Del característico pueblo de Elantxobe partió un hombre que se recuerda en el municipio, pero poco más allá de sus lindes de tierra y mar. De nombre rimbombante, Gorgonio de Rentería y Léniz fue además de alcalde de la localidad pesquera, un capitán de la marina mercante y político vasco, que durante la Guerra Civil se vio en la tesitura de tratar de alcanzar el exilio, fin vital que logró instalándose en la labortana Baiona donde acabaría falleciendo el 27 de enero de 1940 a los 71 años. Firmó en ocasiones con los apodos de Errebido y Perularra.

Con autoridades municipales. Rentería es el tercero por la derecha de pie.

Nacido el 9 de septiembre de 1868, Rentería residió durante dos décadas en Filipinas, donde vivió la guerra hispano-estadounidense y la salida del Estado español como potencia colonial. A su vuelta del continente asiático, se involucró en la política como miembro de Comunión Nacionalista Vasca (CNV), escisión de EAJ-PNV. Ejerció como presidente de CNV entre 1917 y 1919, en aquella época movimiento mayoritario del nacionalismo vasco frente a Aberri. Finalmente, ambos grupos se reunificaron en 1930 y se recuperó el nombre original de EAJ-PNV, perdido tras la escisión que dio lugar a CNV y Aberri. Acabaría sucedido por Ignacio de Rotaeche como presidente de CNV.

Gorgonio fue, asimismo, presidente del PNV en los años 20 del siglo pasado y miembro de la entonces denominada Diputación Foral de Vizcaya entre 1917 y 1920, así como alcalde de su pueblo natal. Se le recuerda, además, como abuelo de Rafael Bengoa Rentería, futuro Consejero de Sanidad y Consumo del Gobierno vasco del PSE con Patxi López como lehendakari. Desde el ayuntamiento de Elantxobe guardan palabras óptimas hacia esta figura. “Fue alabado por ser un gran orador y escritor prolífico. Escribió artículos en revistas de la época como: Euskalzale, Baserritarra, Euskalduna, Ibaizabal, Euzkadi, Ekin y Eguna y en medios de comunicación similares. También destacó en poesía. De hecho, su hija, Jule Rentería, “se encargó de recopilar todos sus poemas y artículos que se publicaron en el libro Izartu, euskaldunak. Elantxobetar baten olerkiak eta artikuluak, de la mano del Instituto Labayru y la Fundación BBK. La edición fue coordinada por Igone Etxebarria”. A juicio del investigador Jon Kortazar, “sus poemas evidencian una estética romántica muy ligada a la expresión de la identidad vasca”.

Proyectar Euskadi

“Yo creo que lo más importante de mi abuelo -aparte de lo que hizo- fue proyectar Euskadi y el euskera internacionalmente, especialmente en Filipinas, e indirectamente en Estados Unidos por su relación con el presidente Taft”, aporta el exconsejero de Sanidad y Consumo del Gobierno vasco Rafael Bengoa a DEIA, quien de forma paralela a su abuelo también mantuvo relación con la administración americana 120 años después con el hoy expresidente Obama. “Taft le pidió al abuelo cartografiar el mar de toda la zona cuando los americanos ya habían ganado Filipinas para ellos y echado a los españoles”, apostilla.

Junto a Kepa Enbeita ‘Urretxindorra’.

Junto a Kepa Enbeita ‘Urretxindorra’.

El exsenador Iñaki Anasagasti, por su parte, también valora su obra. “Su actividad como nacionalista vasco sabiniano fue muy temprana e intensa. Junto a Galo de Ibiñagabeitia recorría los pueblos euskaldunes. Mientras Gorgonio hablaba, Galo amenizaba sus mítines con sus canciones. Rentería escribía además letras de canciones euskaldunes para las romerías y ya en 1897 publicó sus poesías en Euzkaltzale. De hecho, fue uno de los primeros alcaldes de Elantxobe del PNV. Una de sus iniciativas fue cuando en 1916 se construyó un nuevo cementerio para Elantxobe y como el párroco buscaba una frase en latín para colocar en la entrada del camposanto, el alcalde se la dio, pero en euskera: “’Otoi bat eta gero arte’, que se hizo popular en toda Euzkadi” con el significado literal de una oración y hasta luego.

A la muerte de su primera esposa, Gorgonio se volvió a casar y, según información de Anasagasti, en total tuvo nueve hijos, una de las cuales, “Amaya, una mujer entrañable, se casó en Venezuela con el médico exiliado Jose Mari Bengoa”. Amaya ha cumplido cien años de vida. Precisamente en Caracas se escribió para Euzko Deya un reportaje en el que Santi Ruiz de Azua, quien evocaba que “a consecuencia de la entrada de las hordas franquistas en Bilbao, viose en la necesidad de trasladarse a Baiona, donde falleció”. La publicación detallaba que a su regreso del archipiélago filipino, “siempre sirvió con desinterés y altruismo a la causa de la recuperación de las libertades vascas. Frisando los 70 años de edad, se le veía todavía interviniendo con vigor propio de los jóvenes, en los mítines de carácter patriótico que tan nítidamente solía tener lugar en Euzkadi antes de que la ocuparan los franquistas. Su anhelo de ver reconquistadas las libertades y la defensa del euskara informaron la vida pública y orientaron su acción, bien dinámica, por cierto. Es por ello, que dejó recuerdo vivo, inolvidable, entre los vascos que nos honramos en recordarle”.