La cosecha de entrecomillados que me dispongo a servirles revela la empanada mental de la prensa de orden respecto a la mesa de diálogo de Catalunya. Lo mismo se afirma que es una afrenta intolerable en la que se despedaza España que se sostiene que son unos fuegos de artificio que no van a ningún sitio. Pasen y lean.

La Razón, por lo menos en este rato, respira aliviada. ¿El motivo? Esto contesta el editorialista: "Porque una vez que el presidente del Gobierno ha dejado claro, como no podía ser de otra forma, que nada se puede negociar fuera de la Constitución, especialmente el referéndum y la amnistía; una vez que la mesa se ha topado con la cruda realidad, deberán aflorar las cuestiones que sí se pueden tratar".

La misma idea la machaca en su columna de la contra el director, Francisco Marhuenda. Eso sí, no sin echar las muelas por el numerito de la bandera española retirada por un funcionario cuando hablaba Pere Aragonés. Que tampoco fue para tanto, pero miren qué cabreo exhibe el opinador: "La situación actual es una catástrofe. España vive instalada en un desorden institucional y sufre a unos independentismos y nacionalismos cada vez más crecidos que se dedican al chantaje sistemático del gobierno de turno. Cuando sus votos no son necesarios, se dedican a invernar a la espera de su oportunidad, algo que siempre llega". No será para tanto, Paco.

En ABC, leídas las columnas al respecto y sacada la media, la consigna es que la mesa es solo un teatro donde se negocia nada gordo de verdad. Así lo escribe el editorialista: "La mesa del diálogo ha sido solo la cobertura de un acto propagandístico que oculta a los españoles el auténtico cuaderno de bitácora que hayan pactado en secreto Sánchez y Aragonés para sostenerse mutuamente en el poder, uno en Madrid y otro en Cataluña, sin desvirtuar los mensajes para sus respectivas parroquias, pero a la vez sin poner en riesgo la alianza que mantienen sellada PSOE y ERC".

En idéntica línea, Ignacio Camacho anota: "Ni Sánchez ni Aragonès piensan por ahora echar el carro por las piedras. Están cómodos el uno con el otro fingiendo tiranteces y diferencias mientras ganan tiempo con el tira y afloja de la famosa mesa, montaje simbólico -e institucionalmente ilegítimo- exigido por Esquerra para justificar su apoyo al Gobierno ante sus bases más irredentas".

El verso suelto entre los columneros del vetusto es Juan Carlos Girauta. Fiel a sí mismo, el antiguo vocero de Ciudadanos se abona al tremendismo: "¿Qué mesa es esa? Pues un tenderete donde se ponen a la venta la soberanía y la unidad territorial. Con una particularidad: poco importa que en su fuero interno Sánchez crea estar haciendo la pirula a sus deplorables socios por la vía de iniciar procesos que no piensa concluir pero le regalan tiempo. (El tiempo suficiente para plantarse en el extremo final de la legislatura). Poco importa, digo, para quien conserve la perspectiva, puesto que la mesa para dialogar sobre autodeterminación quedará establecida desde ahora como un precedente lícito". Toma tirabuzón. Afirmo, niego y vuelvo a afirmar.

En Libertad Digital, Pablo Planas sobreactúa: "Después de apedrear con saña la Jefatura Superior de Policía de la Vía Layetana de Barcelona, una delegación del Govern se ha sentado a debatir con una delegación del Gobierno. Pero el vandalismo separatista no estaba en el orden del día, sino la autodeterminación y la amnistía para que los golpistas puedan hacer lo que les salga del níspero".

También El Mundo exagera la nota de forma artificiosa. "Humillante mesa que solo sirve a PSOE y ERC", titula su editorial, hilado a base viejíimos retales: "Primero, no estamos ante una reunión de carácter institucional en el marco de la relación ordinaria entre el Gobierno central y una autonomía, sino ante el chantaje de quienes buscan liquidar la soberanía nacional, el modelo de Estado y los derechos de ciudadanía. Segundo, la mesa carece de legitimidad: está constituida al margen de las Cortes Generales y los partidos sentados en la misma no representan a la mayoría de los ciudadanos ni de Cataluña ni del conjunto de España".

Pasando páginas del diario de Unedisa, nos topamos con tribunón firmado por Rosa Díez. "No en mi nombre", se titula la cosa, que pretende ser una carta al presidente español. Les confieso que ni la he leído. Me he limitado a tomar un párrafo al azar y aquí se lo planto: "Humilla usted a la democracia y a todos los españoles cuando acepta debatir con los sediciosos golpistas una fórmula que les permita conseguir mediante la negociación bilateral (como si ambos ámbitos políticos, Gobierno de España y Gobierno de Cataluña fueran homologables) lo que no lograron cuando el 1-O perpetraron el golpe: la autodeterminación y la ruptura de la unidad de la Nación española". No cambia Rosa de Sodupe.

Y para no abusar de su paciencia, termino con unas líneas del editorial de El Español que, miren por dónde, quizá sean un buen resumen de situación: "Bastó con observar el gesto de Pedro Sánchez tras su visita al Palacio de la Generalidad para comprobar que si ha habido alguien que puede presumir de haber amortizado su presencia en la mesa de diálogo, ese es él. El presidente ha aplicado al independentismo la vieja máxima del 'divide y vencerás' y el resultado ha sido, efectivamente, la división del indepentismo y la victoria de Sánchez".