BILBAO. Tras 18 meses en el cargo, los malos resultados; los sucesivos actos de indisciplina y la comparación eterna con Marcelo Bielsa fueron un lastre insalvable para Claudio Borghi, cesado finalmente como seleccionador de Chile tras la derrota encajada en el amistoso ante Serbia (1-3), y que desembocó además en la lesión en el tobillo de Alexis Sánchez, que dejará al azulgrana un mes fuera de los terrenos. Aunque dirigió a la mejor generación de futbolistas de la historia de La Roja -la verdadera-, Bichi nunca encontró un estilo propio y lúcido a los ojos del espectador, sin verticalidad y sin ese control de balón que tanto gustó en la etapa del actual técnico del Athletic, a quienes muchos aficionados ruegan por su retorno al recordar todavía las lágrimas que presidieron su acto de despedida.

Tres nombres se barajan para relevar a Borghi: Jorge Fossati, míster uruguayo de Cerro Porteño; Gerardo Martino, entrenador de Newell's Old Boys; pero, sobre todo, Jorge Sampaoli, técnico argentino de Universidad de Chile y que tiene como libreto las directrices ofensivas de Bielsa, de quien solo habla maravillas. Poco tiempo tiene Chile para variar el rumbo tras cinco derrotas consecutivas, pero además necesita una catarsis que entierre los episodios de alcohol, fiestas y carencias de motivación, un cóctel que no acontecía en la era Bielsa y que torpedeó el juego y la convivencia, de ahí que los dirigentes quieran aprobar un código de conducta para los mismos jugadores que dicen echar de menos al preparador de los leones. En el álbum de las pesadillas queda aquella noche en que Valdivia, Jara, Carmona y Beausejour llegaron ebrios a la concentración O cuando Vargas y Medel estuvieron de fiesta hasta la madrugada.

El equipo busca un líder más allá del propio Alexis y Vidal, como lo fueron antaño Zamorano o Caszely, y a nadie se le escapa que la crisis deportiva tiene aristas políticas que han incidido en la popularidad del gobierno, según apuntan encuestas de distinto signo. De hecho, la sospecha de que el actual presidente del país, Sebastián Piñera, estuvo tras la salida de Bielsa jamás quedó del todo descartada. No en vano, Piñera era dueño de referencia del Colo Colo, una de las entidades que encabezó la destitución de Harold Mayne Nicholls, el dirigente que trajo a Bielsa y admirador confeso de la exmandataria Michelle Bachelet, la adversaria de Piñera.

"Perdimos la disciplina que supimos conseguir con Bielsa", coincide la marea chilena. El cariño y el respeto que se ganó en el banquillo formó una visión unánime hasta el punto de que Borghi no dudó en atizarle. "Bielsa ha dejado mas viudas que la Segunda Guerra Mundial, se debe a su arrastre y a lo que hizo. Mi interés no es compararme con él", dijo para responder a los que extrañaban al argentino, esos que lloraron en su adiós y que lo harían de alegría si lo vieran de nuevo al mando.