Cinco encuentros tuvo que tener el Barcelona para ganar al Olympique de Lyon (2-0). Cinco encuentros para poder ganar a las dominadoras de Europa, con ocho Champions League en su palmarés, y comenzar una nueva época continental. Con otras reinas. Tuvo que ser, además, en San Mamés, un escenario que se está convirtiendo en inmejorable para estas gestas y que exhibió un lleno absoluto para ver cómo las de Jonathan Giráldez levantaban su tercera Orejona, la segunda consecutiva. 

Fue Aitana, la de siempre, la que hizo la diana y marcó el camino a seguir. Porque a la catalana le encanta San Mamés. Ya hizo le hizo aquí un doblete al Athletic en las semifinales de la Copa (0-3) y ante el Lyon se encaminó hacia su segundo Balón de Oro con un gol de los suyos. De los que le gustan. Llegando desde segunda línea. Alexia Putellas hizo el segundo, en el último suspiro del partido, y llevó la locura a un San Mamés blaugrana.

Irene Paredes casi se queda sin final 

Pero el Barça tuvo que sufrir mucho para ganar al Lyon. Muchísimo. De hecho, en la primera jugada del partido casi pierde a Irene Paredes por una durísima entrada de Dumornay, directa al tobillo. La central vasca quedó tendida en el suelo, pero en cuanto La Catedral coreó su nombre, se levantó como un resorte. Que en una final de Champions no hay dolor que valga. Y menos para una de Legazpi. Y menos mal que se recuperó porque el Lyon hizo demasiado daño por alto. Cata Coll empezó nerviosa y dejó escapar demasiados balones. En uno de estos llegó la primera ocasión francesa, un mal despeje le cayó a Cascarino que, con la portería vacía, no fue capaz de rematar bien.

Rolfö sufría mucho por su banda por culpa de una Diani que le supo encontrar las cosquillas. Por ahí percutió el Lyon una y otra vez, pudiendo marcar en hasta dos ocasiones. Pero en una el balón de Dumornay decidió golpear el larguero y en otra Van de Donk no fue capaz de aprovechar una parada de Coll en dos tiempos.

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En imágenes: Aficionados de Barcelona y Olympique de Lyon toman Bilbao para vivir la final de la Champions femenina Jose Mari Martínez | Oskar González

Ritmo trepidante

Con todo, el Barcelona también tuvo sus ocasiones, sobre todo gracias a Graham. La extremo fue la mejor del Barcelona por su banda derecha donde, con sus continuas diagonales, sorprendía a toda la defensa gala. A pesar de ello, casi nunca logró marcharse de Renard, bien escoltada por Damaris Egurrola. La capitana que echó el cerrojo hasta que Bonmatí quiso. Antes lo habían intentado Graham, Patri Guijarro con una jugada maradoniana que acabó en manos de la guardameta gala y la propia Bonmatí, que vio cómo Bacha sacaba en línea de gol y con el pecho su disparo desde la frontal.

Así que al descanso el partido llegó como empezó, con 0-0. Pero qué ritmo. San Mamés estaba agotado, apenas podía respirar. Y entonces Bonmatí le puso a hiperventilar. En el 62, Mariona trianguló con Guijarro para dejarle la pelota a la Balón de Oro, que llegó desde segunda línea para disparar con la zurda al fondo de la red.

El Lyon se revolvió hasta el final

A pesar de ello, el gol le sentó mucho mejor al Lyon que al Barça. Sonia Bompastor echó el resto y sacó a Hegerberg, que llevó el miedo a La Catedral culé. Entre ella y Dumornay se las ingeniaron para tener más ocasiones en diez minutos que en toda la final. Los centros al área eran rematados siempre por las francesas y cada balón que recuperaban era sinónimo de peligro. Entonces emergió de nuevo la figura de Paredes, que se hizo líder de la defensa blaugrana, y no dudó en achicar balones. El Barcelona estaba como nunca se le había visto: encerrado en su área, sufriendo para parar las embestidas de su rival. El empate era cuestión de tiempo, pero eso era lo que escaseaba en el partido.

Sin embargo, en uno de esos balones en largo de la legazpitarra, el balón cayó en los pies de Pina, que consiguió controlarlo y comenzar la carrera. Fue una contra de libro, en la que con su galopada se llevó a toda la defensa, incluida a Renard; para después parar, ver llegar a Alexia, y cederle la gloria. La capitana del Barça solo tuvo que fusilar. Pero lo hizo sin miramientos y la celebración fue de Champions. Como San Mamés.