratados sin necesidad de visitar con asiduidad el cuenco del agua que les tenemos preparado.

Porque lo de los cuencos es otra. A veces cuesta encontrar aquel que les convenza para acercarse a él a saciar su sed. Cada ejemplar es un mundo y tiene sus manías, pero aparte de que el recipiente sea de su gusto parece haber una tendencia bastante generalizada a que el del agua no esté cerca del de la comida.

Si tienen la oportunidad, a los gatos domésticos eligen buscar suministros de agua en el exterior. Freepik

Según investigadoras veterinarias Stefanie Handl y Julia Fritz, en un estudio sobre el comportamiento de los gatos en su ingesta de agua llegaron a la conclusión de que la mayoría de ellos, vivan siempre en una casa o tengan la oportunidad de salir libremente al exterior, prefieren beber lejos del comedero. Planteaban que esto preferencia podría ser un atavismo heredado de su ancestro salvaje, ya que para él los puntos de agua disponibles no están cerca de sus áreas de alimentación y caza.

Actitudes a la hora de beber

Queda dicho que cada ejemplar de gato es un mundo, por lo que las preferencias tienden más a ser individuales que generales. La fuente de la que se surten de agua puede variar mucho, desde aquellos que prefieren beber directamente del grifo a los que que prefieren un cuenco poco profundo, desde los que buscan fuentes en el exterior a los que beben mojándose una pata y lamiendo la humedad que queda en la piel, desde los que solo beben a los que además juegan con ella.

El agua corriente o directamente del grifo parece ser del gusto de los felinos caseros. Pixabay

De hecho, lo de mojar una pata y beber el agua que queda en la piel, llamativo y hasta gracioso, puede ser síntoma de un problema, no necesariamente grave, pero si de una molestia para el felino de la casa.

La razón más sencilla es que le resulte más cómodo o más entretenido hacerlo así. Además de hidratarse, también es un juego. Este caso no sería muy importante, pero podría indicar que no tiene suficientes estímulos en su vida cotidiana para entretenerse, por lo que convendría ofrecerle juegos y entretenimientos.

También puede ser que el cuenco le resulte estrecho y los bigotes rocen los bordes causándoles cierta incomodidad, algo que se soluciona con otro más ancho. Ojo, que la profundidad también cuenta, y si no está bien lleno, tienen que meter toda la cabeza y los bordes les obstaculizan la visión. No debemos olvidar que en estado salvaje los gatos son depredadores, pero que también pueden ser presa de otros cazadores y su instinto natural les hace mantenerse vigilantes.

Si ha empezado a hacerlo de una manera más o menos repentina puede indicar un problema de salud o de estrés. En el primer caso puede ser producto de una lesión que le causa molestias a la hora de inclinarse sobre el tazón de agua y lo alivie mojando la pata y lamiéndola. Otro motivo está en que sea un problema de visión y necesite calcular con la pata la distancia a la que esté el agua antes de meter la cara y arriesgarse a que este más cerca o lejos de lo que ha calculado. Una visita al veterinario no está de más.

Emplear las patas para beber puede ser un juego, una costumbre inocente o indicador de algún tipo de problema. Pixabay

El estrés también puede desencadenar este comportamiento. Un cambio en su rutina o en su ambiente puede desatar un estado de alarma o de desconfianza permanente. Un cambio de domicilio, que los cuencos no estén en un lugar que no les de seguridad, la introducción de otra mascota en la casa o una mala convivencia con otro gato pueden ser las causas. Habrá que ir probando soluciones hasta dar con lo que le devuelva la calma.

Problemas de riñón

Que los gatos beban poca agua puede no ser un problema si logramos que estén bien hidratados por otros medios, en especial con darles comida húmeda. Pero esto no debe hacer que nos relajemos una vez pasadas las olas de calor que hemos sufrido este verano en las que les hemos surtido de raciones extra de agua.

Por muy preparados que genéticamente estén los gatos domésticos a consumir poca agua y lograrla por otros medios aprovechándola al máximo, las veterinarias Stefanie Handl y Julia Fritz destacan un pequeño detalle significativo y vital para los felinos de casa. La esperanza de vida de un gato salvaje, sometida a los riesgos de un entorno en el que cada día lucha por sobrevivir, es significativamente más corta que la de los que conviven con los humanos, que con todos los cuidados que se le ofrecen puede llegara a los 20 años.

Es esta longevidad la que puede volverse en su contra ya que la producción de una orina muy concentrada o una cierta deshidratación crónica plantea la posibilidad de producir lesiones permanentes en los riñones o en el aparato urinario. Aunque de momento los estudios e investigaciones no son concluyentes en ninguno de los dos sentidos, lo más prudente es prevenir, por lo que facilitar y vigila su ingesta de agua es la mejor medida.

A modo de pauta, se suele indicar que un gato necesita unos 50 ml de agua por kilo al día. Alrededor de un cuarto de litro al día para un gato de 5 kilos. Este liquido puede provenir tanto de la que beba como de la que obtenga con la comida.

Por este motivo es importante una alimentación lo más equilibrada posible entre alimento seco, húmedo y agua para beber.