EL pueblo de Eibar ha contado con una saga de policías municipales. En el seno de los López, de cuatro generaciones, en tres se ha heredado el oficio del padre. Así lo narra a este periódico Enrique, ahora jubilado. “Yo fui policía municipal, mi abuelo Estanislao y mi bisabuelo Sinforiano también. El único que no lo fue, fue mi padre también llamado Enrique”, sonríe este vecino que cumple 25 años residiendo en Durango tras casarse con una mujer de esta villa.

Enrique López.

A Enrique le gustaría conocer más sobre el pasado de su familia. Sobre todo, cómo vivieron la Guerra Civil, episodio histórico del que este socio de la Sociedad Deportiva Eibar de fútbol tiene más preguntas que respuestas. Sabe que su abuelo Estanislao murió en Asturias defendiendo a la Segunda República y tienen su acta de defunción. Sabe que son sus mayores eran de corazón rojo, “socialistas hasta la médula” –subraya–, ideología de gran arraigo en la ciudad armera. Y sabe datos sueltos que tintinean en el legado oral heredado por la familia en el devenir de los años.

El origen de la saga, que Enrique tenga constancia, dio comienzo con su bisabuelo, Sinforiano López, natural de Villaflores, Salamanca, de actuales 280 habitantes. Formó parte de la Guardia de Asalto, denominada de forma oficial como Cuerpo de Seguridad y Asalto, fue un cuerpo policial creado durante la Segunda República con el objetivo de disponer de una fuerza para el mantenimiento del orden público y que fuera de probada fidelidad a la República. La Guardia de Asalto fue oficialmente disuelta durante la Guerra por Decreto del 27 de diciembre de 1936, pasando sus hombres a formar parte del llamado Cuerpo de Seguridad. No obstante, popularmente se les siguió conociendo con el nombre de siempre hasta el final de la guerra.

Sinforiano López, nacido en los estertores del siglo XIX, el 5 de noviembre de 1895, llegó a Eibar siendo Guardia de Asalto al cuartel que tenían en la zona de San Andrés y, más adelante, según narra su bisnieto, “pasó a ser policía municipal”. Su hijo, Estanislao, continuó la profesión del padre. “Poco sabemos de lo que vivió y le ocurrió porque no eran de hablar de la guerra. Sin embargo, sí que eran muy socialistas, hasta la médula”, transmite Enrique, quien detalla que la viuda de Estanis se afanó en localizar su acta de defunción con dos objetivos: cobrar viudez y, al mismo tiempo, para que su hijo no fuera llamado al servicio militar. “El documento dice que Estanislao, hijo de Sinforiano y María, murió a causa de una bronconeumonía en el Hospital militar de Mieres, Asturias, el 9 de noviembre de 1937”, corrobora con la credencial en la mano datada el 5 de agosto de 1940. “Como curiosidad, mi padre como hijo de viuda no fue a la mili, y ni mi hermano ni yo. Él por la vista y yo por padecer de asma desde niño”.

De Bilbao a Gijón

El matrimonio formado por Estanislao López y Salomé Icaran. IBAN GORRITI

De aquellos días de batalla, Enrique escuchó en casa que la familia navegó de Bilbao a Gijón. “No está muy claro, porque decían que habían estado días en el mar Cantábrico, de aquí para allá”, narra. Tal vez, valoran, la esposa de Estanislao, Salomé –ondarrutarra que trabajaba en Eibar de pescatera–, junto a sus dos hijos, fue a seguir a Estanislao a su posición en el frente, en Asturias, aunque también estiman no creer que coincidieran en la zona de pueblos como Infiesto. Hasta la fecha, desconocen, además, a qué batallón republicano perteneció el eibartarra. “Estanislao junto a un amigo, antes de la guerra, habían mentido al decir su edad para poder entrar a trabajar antes de tiempo en la fábrica Augirre y Aranzábal, de armería, que hoy se llama AYA.

Uno de aquellos dos niños fue Enrique López Icaran, padre de nuestro interlocutor de igual nombre de pila, y simpatizante del PSOE. Su padre estuvo en la plaza de Eibar el día histórico en el que se proclamó la Segunda República, un día antes que en el resto del Estado. “Tenía solo seis años, era muy chaval, pero recordaba que la plaza estaba muy llena. Y contaba que se llamó de España, luego 18 de julio con los franquistas, y en democracia Unzaga”. En realidad, aquella plaza, la más importante de la ciudad, ya se denominaba Unzaga antes de la Guerra Civil, porque en el lugar se alzaba una casa torre con escudo de esa familia.

Enrique, de oficio ajustador y a la postre casado con Sabina Aguirre-Amalloa, nació en el portal número 8 de Txirio kalea. A continuación, “la familia se mudó a Estaziño kalea”, apostilla Enrique, quien evoca que su padre falleció el 14 de marzo de 2004, es decir, en dos meses se cumplirán veinte años de la pérdida de aquel policía municipal en el hospital de Mendaro. “Mi padre no tragaba a Franco. Date cuenta de que él perdió a su padre luchando contra el franquismo. Quizás tenía diez años la última vez que le vio en su vida. A mí me gusta leer sobre el personaje del dictador, todo lo que robó él para su familia como los parkings, eran mafia, cómo Alfonso XIII podía haber pagado para que Franco fuera su sucesor…”, valora quien ha sido el último de una saga de policías municipales. “Mi padre fue el único que no lo fue y quizás porque en los años cincuenta y en los años sesenta estaba muy mal visto serlo. Mis hijos tampoco son municipales”, agrega este seguidor del club armero del fútbol. “Mi padre era un forofo del equipo y recortaba todas las crónicas. Por ello, contacté con el club para donárselas, pero nos daban largas, como si nos les interesaran. Entonces, me puse en contacto con la persona encargada del Archivo Histórico del pueblo y en 2023 entregamos las cajas que teníamos. Nos lo agradecieron y quedaron en digitalizarlas y enviarnos una copia”, concluye quien fue agente municipal durante 23 años en la localidad guipuzcoana.