Se las gastaba felices Max Verstappen. Lideraba con solvencia el Gran Premio de Azerbaiyán, acumulando además vueltas rápidas a menos de diez giros para la conclusión. Sobrado, buscaba sumar ese punto extra a los 25 de su previsible victoria. Gran día para Red Bull.

De pronto, en la vuelta 46, a seis del final, los presagios que avanzó Lance Stroll con el reventón de un neumático con 29 vueltas de vida se tornaron en realidad. La rueda trasera izquierda de Verstappen, con 33 giros completados, se pinchó, y también lo hizo en plena recta de meta, a unos 300 kilómetros por hora. La condena de Stroll fue la de Mad Max, que terminó estrellando su coche contra las protecciones. Cuando el neerlandés estaba a punto de dar un golpe en el campeonato, de engordar su ventaja de líder de los 4 a los 15 puntos, quedó anulado. Pero el futuro traería más sorpresas. Tras el accidente, la carrera terminaría decidiéndose de un modo histórico: a solo dos vueltas.

La fortuna parecía aliarse con Lewis Hamilton. Antes del suceso de Verstappen, el británico rodaba tercero y taponado por Sergio Pérez, que hizo una encomiable labor de equipo para Red Bull. Tras el pinchazo, el británico arrancaría segundo en el esprint de 12 kilómetros, con plenas opciones de confirmar que el mal de Verstappen era un golpe de efecto para el campeonato. Y en la relanzada, toda la suerte de Hamilton se quedó en la primera curva. El británico se pasó de frenada y se marchó a la escapatoria. Acabaría 15º, sin puntos, dejando el Mundial como estaba. Y así, Sergio Pérez no tuvo oposición en esas dos vueltas finales para firmar su primera victoria con Red Bull, la segunda de su trayectoria. El podio fue plena felicidad por lo inesperado: Vettel acabó segundo y Gasly fue tercero. Totalmente imprevisible. El otro triunfador fue Verstappen, que de llorar pasó a celebrar, a la inversa que Hamilton.

Verstappen obró con maestría hasta el momento fatídico. Además, Red Bull también sonreía con Pérez, que salió sexto y rodaba en segundo posición, por delante de Hamilton. Sin embargo, en los albores de la carrera fue el británico quien ocupó el primer puesto. Se deshizo del poleman Charles Leclerc sin miramientos. El Ferrari parecía que calzaba clavos. A Verstappen, que partía tercero, le costó siete vueltas rebasar al piloto monegasco. Bakú había separado el grano de la paja. Verstappen inició la persecución a Hamilton en pos de la victoria.

Hubo que esperar al baile en boxes para ver nuevos cambios en la zona delantera. Hamilton visitó su garaje en la vuelta 11. Su pit stop fue lento: 4,6 segundos. Un giro después cambió de neumáticos Verstappen. Su tiempo fue de 1,9. Con esta diferencia, el neerlandés se aupó al frente. Pero el cambio de calzos de Hamilton fue tan pausado y tan excelente los de Red Bull, que también Pérez ganó la posición al inglés. El nuevo orden pasaba a ser: Verstappen, Pérez y Hamilton.

Desde ese momento, Pérez se petrificó. Un muro. Impermeable. Detuvo con destreza el asedio de Hamilton en cada vuelta. El inglés hacía la goma alejándose y acercándose, pero no lograba rebajar el segundo de distancia. El Mercedes era más veloz en las rectas y el Red Bull, en las zonas reviradas. Distintas configuraciones aerodinámicas. Si bien, Mercedes volvía a sembrar dudas tras una discreta actuación en Mónaco, otro trazado urbano. Sobre todo, contemplando a Valtteri Bottas y su lucha por acceder al Top 10. El finlandés acabaría duodécimo. La escudería alemana se está viendo contra las cuerdas frente a Red Bull.

El accidente de Stroll y la aparición de un safety car alimentó las opciones de Hamilton. Pero no hubo cambios tras la relanzada. Pérez volvió a frenar al inglés, mientras Verstappen volvía a ganar ventaja. Genial escudero el mexicano. Y con esta situación de carrera se alcanzó el percance que pudo cambiar el campeonato. “Es muy frustrante, porque parecía estar todo bajo control”, declaró Verstappen tras sobrepasar los límites del neumático. Al fin y al cabo, había rodado con la misma estrategia que los demás. Fue Pirelli quien falló en sus previsiones sobre la durabilidad de las gomas para esta carrera.

Error impropio de Hamilton

Antes de comenzar el esprint de dos vueltas, Hamilton, enfilado desde el segundo puesto, habló por radio con sensatez y prudencia. “No vale la pena arriesgar”, adelantó. Sin embargo, salió mejor que Pérez y se llenó de acelerador. Ganó la primera posición, pero se pasó de frenada en la curva 1. Arruinó sus posibilidades. Fue 15º. Tremendo error para un heptacampeón que está siendo exigido como pocas veces. El británico activó un sistema que tiene Mercedes para calentar los neumáticos y antes de tomar la salida se olvidó de desactivarlo. “No me han funcionado los frenos. En un momento teníamos todos los puntos y en otro, ninguno”, explicó.

Mientras, Pérez, que inició la carrera desde la sexta pintura, y Vettel, que salió desde la undécima, firmaron la primera y segunda posición. Gasly protegió el tercer escalón del podio de los ataques de Leclerc, cuarto. Por detrás, Fernando Alonso, que partió décimo en la resalida, abrazó su experiencia para terminar sexto. Carlos Sainz fue octavo. Todo muy surrealista. ¿Se impuso la justicia poética en favor de Verstappen? Desde luego, Hamilton pagó el precio de una ambición desmedida. Por una posición, tiró la carrera y el liderato. En Bakú ganaron Pérez, Red Bull... y Verstappen.