Cuando la edición 2022-23 de la Bundesliga arranque mañana viernes por la noche con la visita del Bayern Múnich al Eintracht, comenzará un nuevo ejercicio de desafío a la dictatorial hegemonía que ejerce el conjunto bávaro sobre el fútbol alemán desde hace una década. La última vez que un título liguero no cayó en las garras del Bayern data del año 2012, punto álgido del Borussia Dortmund de Jürgen Klopp. Desde entonces, la competición se ha convertido en un monólogo en el que, con mayor o menor emoción, el desenlace siempre es igual: los jugadores del equipo muniqués bañados en cerveza mientras posan con la Meisterschale, el trofeo de la Bundesliga con forma de ensaladera.

De cara al curso que está a punto de comenzar, con las salidas de Robert Lewandowski (del Bayern al Barcelona) y de Erling Haaland (del Borussia al Manchester City) debilitando la competición, el conjunto de Julian Nagelsmann sigue siendo el máximo favorito para abrazarse a la gloria. La marcha del delantero polaco tras un auténtico culebrón hará daño porque tocará sustituir sus 50 goles (35 en la Bundesliga) de la pasada campaña, pero la Dirección Deportiva de la entidad no ha sido nada timorata este verano. Sadio Mané llega desde el Liverpool previo pago de 32 millones como fichaje de relumbrón para un ataque bien nutrido con los Thomas Müller, Serge Gnabry, Leroy Sané, Kingsley Coman y un joven Jamal Musiala que va ganando protagonismo –también han invertido 20 millones en el punta galo de 17 años Mathys Tel, que llega del Rennes–. Además, han pagado 67 millones por el central de la Juventus Matthijs De Ligt, mientras que del Ajax aterrizan el mediocentro Ryan Gravenberch y el lateral derecho Noussair Mazraoui. Su triunfo por 3-5 ante el Leipzig en la Supercopa alemana puede marcar la senda de la temporada.

Y es que sus rivales parecen no haber reducido la distancia que les sacaba el conjunto bávaro, sobre todo un Borussia Dortmund que tras perder a Haaland ha recibido el mazazo de la grave enfermedad, cáncer testicular, de Sebastien Haller, el punta fichado del Ajax (31 millones) para sustituirle. Esta fatalidad pone más responsabilidad sobre los hombros de Karim Adeyemi, punta reclutado del Salzburgo (30 millones) y para ayudarle podría llegar Gio Simeone o incluso Memphis Depay. Edin Terzic, en su regreso al banquillo, necesitará un paso al frente de los prometedores Jude Bellingham y Giovanni Reyna alrededor de Marco Reus y Julian Brandt, y también que Niklas Süle, reclutado desde el Bayern, apuntale la defensa. Tampoco el RB Leipzig parece hacer recuperado terreno. Han conseguido mantener en nómina a Christopher Nkunku, Dani Olmo y Andre Silva y su gran apuesta ha sido el cotizado lateral izquierdo David Raum (26 millones, desde el Hoffenheim), pero Nordi Mukiele (PSG) y Tyler Adams (Leeds) han cogido la puerta de salida.

Con históricos como Schalke 04 y Werder Bremen regresando a la máxima categoría (bajaron Arminia Bielefeld y Greuther Furth), Hertha Berlín, Wolfsburgo y Mönchengladbach deben luchar para regresar a puestos europeos, pugna donde también se espera a Bayer Leverkusen o Eintracht, último campeón de la Europa League. A la Bundesliga pocas veces le falta emoción en la mayoría de sus vertientes. Solo la primera posición se escapa de esa dinámica. La dictadura del Bayern lleva una década vigente y el desafío es hacerla caer.