Hay historias que reconfortan los corazones. En este caso gracias a un reportaje publicado en DEIA se han conocido dos vascas extraordinarias en Barcelona: Teresa Alonso y Amaia Leturiondo. La primera es una donostiarra de 98 años con una vehemencia máxima, niña de la guerra que fue exiliada a la URSS y con una biografía de las más duras que hayamos entrevistado. La segunda, de Algorta, es sobrina nieta de Ignacio Agirregoikoa, de Soraluze, quien llegara a ser piloto del ejército rojo ruso. Este guipuzcoano viajó con Teresa en el histórico barco Habana que partió de Santurtzi. En esa singladura se enamoraron y el amor de Teresa sigue intacto a día de hoy, ella que padeció dos guerras, sufrió intentos de violaciones, le explotó un obús cuando era un esqueleto humano de 37 kilos, resistió temperaturas de 40 grados bajo cero, o comió sopa de suela de zapato o serrín con harina, pero su historia de amor con Agirregoikoa la mantuvo con vida, hasta que supo que Ignacio había muerto en un combate aéreo el 9 de marzo de 1944. “Entonces me tuvieron que poner camisa de fuerza durante dos meses”, narra Alonso.

El 13 de julio, esta maravillosa mujer recibió la visita de una familiar de su amor idílico: Amaia Leturiondo. “Soy sobrina nieta de Ignacio Agirregoikoa. Mi amama era su hermana mayor”, destaca Leturiondo, y va más allá en su recuerdo del encuentro vivido en la ciudad Condal. “Es increíble con lo que ha vivido que siga viva y con sus convicciones intactas. Me encantó. Además, casualmente fui a visitarla el día de mi cumpleaños”. Inmejorable regalo.

Leturiondo anuncia a este diario que quiere viajar a Estonia, país en el que su tío abuelo cuenta con una calle a su nombre. “Hemos sabido que le quieren quitar la calle, por la rusofobia existente tras la guerra de Ucrania. Queremos presentar nuestros argumentos para que la mantengan haciendo hincapié en el aspecto humano”. Podría ser el año que viene.