Mantener la casa limpia y ordenada es una tarea que no hay que descuidar tanto por nuestro bienestar físico como mental. Una casa impoluta y ordenada transmite calma, mientras que un espacio sucio y desordenado nos acabará contagiando el caos.

Dentro de estas labores del hogar, una de las más tediosas es la limpieza de los cristales, tanto por la cantidad de superficie que hay que limpiar, como por lo difícil que resulta obtener un buen resultado con nuestro esfuerzo. 

Hay cristales repartidos por toda la casa en ventanas, mamparas, vitrinas, puertas, estanterías, mesas, encimeras, espejos... y con el uso diario se manchan con facilidad. En el caso de las ventanas, a la suciedad de su cara interior, causada por huellas o roces, hay que añadir la que se acumula en el exterior, debido al propio ambiente y a las inclemencias del tiempo.

Pues bien, enfrentarnos a la limpieza de cualquier superficie acristalada nos va a generar casi siempre una cierta inquietud. Da igual cuántas pasadas le demos que, después de limpiar, insistir y repasar el cristal un montón de veces, al mirar al trasluz siempre estarán ahí esos halos o sombras imposibles de eliminar. Volveremos a limpiar y al final, después de mirar desde todos los ángulos posibles, ya no sabremos si lo hemos dejado mejor o peor de lo que estaba.

Truco efectivo

Para aliviar los quebraderos de cabeza que esto supone, el profesor italiano de Física Vicenzo Schettini, conocido por su publicación La física que nos gusta, ha dado a conocer la que sería la solución definitiva para limpiar los cristales sin que queden esas odiosas marcas.

Schettini señala que el problema de las manchas en los cristales se debe a los tensioactivos de los detergentes, sustancias que, aunque sirven para limpiar y desinfectar el cristal, pueden producir rayas y dar la apariencia de sucio. Esto ocurre cuando no somos capaces de eliminar completamente del cristal el detergente con sus tensioactivos, creándose así el efecto halo.

Para evitarlo, el físico recomienda limpiar los cristales con una mezcla de agua caliente y un poco de detergente. La elevada temperatura del agua hará que el detergente se disuelva mejor, sea menos viscoso y, al no quedar tan adherido a la superficie, su retirada sea más fácil.

Un hombre pulveriza agua jabonosa sobre el cristal de una ventana.

El multiusos vinagre blanco

Otro truco también muy efectivo tiene como protagonista al vinagre blanco, uno de los productos más baratos, accesibles y versátiles en la limpieza del hogar. Esto se debe a su poder higienizante, desinfectante, desengrasante y abrillantador

La solución no tiene mucho misterio y consiste en mezclar agua caliente con un chorro de vinagre blanco y aplicar la mezcla con una gamuza de microfibra (nunca utilices paños sucios o que suelten pelusa porque lo único que harán es arruinar tu trabajo). 

Los cristales quedarán relucientes y en su superficie se formará una película protectora que repelerá la suciedad e impedirá que se empañen. Para obtener un mejor resultado, antes de aplicar la mezcla, retira primero el exceso de suciedad con un paño seco o un cepillo suave.

Otra solución que nos ofrece el vinagre blanco es mezclarlo en un recipiente a partes iguales con agua. Viértelo en un pulverizador y rocía con él la mezcla sobre los cristales teniendo cuidado de no echar demasiada cantidad. A continuación, frota la superficie con un paño haciendo movimientos circulares suaves y, por último, sécala y púlela bien para evitar las marcas. 

Si limpiar los cristales te resulta una tarea molesta porque no ves recompensado tu esfuerzo, prueba con estos remedios. Tal vez estés más cerca de encontrar la solución definitiva.