El Amorebieta cerró el pasado jueves el año 2023 de una manera cruel. El conjunto vizcaino hincó la rodilla en Lezama frente al Alcorcón, uno de sus rivales directos, para consumar la primera vuelta con sensaciones muy negativas y situado en la penúltima posición de LaLiga Hypermotion con los mismos puntos que el colista Cartagena, un escenario que retrata la caída sin frenos que sufre el equipo zornotzarra, al que tampoco le ha surtido el efecto esperado el cambio de entrenador, que asume que su momento es delicado y poco propicio para pensar en la salvación, que encadena cinco jornadas sin vencer y en las que solo ha sumado un punto. Así las cosas, los azules, que ayer se ejercitaron en Urritxe en su última sesión antes de iniciar las vacaciones navideñas, son conscientes de que su actual inercia, dañina para sus intereses, requiere de un cambio radical si quieren tener opciones para evitar el descenso en las 21 jornadas que restan y en las que deben sumar un mínimo de treinta puntos, el doble de sus quince actuales, para albergar esperanzas de lograr una permanencia que a día de hoy dista a ocho puntos. La plantilla del Amorebieta, sin embargo, volverá al trabajo dentro de unas jornadas con el foco puesto no en la competición liguera, que no retoman hasta el próximo 13 de enero, sino en la Copa, ya que se medirá al Celta, un Primera, en Urritxe el 7 de enero dentro de la tercera eliminatoria de un torneo del K.O. que le sirve de vía de escape a sus penurias en liga.

La radiografía de la primera vuelta de este Amorebieta proyecta una línea descendente de un equipo que arrancó el curso con muy buena cara después de no perder en la tres jornadas iniciales en las que cosechó cinco puntos, un tercio de sus presentes quince, para ir de más a menos de forma deprimente y sin apenas soluciones para frenar la sangría que comenzó tras la victoria sobre el Mirandés. Entonces, los vizcainos encadenaron nueve jornadas sin conocer la victoria, con solo tres puntos sumados, y que fue el principio del fin, pese al triunfo puntual ante el Tenerife y a la alegría del éxito ante el Levante en su debut en Copa, de la etapa en el banquillo de Haritz Mujika, destituido dos semanas atrás tras la derrota de los azules en el José Zorrilla ante el Valladolid. La dirección deportiva liderada por Asier Goiria se ha decantado por apostar con cierto riesgo por Jandro Castro, un técnico novel y sin experiencia como entrenador en el fútbol profesional. El asturiano ofrece una idea diferente a la de su predecesor, aunque no le ha servido para conseguir su primera victoria en los duelos, ambos en Lezama, ante Zaragoza (1-1) y Alcorcón (1-2).

Jandro conoce que tiene mucho trabajo por delante para sacar del pozo a un Amorebieta que en la primera vuelta solo ha sido capaz de amarrar el 23,8% por ciento de los 63 puntos posibles. Se trata, además, del peor equipo como visitante de la categoría –ningún triunfo, dos empates y ocho derrotas–, un dato nada halagüeño de cara su regreso a la liga con la visita al Oviedo, al mismo tiempo que proyecta un marcado déficit de cara a portería. La estadística, en este sentido, es un contundente ejemplo de esa debilidad. Félix Garreta, que ha marcado en los dos últimos partidos, es su máximo anotador con tres goles cuando se trata de un central, en tanto que sus jugadores ofensivos solo han visto puerta en nueve ocasiones, la mitad del total del equipo, con el agravante de que Marco Da Graca, un nueve puro cedido por la Juventus, está inédito de cara al gol. Son peores números que los alcanzados por el Amorebieta en la primera andadura de su historia en Segunda División hace dos temporadas, cuando cerró la primera vuelta con 19 puntos, cuatro más que en esta, para expirar la liga con 43, que no le alcanzaron para esquivar el descenso. Entonces, la salvación quedó en los 45 puntos del Málaga, con lo que el colectivo azul necesita duplicar su rendimiento para poder optar a la permanencia.