Si hubo un restaurán con trasiego de renombradas figuras de la vida social y política mundial en Venezuela fue Fuente de Soda Maitena, en el barrio El Paraíso de Caracas. De regencia familiar vasca, su portavoz fue Antonio Arriaga Guerricaechevarría, natural de Gernika y quien una década antes del bombardeo de la icónica villa ya residía con sus mayores en Donibane Lohitzune, donde veía a diario al histórico compositor Maurice Ravel (Ziburu, 1875- París, 1937), autor de Bolero, al otro lado del río llamado Urdazuri, Nivelle o Ugarana.
En el local hostelero dieron de comer a la presidenta de India, Indira Ghandi, o a quien llegara a presidente de Venezuela Edgar Sanabria, con quien Antonio labró una fraternal amistad y más de una anécdota.
Tras la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, el 23 de enero de 1958, Sanabria fue miembro de la Junta de gobierno provisional que tomó el poder tras el derrocamiento del autócrata mandatario. Sustituyó al contralmirante Wolfgang Larrazábal como presidente de dicha Junta de gobierno. Decidió presentarse en las elecciones bajo el Pacto de Puntofijo, el 18 de noviembre de aquel mismo año en curso.
El régimen de Pérez Jiménez (1952-1958) fue el tercer y último gobierno de la dictadura de la Junta de gobierno establecida en 1948 en Venezuela. Asumió el poder tras el fraude electoral de la Asamblea Nacional Constituyente de 1952, en el que el partido Unión Republicana Democrática (URD) ganó realmente la mayoría, gobernando el país con amplios poderes y siendo derrocado por el golpe de Estado del 23 de enero de 1958.
“Amigos”
En la dictadura de Pérez Jiménez, la familia escondió en las instalaciones del Maitena a disidentes del régimen, que “a continuación le agradecieron su ayuda”. Como curiosa anécdota de aquella época, el hijo menor de Antonio Arriaga, Pedro Javier, relata a DEIA desde la capital venezonala cómo fue una visita del entrante presidente de la República (Junta de Gobierno) en 1958, Edgar Sanabria. “Era conocido como El Flaco. Un soplón que solía ir al restaurante le hizo saber a Sanabria que en Maitena se estaba fraguando un supuesto golpe de Estado contra él, incluso creando un gabinete en la sombra, por lo cual decidió ir al lugar. Entonces, allí mismo llamó al soplón delante de todos los asistentes y le dijo: “Mi amigo Antonio Arriaga, Maitena y los maiteneros todos son mis amigos”, saliendo una reseña en primera plana del periódico El Universal”, sonríe Pedro Javier y va más allá en su narración: “El presidente Sanabria le espetó de broma que si se hubiera dado esa repartición de ministerios, él mismo hubiera tenido uno”.
Antonio Arriaga Guerricaechevarría nació el 31 de octubre de 1924 en Gernika, donde residió hasta los 4 años, “por lo que aita recordaba muy poco de ello”. En ese año, sus mayores deciden mudar a su familia a Donibane Lohizune “buscando mejores oportunidades”.
De Lapurdi, el futuro hostelero y, a continuación, agente de eventos y festejos de las empresas Ernesto’s o La Soberana, evocaba cada día de su vida, que “aunque fue difícil por las condiciones de la época, fue alegre e interesante, tenía millones de anécdotas, de sus diferentes aventuras en la escuela, la iglesia, la calle Gambeta, el campo de golf donde trabajó de caddie, de los veranos cuando llegaban los turistas, de ver desde el borde del río en la otra orilla al afamado compositor Maurice Ravel que paseaba todos los días en el paseo de Ziburu, y cuando fue a su entierro ya que lo llevaron de la escuela”.
Considerado en aquel momento “el compositor vivo más aclamado del mundo”, Ravel murió a los 62 años debido a una enfermedad neurológica. Fue enterrado el 30 de diciembre, tras haber fallecido dos días antes. “Aita se acordaba mucho de él, de aquel hombre que veía caminar a diario, y evocaba que a los niños de los colegios les llevaron a su velorio, a su funeral”, glosa Pedro Javier, editor del medio digital de la comunidad vasca-venezolana Jazoera. Sin duda, la persona que más difunde noticias de la diáspora vasca en aquella república americana.
Fue el 24 de junio de 1939 cuando el futuro emprendedor embarcó junto a toda la familia Arriaga Gueriquechevarría en el navío Cuba, rumbo a Venezuela, donde “en los siguientes 15 días, siguió con sus aventuras, revisando cada rincón del enorme barco”. Al llegar a Caracas, cambiaron su destino a Mérida, donde pasó de la niñez a la edad adulta, y de la que “solo conservaba gratos recuerdos”.
A los pocos años de vivir en Mérida y debido a que su hermano José quiso irse a Caracas, el padre de ambos, Mateo, le encomendó la tarea de “seguirlo a la capital y ayudarlo”. José le consiguió trabajo en el moderno restaurante Majestic. Más adelante, cambiaría al local Pelotari, en la esquina Pelotas, llamada así porque hubo un frontón de pelota. Y fue entonces cuando soñó abrir “el Maitena”, como coloquialmente lo llamaban todos, y que se convirtió en una positiva realidad en una zona de residencia “de ricos”, apostilla Pedro Javier.
Asimismo, cuando arribó a Caracas participó en la inauguración de la Eusko Etxea de la ciudad capitalina en 1942, y en 1949 se creó la Inmobiliaria Euskalduna para construir la sede de la urbanización El Paraíso. Contribuyó con la adquisición de diez acciones.
Siempre según el relato de su hijo, Antonio, por cosas del destino y unos amigos, conoció a María Teresa Aguirre, natural y superviviente del bombardeo fascista de Durango del 31 de marzo de 1937. “Recién llegada mi madre a Caracas desde Europa, la llevaron a comer a Maitena, y de ese modo se conocieron. Una amiga le dijo tú te vas a casar con ese joven”. Y así fue, contrajeron nupcias en 1949, y formaron una familia numerosa, con sus ocho hijos: María Teresa, Antonio Francisco, Miguel Ignacio, María Rosario, María del Pilar, María Isabel, Amaya María y Pedro Javier. “Cuando ama les escribió a sus padres a Durango dando la noticia de que se iba a casar con un joven de Gernika, aitxitxe Pascual le respondió: “¿Ir tan lejos para conseguirte uno de Gernika?”
Lugar de encuentro
Mientras tanto, por Maitena pasaban los intelectuales, empresarios, políticos o presidentes de la época y durante muchos años fue la sede de las fiestas y celebraciones de la comunidad vasca caraqueña: bodas, bautizos, primeras comuniones, cumpleaños, Sanfermines, tamborradas, ...
Al finalizar la década de los 60 y debido a la ampliación de la Avenida Páez, Antonio decide vender Maitena y pasar a trabajar en lo que en el país se denomina agencias de festejos. “En la Agencia Ernesto’s fue capitán de mesoneros”. Por ser la agencia más reputada del momento, fue contratada, por ejemplo, por los representantes de la presidenta de India, Indira Ghandi. “El jefe de protocolo de Indira al no encontrar un mesonero en Ernesto’s que pudiera ser adecuado para atender en la fiesta de agasajo a la importante política, le pidió a aita que por saber hablar francés y conocer perfectamente su oficio fuera quien atendiera personalmente a Indira, y así fue, aunque al principio mi padre decía que ese trabajo él ya no lo hacía, pero le insistió el jefe de protocolo porque le veía a él mejor preparado y por su planta”.
Antonio falleció en Caracas el 12 de febrero de 1993 tras una vida plena. “Aita puso esa semillita de querer el pasado, recopilar toda nuestra historia, y nos dejó de herencia nuestra Eusko Etxea de Caracas, la que sabemos que debemos querer, respetar y conservar”.