Bilbao. La Eurocopa de 2008, que de nuevo se repartió entre dos países (Suiza y Austria), enterró definitivamente en los libros de historia el gol de Marcelino y el tópico de la furia como argumento futbolístico. 44 años después de que el delantero del Zaragoza marcara el gol que dio el único título a la selección absoluta española, Fernando Torres abrió un nuevo capítulo que sigue abierto cuatro años después. España ganó en la final a Alemania en uno de los desenlaces menos discutidos de la competición. Los de Luis Aragonés fueron superiores a todos sus rivales y solo Italia, que como campeona del mundo en ejercicio se resistió hasta los penaltis en el casi siempre fatídico cruce de cuartos de final, discutió esa clara supremacía.

España, por fin, encontró su estilo y lo impuso en un torneo de marcado cariz ofensivo. Grecia, la campeona de 2004, regresó a la realidad y fue la única que no puntuó. Peor fue lo de Inglaterra que ni siquiera se clasificó y también lo de Francia que comenzó una caída que aún no ha parado y rascó un mísero empate a cero como botín. Turquía y Rusia, los otros semifinalistas, y Holanda también contribuyeron también al espectáculo.

Villa fue el máximo goleador y Xavi Hernández fue elegido el mejor jugador de la Eurocopa como representación de esa manera de hacer que llevó a España a cerrar muchos años de decepciones. "Nos coronamos sin tener que recurrir a la furia española. Pero si hubiésemos perdido ante Italia todo sería diferente", resumió el centrocampista del Barcelona.