Natural de Irun y residente en Gernika-Lumo, el exdiputado jeltzale Fernando Aristizabal Recarte era una personas que pasaba desapercibida allí por donde pasaba y sin embargo tenía a sus espaldas una biografía “de novela, de serie de Netfix”, valora el historiador de Gernikazarra, José Ángel Etxaniz Ortuñez ‘Txato’, amigo de quien falleció en 2007 a los 88 años y a quien entrevistó para la asociación memorialista de la villa foral.
Aristizabal fue jefe operativo del Servicio de Información Vasco en el Interior (SVI) durante la sanguinaria dictadura franquista, creado en otoño de 1936 y formado, sobre todo, por militantes del PNV, pero también de otras siglas como ANV o PSOE. “Eran espías que trabajaban para el Gobierno vasco y los aliados. Abarcaba todo el Estado. Desde Catalunya a Finisterre y por debajo hasta Gibraltar. Incluía conexiones con partidos políticos en clandestinidad, guerrilla (maquis de León, por ejemplo), y estructuras estratégicas”, valoriza Etxaniz y aporta que “en casi todos los pueblos de Bizkaia tenían una red”. Contaban con hombres y mujeres infiltrados en todos los ámbitos: económico, industrial, cultural, e incluso en círculos tan ideológicamente afines al régimen fascista como la Falange. Los espías estaban coordinados por el irundarra, conocido como Perdi, y que tenía alias como Perdiz o Codorniz.
EL SVI tuvo como figuras importantes al otro lado de la muga del río Bidasoa a los históricos Juan Manuel Epalza y Anton de Irala, “este último fundamental en la historia de estos servicios”, estima el investigador gernikarra que va más alllá en sus explicaciones: “El propio lehendakari Aguirre explicó años más tarde a Oficina de Servicios Estratégicos de Estados Unidos -precursora de la CIA- que el SVI pasó a ser una “sección del Estado Mayor del Ejército de Euskadi” a depender directamente del presidente tras la caída del Frente Norte”.
En diciembre de 1943 hubo problemas serios en el seno del Gobierno vasco tras optar por trabajar de forma única con la OSS, la citada futura CIA, en detrimento con los británicos. Los americanos financiaban los servicios vascos y del SVI. Aunque “Aristizabal lo negó” a Gernikazarra, se demostró que había servicios pagados por los estadounidenses que se entregaban a los británicos. “Se supo que Juan Ajuriaguerra pasaba los informes que pagaban los americano a los ingleses. Y en una reunión bilateral los estadounidenses cayeron en la cuenta que los británicos tenían informes que pagaban ellos. Se montó un lío de aúpa. El lehendakari Aguirre dijo que eso había que cortar y manda a Mitxelena informar a Ajuriaguerra que eso no puede hacer. Y le dijeron a Aristizabal, que como MItxelena, vivían en Donostia clandestinos. Fue tan terrible la bronca que Ajuriaguerra decide dejar el PNV y se va a Lyon, a Francia. Los burukides del partido estuvieron yendo a visitarlo para convencerle de que tenía que volver al partido. Eugenio Ibarzabal también lo ha contado recientemente en uno de sus libros”, apostilla Etxaniz. Fernando Aristizabal Recarte para entonces contaba ya con un bagaje digno de ser conocido: nació en el barrio Urdanibia de Irun en 1917. Su padre era natural de Oiartzun y su madre del caserío Aitzola de Irun. Acudió a la escuela hasta los 12 años, estudiando después Contabilidad en una academia. A los 15 años se afilió a las juventudes del PNV.
Tras el estallido de la guerra militar de 1936 tras un fracasado golpe de Estado, se puso a las órdenes de Pepe Mitxelena, quien organizó los primeros grupos de combate. Participó en acciones contra el requeté el 20 de julio de 1936, resultando herido en combate con solo 18 años.
Más adelante combatió en Azpeitia (monte Andazarrate), donde fue gravemente herido. Recuperado en Basurto, se unió al Batallón Amaiur como sargento. “Estuvo presente en la rendición de Santoña en 1937, siendo uno de los firmantes ante el coronel Farina”, valora Etxaniz. Ante la falta de mandos en Santoña, fue habilitado como comandante, “lo que agravó su situación legal y le valió la condena a muerte”.
Fue encarcelado en El Dueso, juzgado el 21 de septiembre de 1937 en Consejo de Guerra (Causa 29/37), y condenado a muerte. Pasó por las cárceles de Larrinaga (Bilbao) y Burgos, hasta que se le conmutó la pena. La conmutación fue efectiva en 1942. Salió en libertad el 29 de marzo de 1943. Una vez en libertad fue cuando ingresó en el SVI. Se trasladó a Madrid bajo cobertura de empleado de un almacén de papel, integrando una red dirigida por Joseba Rezola.
La red fue desarticulada tras varias detenciones, y Aristizabal se refugió en Zaragoza y luego en Bizkaia. En 1944 se casó con Elixabete Zarandona Bilbao. En 1945 nació su primer hijo. Durante este tiempo vivió en absoluta clandestinidad, con múltiples identidades falsas y pisos de seguridad en Donostia.
En 1953, gracias a gestiones del sacerdote Alberto Michelena (hermano de Pepe Mitxelena), regularizó su situación en Francia y obtuvo pasaporte. Se instaló legalmente en Donostia con su familia. A partir de entonces, asumió la jefatura operativa del SVI en el interior y actuó con cobertura como trabajador de unos laboratorios de análisis. Coordinó actividades clandestinas en todo el Estado. Ejerció con los seudónimos “Perdiz” y “Codorniz”, y actuó como jefe operativo del SVI “bajo la más estricta clandestinidad, utilizando la cobertura de agente comercial para desplazarse sin levantar sospechas”. Además de coordinar la red interior, fue enlace con el MI-6 británico y con la OSS estadounidense, antecesora de la CIA. Bajo su responsabilidad estuvieron figuras clave como Genaro García de Andoain (posteriormente responsable de la Ertzaintza y asesinado por ETA), Joseba Elosegui (encargado de pasos de frontera y luego senador) y Manu Eguilleor.
El Servicio de Información “abarcaba no solo la península ibérica y Francia, sino también Inglaterra y varios países de América como Estados Unidos, Cuba, República Dominicana, Argentina, México y Venezuela”, asegura Etxaniz.
En 1958, el lehendakari Agirre comunicó a Aristizabal y a Cándido Etxeberria que el acuerdo con los norteamericanos había llegado a su fin y que debían preparar la disolución del SVI. En octubre de 1959 se cerraron las oficinas del servicio en París.
Esta decisión vino tras el reconocimiento del régimen franquista por las democracias occidentales, lo que provocó la pérdida de esperanza del Gobierno vasco en el exilio.
Tras la disolución del SVI, Aristizabal trabajó en Industrias Luke S.A. y más adelante como socio y director de Aceros Arga S.A. Retomó su militancia en el PNV.
Durante la Transición, fue elegido diputado en las elecciones generales de 1979, representando al PNV por Bizkaia. Estuvo presente en el Congreso de los Diputados durante el intento de golpe de Estado del 23-F en 1981. En 1985, tras la escisión del PNV, abandonó la política activa y se dedicó a la recuperación de la memoria histórica. “Durante su última etapa de vida, se dedicó al estudio de todo lo publicado sobre el periodo 1936-1960 para impedir la falsificación de la historia”, concluye Etxaniz.