Néstor Lucas (Yunclillos, 5 de enero de 2003) es un chico tímido, de pocas palabras, pero que se suelta a lo largo de la conversación con DEIA, que tiene lugar en los aledaños de la Casa de Juntas de Gernika. “Tengo que conocer un poco más su historia, que debe ser muy interesante”, dice el toledano tras posar junto al simbólico árbol. Centrocampista de talento y estudiante de fisioterapia, es el futbolista, junto a Gaizka Argente, con más minutos del equipo foral, en el que recaló el pasado agosto como cedido del Real Madrid, al que pertenece desde hace más de una década, y se ha adaptado “muy bien” a la villa, donde vive solo en un piso y donde está cerca de Jon Altamira, Koldo Berasaluze y Xabi Arberas, compañeros de equipo residentes en Gernika, y de miembros de la Junta Directiva que le ayudan en el día a día. Recuerda que en la selección española sub’16 tuvo a Julen Guerrero como entrenador y compartió vestuario con Nico Serrano y Hugo Rincón, futbolistas que pertenecen al Athletic, y subraya que en el equipo vizcaino se siente liberado después de que en el Madrid “me metía mucha presión a la espalda”.

¿Por qué un chico del Real Madrid recala en el Gernika?

—Es parte del proceso. Llevaba diez años jugando en el Real Madrid desde muy pequeñito, estaba muy contento, pero sí llevaba un par de años en que las lesiones no me han ayudado mucho, lo he pasado bastante mal. También el hecho de pasar a senior el curso pasado fue complicado, me costó mucho. Me he roto el tendón del isquios dos veces. Siempre han llegado cuando estaba en mi mejor momento, porque soy muy exigente conmigo mismo, quiero dar más y más, a ese nivel quizá de pasarme y romperme.

¿Fue el Gernika el que se puso en contacto con usted?

—Fue a finales de agosto, yo estaba tranquilo, se trataba de cambiar la rutina, todo... después de diez años en el Real Madrid me lo tenía que pensar mucho. Me gustó que me llamara el Gernika, pensaba que era un cambio radical. Me gusta el fútbol que se juega aquí, que es diferente, ni mejor ni peor, y pensaba que me iba a ayudar muchísimo futbolísticamente. En el Madrid se juega a otra cosa.

¿Le sirve también para tener pelos en el pecho futbolísticamente hablando?

—Es una cosa que a los canteranos del Real Madrid nos piden salir del confort, que no es del todo bueno estar en esa burbuja. Me está ayudando y estoy creciendo futbolísticamente, pero también a la hora de valorar otras cosas, hay que pasar por este proceso por lo menos una vez.

¿Cree que ha acertado pasados ya siete meses?

—En el fútbol no sabes si vas a acertar o no en tus decisiones. Soy muy perfeccionista y siempre quiero lo perfecto, lo mejor. Estoy contentísimo, desde el primer día que llegué, en un triangular en Derio, los compañeros han estado encima mío.

¿Cómo ha sido la experiencia en el día a día?

—Conozco mucho esta zona hasta Bermeo. Me gusta mucho la playa, que no tenemos en Toledo, porque me ayuda en el aspecto mental, su tranquilidad. Es un pueblo, como el mío (Yunclillos, en Toledo, de apenas un millar de habitantes), tranquilo, que me ayuda mucho a afrontar cómo es el fútbol, a mentalizarme, a dar pasos adelante.

Y vive solo en un lugar que no conocía ni por asomo.

—Pensaba que me iba a costar más, pero me he encontrado con gente muy amable, muy empática contigo, que en todo momento te intenta ayudar, empezando por la dirección deportiva. Ha sido un cambio drástico que me tuve que pensar y en un mes ya estaba tranquilo, sabía que había hecho una buena elección. Me refuerza en el aspecto mental, que era lo que buscaba.

¿Qué es lo que más le ha costado hasta el momento?

—A lo largo de mi vida futbolística se han dado momentos en que me ha costado mucho a nivel mental, en el Madrid hay mucha presión, en ocasiones se pasa jodido, pero llegas aquí y te tomas el fútbol de otra manera, disfruto más el ir a jugar. En el Madrid me metía mucha presión a la espalda, la exigencia es muy grande y la tienes que cumplir.

¿Ha tenido la oportunidad de ver algún encuentro del Athletic en San Mamés?

—Todavía no, pero esa es una de las cosas que tengo que hacer al cien por cien y el lunes que jugó el Athletic (ante el Girona) me dio mucha envidia. Vine el 15 de agosto y el fin de semana anterior justo había jugado el Madrid en Bilbao. Una pena.

Ha cumplido objetivos personales, ya que ha jugado prácticamente todo. ¿Se esperaba el protagonismo del que presume?

—Sales de la burbuja del Madrid, llegas a un equipo senior, donde están jugadores veteranos y piensas que es complicado habituarse. Pero aquí me he sentido respaldado, más tranquilo, y ello me ha ayudado a que esté jugando casi todo.

¿Cómo es el vestuario del Gernika?

—Encantador, somos una cuadrilla. Soy fácil de tratar, aunque no suelo hablar mucho. Desde pequeño he sido tímido, mucho más que lo que soy ahora. Me gusta hablar con los compañeros para mejorar, sacar lo mejor del equipo, porque hay altos y bajos en los jugadores, animarlos cuando están en el peor momento.

Defínase como futbolista.

—Soy muy exigente conmigo mismo, eso me hace ser en el campo muy intenso, en ocasiones demasiado porque quiero estar en todas las jugadas y eso no es bueno. Soy un jugador que sabe leer bien el fútbol, me ayuda a compensar lo otro. Siempre quiero mejorar y lo que quizá me falta es un poco más de picardía, de sangre.

Pues aquí le pincharan en ese aspecto. ¿Qué le pide Germán Beltrán, su entrenador?

—No solo Germán, sino que es una de las cosas que más me gusta aquí, es su ADN. Los compañeros, la dirección deportiva… te exigen el máximo no solo a nivel futbolístico, sino también en compromiso, ese esfuerzo que es innegociable.

Aquí se trabaja de una manera muy diferente a la de Valdebebas.

—Así es, ni mejor ni peor, pero es una manera que a mí me gusta porque te ayuda a mejorar mucho como futbolista.

¿Qué le parece este grupo II de Segunda RFEF?

—Creo que es más complicado en comparación a otros grupos de la categoría, se juega un fútbol directo y exigente en todos los campos.

¿Su futbolista referencia?

—Soy de los que no tengo un futbolista referencial, porque considero que no hay un futbolista completo. Hay uno que destaca más, sí, pero me fijo más en tres o cuatro jugadores que en solo uno.

¿Se ve en el fútbol profesional?

—El éxito de llegar arriba es muy difícil, se trata de ir trabajando en el día a día, solo mirando a corto plazo, y seguro que ese día llegará.

Tiene contrato con el Real Madrid hasta 2025. ¿Le siguen con cierta periodicidad, sabe qué idea tiene de usted para el próximo curso?

—Tengo entendido que sí ven partidos del Gernika, que están atentos. No se sabe la idea para el año que viene y cuando llegue el momento habrá que estudiarlo.