bilbao. En plena controversia sobre la figura de John Terry, central del Chelsea, a quien le fue arrebatada la capitanía de Inglaterra por traicionar a Wayne Bridge, compañero de selección y su gran amigo, liándose su ex pareja, Vanessa Perroncel, otro ilustre capitán de los Pross, Paul Gascoigne, ha reaparecido para volver a mostrar su lado más oscuro.

Gazza fue detenido por la policía británica en un establecimiento de comida para llevar en el condado de Yorkshire, al norte del país, en el que el ex jugador, "borracho y a cargo de un vehículo", provocó un "altercado", según figura en el informe policial dado a conocer ayer.

La policía arrestó a Gascoigne, junto con otro individuo, bajo la sospecha de que ambos se encontraban en estado de embriaguez y "conduciendo un vehículo".

Gascoigne, de 42 años, y el otro detenido fueron llevados a comisaría para ser interrogados. Tras declarar, quedaron en libertad bajo fianza.

El ex centrocampista del Lazio, Newcastle y del Tottenham Hotspur ha tenido conocidas recaídas en su batalla con el alcohol y las drogas.

Pero el pasado año, Gazza indicó a la BBC que llevaba cuatro meses "limpio" de drogas y alcohol y que había empezado a acudir a sesiones de Alcohólicos Anónimos.

Pero tiempo atrás se llegó a temer por su vida. Porque, quien llegó a ser quizá el futbolista inglés más dotado en la década de los noventa, se había convertido en un enfermo.

Un año antes, el 16 de septiembre de 2008, Gascoigne volvió a ingresar en el servicio de urgencias de un hospital, está vez en la localidad portuguesa de Faro, después de ingerir una sobredosis de medicamentos y alcohol con la que, según se especuló, intentó suicidarse.

Rally Digby, la esposa de un amigo, le halló tumbado en el suelo inconsciente y le salvó la vida, según desveló entonces la prensa británica. "¡Dejarme morir tranquilo!", le dijo a su ex mujer, Sherly, y a su hija Bianca, que acudieron a Portugal a pedirle que dejara la bebida y volviera a la clínica de rehabilitación que había dejado días antes.

Durante años, los tratamientos a los que fue sometido acabaron en el más absoluto de los fracasos.

Fueron frecuentes las noticias en las que situaban a Gazza relacionado con incidentes y expulsiones en numerosos hoteles. También lo fueron su internamiento en centros psiquiátricos, sin que la terapia surtiera el efecto esperado.

"Bebe a unos niveles tristísimos", llegó a comentar Steve Harris, uno de los músicos de su grupo preferido, Iron Maiden, al que acompañó en una gira por Rumanía.

El descenso a los infiernos de Gazza, jugador con clase, potente y carismático, comenzó justo cuando alcanzó la gloria, tras su brillante actuación en la Eurocopa de 1996.