CUENTA una antiquísima fábula de la mitología romana que la vida del ser humano está sujeta por tres hermanas hilanderas. Por ello se decía que cada uno de los mortales pendía de un hilo y también de los designios de estas hermanas. Al defensa del Zalla, Eneko García, le ocurrió algo parecido el pasado domingo en la primera mitad del partido frente al Basurto. Su vida pendió del hilo de Román Gutiérrez, antiguo masajista del club de Enkarterri, y de Tomi Becerro, actual fisio del Zalla. DEIA logró reunir ayer a los protagonistas del suceso ocurrido en Landaberri en el que el jugador encartado sufrió una parada cardiorrespiratoria y fue recuperado en primera instancia por Tomi y Román y seguidamente trasladado en ambulancia hasta el hospital de Cruces. El final fue feliz. Eneko hoy está en su casa, con su novia María, esperando que dentro de un mes llegue su futuro hijo Ager.

Román estaba tranquilamente con su cuñada y sus sobrinos en la grada de Zalla. Le pilló de improvisto ver a un jugador encontrarse mal, tirar fuera el balón, retirarse y un rato después volver a jugar de nuevo. “Tomé dos sobres de azúcar y noté ese subidón que te pega y me guardé uno más en la media, pero cuando volví y pegué la primera carrera estaba desequilibrado. No iba. Vino un contrario y sin querer le pegué un golpe. Si estoy bien, yo le sacó ese balón porque se le fue largo, pero no fui capaz de enfocar y me sacaron tarjeta. No pude ni pedirle perdón, porque mi cuerpo no reaccionaba y pedí el cambio, me arrodille y salí a gatas. Fuera ocurrió todo. Yo oía todo, pero mi cuerpo no era capaz de reaccionar. En un momento estaba seco en el suelo”, rememora Eneko, protagonista del suceso.

Se trataba de una parada cardiaca transitoria, posiblemente provocada por un síncope. El masajista local Tomi Becerro fue el primero en atender a Eneko. Le colocó a la perfección de forma lateral para no tragarse la lengua. Entonces bajó Román y entró en acción. “Le presioné en uno de los puntos de acupuntura para molestarle y le di pequeños tortazos. Tímidamente nos pareció cogerle el pulso, pero hubo un momento que lo perdí. Seguí el protocolo, hablarle y ver si reaccionaba, con pellizcos, presión bajo la nariz, pero no sentíamos que reaccionara, le levantábamos el brazo y se le caía. Finalmente, le hice una vez el boca a boca y el masaje cardiaco y a la segunda Eneko pegó un espasmo y empezó a respirar. Oí su latido y notaba su pulso. Hasta que vino la ambulancia. El susto fue bestial”, relata Román. La gente del campo estaba destrozada. Muy tocada. Tomi rompió a llorar. La presión le había superado.

Con la sensación del trabajo bien hecho y haber salido con éxito de un verdadero apuro, Román, que ha sido masajista con Suances, Javi González Etxebarria y, sobre todo, con Urtubi, cuenta otros casos parecidos que ha sufrido: “Todos los años en el Zalla me he ido reciclando, junto con los padres y los delegados también. Esos cursos han sido esenciales. Eneko volvió a los cuarenta segundos, pero estuvo un tiempo sin pulso y si dejas sin bombear al cerebro puede haber daños colaterales. Otra vez en un Zalla-Zarautz un jugador guipuzcoano se quedó sin aire tras un golpe directo, menos mal que en la mochila llevaba el resucitador. Y en otra ocasión, un jugador del San Pedro estuvo a punto de tragarse la lengua y tuvimos que usar el tubo de Guedel en las Llanas”.

a la espera de la revisión Nacido en Ortuella hace 31 años, Eneko había pensado en dejar el fútbol esta temporada. Ahora, con el cuerpo descansado tras lo ocurrido y a la espera de la revisión del cardiólogo, aún no lo tiene claro. “Tenía intención de dejarlo, al ser aita y el trabajo? pero llevo desde los 5 años jugando y es mi vida. Dependerá de lo que me diga el cardiólogo, pero me gustaría terminar este año por compromiso. Tengo un amigo de toda la vida, Jon Casas, que quedamos en jugar juntos en el Zalla y me gustaría terminar con él. Lo tenía decidido”, comenta el defensa.

No hay mucha explicación sobre lo ocurrido, tan solo que, como dice la fábula, la vida pende de un hilo. “Pensaba que nunca me iba a pasar esto y les pregunté a los médicos de Cruces ¿por qué? No fumo, no bebo, me alimento, me cuido, entreno? y no me dieron respuesta; tan solo que el cuerpo ese día no estaba bien. El cuerpo no es una máquina. Ese día se descompensó de tal manera que no estaba”, finaliza un sonriente Eneko.