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La lotería que pasa de generación en generación en Bilbao

Tradición y vínculos personales detrás de décimos que se juegan desde 1963

La lotería que pasa de generación en generación en BilbaoGaizka Portillo

En algunas administraciones de lotería de Bizkaia, los números no se eligen, se heredan. Décimos que pasan de abuelos a padres, de cuadrillas a nuevas generaciones, y que siguen jugándose año tras año como parte de una tradición casi familiar. Es el caso de una administración bilbaina donde algunos números abonados llevan en circulación desde 1963, manteniéndose fijos en la consignación a lo largo de más de seis décadas.

“Esta administración pertenecía a mi abuela, después pasó a mi madre y ahora la llevo yo”, explica Luisbe Puerto, actual responsable del establecimiento, ubicado en Licenciado Poza, 45. Desde entonces, algunos números han sobrevivido al cierre de bares, a cambios de propietarios e incluso al fallecimiento de quienes los jugaban, hasta volver a la administración y encontrar nuevos dueños dispuestos a continuar la tradición.

La clave está en los números abonados, aquellos que Loterías y Apuestas del Estado envía automáticamente a la misma administración en cada sorteo. “Se van jugando, se van cambiando, pero esos números permanecen fijos. Y la gente los sigue buscando”, señala Puerto. Así, lo que empezó como una costumbre local acaba convirtiéndose en un vínculo emocional que se transmite de padres a hijos, entre miembros de una misma cuadrilla, o entre empleados que van y vienen de una empresa.

Un número especial

Uno de esos números especiales es el 08285, un décimo cargado de significado personal. “Es el número que jugó mi abuela, el que jugó mi padre, el que sigo jugando yo y el que comparto con mis amigos y con gente especial”, explica. No es un número que se venda al azar, suele reservarse para personas cercanas o para quienes llegan recomendados por alguien que ya forma parte de esa pequeña historia compartida.

Este número se juega también desde hace más de diez años en el Centro Asistencial Birjinetxe, de Txurdinaga. “No es algo exclusivo de la familia, se hace extensivo a muchos ámbitos. Al final, son casi 2.000 personas jugando un mismo número”, detalla Puerto, haciendo referencia a las 198 series de este número que cada año se agota.

Probabilidades

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Aunque nunca ha sido agraciado con el Gordo, sí ha repartido premios menores a lo largo de los años. “Las probabilidades son las mismas que las de cualquier otro número, pero mientras no haya salido, siempre queda la ilusión de que algún día pueda hacerlo”, afirma. Una ilusión que se multiplica cuando el décimo se comparte en cenas de amigas, reuniones familiares o encuentros de cuadrilla, donde la lotería se convierte en excusa para reunirse y celebrar.

A sus 65 años, Luisbe Puerto sigue al frente del negocio y no tiene prisa por jubilarse. “He tenido momentos muy buenos y otros no tan buenos, pero empecé aquí después de terminar la carrera y aquí sigo”, resume. Su intención es continuar con una jubilación activa, manteniendo viva una administración que no solo vende números, sino historias.