El aumento de las temperaturas, los inviernos suaves y la expansión de fauna silvestre hacia entornos urbanos están transformando el mapa de riesgos en Euskadi. Las garrapatas, tradicionalmente ligadas al entorno rural, se están dejando ver cada vez con más frecuencia en parques urbanos, senderos periurbanos y zonas verdes cercanas a las ciudades. Bizkaia no es una excepción. “Han venido para quedarse”, advierten desde las instituciones sanitarias y medioambientales, que ya colaboran con redes de investigación internacionales para analizar su expansión.
La especie más común en el territorio es Ixodes ricinus, un pequeño arácnido que actúa como vector de enfermedades, entre ellas la enfermedad de Lyme. Aunque no todos los ejemplares están infectados, una picadura que pase desapercibida puede tener consecuencias neurológicas, articulares o cardíacas si la bacteria Borrelia burgdorferi accede al organismo.
“Es esencial reforzar la concienciación ciudadana. Vigilar y saber cómo retirar una garrapata”
“En Euskadi no se ha registrado un aumento alarmante de casos, pero hay un riesgo. Por eso es esencial reforzar la concienciación ciudadana. Revisar el cuerpo al regresar del monte y saber cómo retirar una garrapata de forma segura puede marcar la diferencia”, subraya Ana Collia, directora del Área de Salud y Consumo del Ayuntamiento de Bilbao.
Las condiciones que favorecen a estos parásitos se están cumpliendo cada vez con más frecuencia: inviernos cálidos, primaveras húmedas, más tiempo al aire libre y animales silvestres –como jabalíes– colonizando entornos urbanos.
“Hay que vigilar para que lo que es un problema rural no llegue a parques y jardines. En zonas verdes se pueden aplicar acaricidas, pero no se puede desinfectar todo el entorno sin comprometer el equilibrio ecológico. Y las mascotas juegan un papel clave, muchas veces son ellas quienes transportan las garrapatas hasta el hogar”, explica Txomin Martín, técnico de la empresa de control de plagas Fuminor.
Además, los expertos alertan de un fenómeno en auge: la expansión de la garrapata hacia zonas cada vez más próximas a los núcleos habitados. El auge de las temperaturas debido al cambio climático favorece también la movilidad de los parásitos.
“La garrapata se perfila como una amenaza silenciosa y persistente, difícil de frenar”
Ante esta realidad, Euskadi participa en PyrTick, un proyecto europeo que pretende establecer la primera red de vigilancia transfronteriza de garrapatas en el entorno pirenaico. Coordinado por la Universidad de Zaragoza y con la participación del centro tecnológico Neiker, el proyecto lleva a cabo muestreos y análisis genéticos en puntos estratégicos como Gorbeia, Urkiola o Aiako Harria.
“Estamos comparando datos actuales con registros históricos para determinar si hay un repunte real de la población o si las condiciones ambientales están aumentando el riesgo. Es necesario hacer un seguimiento de los agentes infecciosos que portan estos parasitos”, explica la publicación del investigador Aitor Cevidanes, de Neiker
El objetivo no es solo monitorizar, sino anticiparse: crear mapas de riesgo, prever su distribución futura bajo diferentes escenarios climáticos y elaborar estrategias de prevención eficaces tanto para la ciudadanía como para las autoridades sanitarias y ambientales.
Prevención al alcance de todos
Pese a que la mayoría de picaduras no genera consecuencias graves, los especialistas insisten en la importancia de adoptar medidas preventivas básicas. La lista es sencilla: llevar ropa clara y cerrada al caminar por el monte, aplicar repelente específico, evitar zonas con vegetación densa y examinar cuidadosamente el cuerpo al regresar, especialmente en zonas como ingles, axilas, cuello o detrás de las rodillas.
En caso de encontrar una garrapata adherida, debe extraerse con pinzas finas y con cuidado, sin aplicar productos ni tirar bruscamente. Después, se debe desinfectar la zona y vigilar la aparición de síntomas. Si el parásito ha estado mucho tiempo adherido o hay dudas sobre la extracción, conviene acudir a un centro de salud.
“Queremos que la población entienda que la prevención no es complicada y puede evitar muchos problemas. No se trata de alarmar, sino de informar y actuar con responsabilidad”, incide Ana Collia.
Amenaza en expansión
En Euskadi se han identificado hasta 19 especies distintas de garrapatas, aunque Ixodes ricinus es la más frecuente en humanos. Los estudios de NEIKER sugieren que su distribución se ha ampliado y que ya no se restringen al verano, su actividad se alarga en el calendario debido al calentamiento global.
“El mosquito sigue siendo el vector más letal del mundo, pero la garrapata se perfila como una amenaza silenciosa y persistente. Su expansión es compleja de frenar porque se mueve con la fauna y se adapta a distintos entornos”, advierte Jorge Galván, director de ANECPLA, la Asociación de Empresas de Sanidad Ambiental.
Este fenómeno no se limita a Euskadi. A nivel estatal y europeo se están desplegando iniciativas como el proyecto GARES, en colaboración con el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC), que busca cartografiar la presencia y comportamiento de las garrapatas a gran escala.
Aunque las instituciones intensifican la vigilancia y el control en zonas verdes, es imposible intervenir en todos los hábitats sin comprometer la biodiversidad. Por eso, desde los ayuntamientos y organismos de salud pública se hace hincapié en la responsabilidad ciudadana.
“No podemos fumigar los montes ni eliminar toda la fauna silvestre. Lo que sí podemos hacer es promover un cambio de hábitos que nos permita convivir con esta realidad minimizando los riesgos”, remata Collia.
La presencia creciente de este parásito en el ecosistema cotidiano es, en parte, el reflejo de un entorno que cambia. Lo que antes era una amenaza estacional y acotada se ha convertido en un desafío constante que exige adaptación y prevención.