Ibon Areso Mendiguren fue alcalde de Bilbao en 2014. En su seno familiar, sufrieron las represalias de la Guerra Civil tanto por vía paterna como materna. Su padre, el también arquitecto Benito de Areso, miembro del Consejo de Cultura del primer Gobierno Vasco y comandante del batallón de ingenieros Gogorki número 7 del PNV, fue inhabilitado de la profesión a comienzos de los años 40 por su actitud contraria a la dictadura franquista. Falleció el 15 de julio de 1954, a la temprana edad de 48 años.

“Aita fue condenado a muerte en sentencia de un consejo de guerra celebrado en septiembre de 1937”, abrevia y pormenoriza que “había entrado en la cárcel en dicho año y salió de ella en 1943. Aunque hablo de la cárcel en realidad fueron varias donde estuvo, creo que primero en el Centro Penitenciario de El Dueso, luego en Larrinaga, de Bilbao, y finalmente en Madrid”, explica a DEIA en el batzoki de Abando.

Ibon Areso. I. GORRITI

Benito de Areso y Albisu nació en Barakaldo el 21 de marzo de 1906, hijo de Francisca Paula, ama de casa y de Nicolás, conocido alpargatero de tradición carlista, aunque su hijo Benito evolucionó al PNV. Detengámonos en el abuelo del exregidor capitalino por un momento. “En Barakaldo, junto a la entrada de Altos Hornos de Vizcaya había una calle a la que le llamaban la cuesta del alpargatero, porque es allí donde fabricaba las suelas de esparto y cosía las telas para hacer ese tipo de calzado, que principalmente vendía a los obreros de esa siderúrgica. La cuesta del alpargatero era el tramo inicial de la calle Pormetxeta”, aporta su nieto.

Francisca Paula Albizu junto a su familia en Deba. DEBAKO UDALA

Con los ahorros de la fabricación artesanal y venta de alpargatas, aquel hombre, junto a su mujer, Francisca Paula Albisu, ambos emigrados de la Lazkao a Barakaldo, acabarían abriendo un café, taberna, sidrería, estanco y tienda de comestibles con libretas para clientes. “Se apuntaban lo que llevaban y pagaban al cobrar la ‘quincena’. Francisca se llevó consigo a sus sobrinas de la localidad guipuzcoana para el servicio de aquel negocio”, según informa una publicación del Ayuntamiento de Deba. “Esa evolución económica, facilitó que mi aita, el benjamín de todos sus hijos, fuese el único que pudo estudiar una carrera universitaria, en su caso, Arquitectura”.

Cumplidos los 30 años de edad de Benito, generales españoles dieron un golpe de Estado contra la Segunda República, y dio origen a la guerra. Este jeltzale se alistó voluntario al batallón Gogorki, de ingenieros. Como precisa Francisco Vargas era una unidad de zapadores y minadores que se formó a finales de 1936, centrando su actividad en Otxandio. “Su nombre hace referencia a la actividad que realizaba, ya que significa en euskara duramente, reciamente”, traduce Vargas.

Su primer comandante fue Nicolás de Sautua, a quien, a continuación, sustituyó Benito de Areso. Durante la guerra pasó por tres acuartelamientos: Salesianos de Deustu, Artaza, y las escuelas de Romo. Muchos de los hombres del Gogorki fueron capturados tras la ruptura del cinturón de hierro por parte de los franquistas. Establecido en Limpias tras la caída de Bilbao, a mediados de julio, la unidad disponía de 562 gudaris.

Tras su entrega en Santoña, Benito sufrió los penales de El Dueso, Larrinaga, Burgos y Carabanchel en Madrid, adonde le mandaron por su profesión de arquitecto a coordinar un grupo de prisioneros de guerra como él, en la construcción de la nueva cárcel de Carabanchel”, agrega el exalcalde. Aunque condenado a muerte, logró, en primer lugar, conmutar esa sentencia por otra de cadena perpetua y unos años después salir de prisión, gracias a la intercesión de un religioso. “Fue un obispo del bando de Franco que por ser de Barakaldo su familia, era muy amiga de la de mi padre. En su etapa como obispo de Pamplona, intercedió ante Franco para salvar la vida de aita que había sido condenado a muerte por el puesto que ocupó como gudari”. Ibon Areso hace referencia a Marcelino Olaechea Loizaga (Barakaldo, 1888 - Valencia, 1972) quien fue obispo de Pamplona durante la Guerra Civil y la posguerra (1935-1946) y más tarde arzobispo de Valencia hasta su retiro en 1966. Este sacerdote salesiano casó a Benito con Justa Mendiguren.

A Areso, colegiado número 716 en Madrid, el franquismo le sancionó con “inhabilitación perpetua para cargos públicos, directivos y de confianza e inhabilitación durante cinco años para el ejercicio privado de la profesión, gravándose éste al termino de dicho período con la contribución de primer grado preestablecida”, según el texto de depuración político social de arquitectos. “Aita –complementa Ibon– también estaba colegiado en Madrid, aunque su colegio de residencia era el Vasco Navarro y yo ya sabía que además de lo que pone ahí referido a Madrid, que aquí sufrió la misma represión profesional y no pudo ejercer nunca ningún cargo del tipo de Arquitecto municipal o asesor de Ayuntamientos”. En aquel listado de arquitectos sancionados por el colegio de Madrid aparecen otros profesionales de este arte reconocidos como Tomás Bilbao, Secundino Zuazo o Fernando Chueca.

Enfermedad pulmonar

Las penalidades de los años de cárcel le pasaron factura en su salud. Recobró la libertad con una enfermedad pulmonar que nunca curó y falleció 12 años después, por aquellas secuelas, en 1954. Sin embargo, su obra arquitectónica queda hoy a la vista, por ejemplo, en Bilbao, con “estilo racionalista o streamline moderne”, según especialistas de la materia. Por otro lado, la familia ha podido conservar importantes fotos, como una de su etapa como comandante. “Cuando encontré la foto de mi aita vestido como comandante del batallón Gogorki, para mí evidentemente es la foto de mi aita, pero puede tener el valor etnológico de saber cómo vestía un militar de un batallón vasco de aquella guerra. Yo esa foto la recordaba con una camisa de cuadros tipo mendigoizale, con una estrella como del sheriff –en mi memoria de niño me había quedado que era metálica, como en las películas de vaqueros, pero realmente era de tela cosida a la camisa– y le cruzaba una tira de cuero, que en realidad lo más correcto es decir que es el correaje que daba, medianamente, el carácter de militar”.

El alcalde que sucedió en Bilbao a Iñaki Azkuna y anterior a Juan María Aburto conserva, además, una curiosidad más sobre quien llegó a ser comandante del batallón Gogorki. Aita Barandiaran cita a Areso en un trabajo que el histórico antropólogo firmó sobre el despoblado Oro, que en la actualidad pertenece al término municipal de Zuia, Araba. “El 30 de mayo de 1935, don Benito de Areso, aludiendo al cerro Oro, decía lo siguiente en un periódico local: “Nuestro don José de Barandiaran cree encontrar aquí uno de los centros prehistóricos de más importancia de nuestra patria, tan rica en monumentos de esta época lejana de la historia. Yo, por mi parte, puedo decir que cuando niño, siendo estudiante de bachiller, visité en continuos paseos la montaña Oro y que más de una vez, allí, en el corte dado a la montaña para construir la carretera actual a la ermita, en su último trozo, solíamos coger fragmentos de cerámica prehistórica, a los cuales no sabíamos dar el valor que en realidad tenían”.