Hace un par de años, nadie hablaba de ello. Ni siquiera aparecía en la mayoría de tiendas. Hoy, sin embargo, es difícil abrir TikTok o Instagram sin toparte con algún vídeo en el que alguien prueba por primera vez unas chuches liofilizadas. Lo muerde, suena un crujido inesperado y, acto seguido, aparece la cara de sorpresa. Lo que era un dulce blando de siempre se ha transformado en algo completamente distinto gracias a un proceso de liofilización que hasta hace poco solo se utilizaba en otros productos de alimentación. El resultado es tan curioso que engancha.
Lo interesante no es solo el cambio de textura o de sabor, sino el efecto que provoca: da ganas de contarlo, de grabarlo, de compartirlo. Y así es como, en pocos meses, ha pasado de ser una rareza de mercado que se vendía en puestos concretos a un producto de moda que muchos buscan activamente, incluso encargándolo por internet.
Del laboratorio a la bolsa de chuches
El proceso que está detrás no es nuevo. Se llama liofilización y se usa desde hace décadas para conservar alimentos, sobre todo café, frutas y platos preparados para exploradores o astronautas. La técnica consiste en congelar el producto y extraer toda su humedad al vacío, lo que hace que se mantenga durante mucho tiempo sin perder sabor.
En el caso de estas golosinas liofilizadas, el efecto es inesperado: el dulce se expande un poco, cambia por completo su estructura y deja de ser blando. Al morderlo, en lugar de esa resistencia elástica que todos conocemos, aparece un crujido seco y adictivo. El sabor, además, se concentra. Una simple nube de azúcar, que antes era suave, se convierte en un bocado intenso que se deshace rápido en la boca.
La gasolina de las redes sociales
Lo que de verdad ha impulsado esta tendencia de chuches liofilizadas no es la técnica en sí, sino cómo se ha contado. Un vídeo de 10 segundos mostrando el antes y el después es suficiente para despertar la curiosidad. Si a eso le añadimos la reacción al morderlas el resultado es contenido viral que se comparte una y otra vez.
En TikTok, los clips de “primera vez probando chuches liofilizadas” suman millones de visualizaciones. En Instagram, las fotos y los reels muestran colores vivos, formas extrañas y texturas únicas que parecen sacadas de otro planeta. El producto se ha vuelto altamente fotogénico, y eso es oro puro para la viralidad. Además, muchos influencers han aprovechado para hacer comparativas entre marcas, retos de sabor o incluso recetas caseras con chuches liofilizadas.
Oportunidad para pequeños negocios
El auge de este dulce ha abierto una puerta interesante para quienes buscan emprender con poca inversión. Una máquina de liofilización, algo de materia prima y creatividad bastan para empezar. Algunos vendedores ofrecen surtidos con varias chuches liofilizadas en la misma bolsa; otros prefieren especializarse en un solo tipo y potenciarlo con sabores nuevos.
El formato facilita la venta online: pesan poco, no necesitan refrigeración y tienen una vida útil larga. Esto permite a pequeños negocios vender en todo el mundo, incluso con envíos económicos. En mercados y ferias, su éxito también es evidente: basta con dar a probar una para que la gente se acerque y pregunte.
Un sabor que sorprende y divide
Como toda novedad gastronómica, no todo el mundo reacciona igual. Hay quienes las adoran desde el primer bocado y quienes prefieren la versión clásica. Parte de su atractivo está en ese contraste: la gente quiere saber de qué lado estará. Algunos dicen que son más dulces de lo esperado; otros, que se comen tan rápido que cuesta parar. Lo cierto es que no dejan indiferente.
¿Moda pasajera o producto con futuro?
Las modas en alimentación suelen tener ciclos cortos, pero hay casos que logran quedarse. En este, hay varios factores a favor: son divertidas, fáciles de compartir y de regalar, no caducan rápido y no requieren consumo diario para disfrutarse. Sin embargo, depender solo de la novedad puede ser arriesgado. Las marcas que quieran mantenerse tendrán que innovar: sabores gourmet, combinaciones con chocolate o presentaciones especiales para fechas señaladas.
Este dulce reinventado es la prueba de que a veces basta un cambio pequeño para dar una segunda vida a un producto que parecía tenerlo todo dicho. La liofilización ha convertido una chuche común en un bocado sorprendente, que ha encontrado en las redes sociales su mejor escaparate y en los emprendedores más rápidos, sus mejores aliados.
Ahora la incógnita es si dentro de unos años seguirá presente o si acabará siendo uno de esos caprichos que recordamos con nostalgia. De momento, todo parece indicar que, al menos por ahora, la moda de las chuches liofilizadas tiene cuerda para rato.