El próximo 8 de julio DEIA organiza un encuentro donde sentará a algunos de los protagonistas del camino que lleva el territorio para ser más sostenible, desarrollado y competitivo. Un interesante foro bajo el lema ‘Bizkaia Green: ciudades por y para los ciudadanos” que contará con el arquitecto y ex alcalde de Bilbao (entre los años 2014 y 2015) como cierre de oro a esta interesante jornada.
¿Cómo recuerda esos primeros pasos que se dieron para pasar de una ciudad como Bilbao industrial y gris a lo que hoy conocemos?
El cambio de Bilbao que se produjo entonces no iba encaminado a implantar un modelo de ciudad que fuese más sostenible, más eco, más amable o más verde como podríamos denominarlo ahora. La razón era más sencilla y además casi de obligado cumplimiento si tenemos en cuenta lo duros que fueron aquellos años.
Hablamos de la década de los 80 en los que en Bilbao y alrededores de la zona metropolitana asistimos al hundimiento y a la crisis profunda de esa industria fuerte que había sido la base principal de la economía de la capital. No fue una crisis pasajera, sino que era un problema estructural y además definitivo que se daba de la misma manera en el resto del estado, pero también a nivel de todo el mundo. Cambiaba esa imagen que se tenía de antes de Bilbao con los altos hornos y los astilleros y era necesario cambiar a un modelo que entonces demandaba la sociedad con un objetivo claro: no había empleo y esa gente necesitaba un trabajo para comer. Así de sencillo y de real a la vez.
Fue, por tanto, esa necesidad de asegurar un empleo a toda esta gente lo que hizo que tocara transformar la ciudad en un avance que, además, se hizo acompañado de parámetros más sostenibles y con una mirada hacia la naturaleza y el medio ambiente. Se pasaba de una imagen algo más fea, si se puede decir, a una estampa más amable que además aseguraba un futuro para todas esas personas que vivían aquí. En resumen, la razón para ese cambio tan claro fue esa demanda de empleo y uno de los medios para hacerlo fue por medio de un nuevo desarrollo urbano y social donde el medio ambiente era parte importante.
“Sin sostenibilidad no podemos ser competitivos ni avanzar en un desarrollo económico”
¿Qué le dice Ibon Areso a esos escépticos que hace décadas e incluso todavía ahora no se creen eso de que un desarrollo económico y competitivo de un territorio viene también de la mano de una apuesta por la sostenibilidad?
Hay una evidencia clara que puede resumirte esto mismo: el retroceso medioambiental de un territorio es el peor factor de competitividad que puede exportar esa región. Esto es, sin medio ambiente y sin esa apuesta por la sostenibilidad, un territorio se queda atrás en materia de crecimiento y de inversiones. Y es que, para los que todavía se muestran reacios y no se lo creen, el medio ambiente no es solo cuidar del planeta -algo de por sí ya muy importante en sí mismo-, sino que el medio ambiente también trae consigo más y mejores inversiones, potencia el desarrollo económico, sirve como generador de oportunidades de negocio y de empleo de calidad, favorece el bienestar de las personas que viven en esa zona y además nos permite ser competitivos en un mundo cada vez más global.
Por lo tanto, es importante trasladar este mensaje: sin sostenibilidad no podemos ser competitivos ya que es condición indispensable para el desarrollo económico de un territorio que debe prepararse para acoger y retener el talento de las generaciones futuras; de lo contrario, esos jóvenes preparados se irán a Madrid, a Barcelona o a otras partes del mundo a demostrar su valía.
Si hacemos una mirada a ese pasado industrial de aquel Bilbao, a lo que se está haciendo ahora y a lo que vendrá en unas décadas... ¿Qué retos se plantean en este sentido?
Yo ya fui alcalde de Bilbao en su día y yo soy una persona muy prudente y respetuosa con los que están ahora y con cómo se están haciendo las cosas como para venir yo a criticar. La adecuación infraestructural, la regeneración medioambiental, la inversión en recursos humanos y el impulso cultural fueron los principales pilares de esa primera planificación urbanística y estratégica que se hizo hace décadas en Bilbao. Así fue como pasamos de una ciudad que, por ejemplo, le daba la espalda al río a mirarlo de frente para cambiar esa ciudad que era marrón a una ciudad verde. Con esto logramos recuperar el oxígeno y la vida del río. Sin embargo, una vez logrado eso y que fue puesto como ejemplo en todo el mundo cómo había cambiado Bilbao, de una ciudad amable había que pasar a una ciudad inteligente. Y es que lo peor para una urbe es morir de éxito, dormirse en los laureles y por eso, ahora yo creo que el futuro debería estar en una nueva transformación que será la transformación del conocimiento. Solo de esta manera podremos seguir avanzando e innovando para construir una ciudad más competitiva y creativa.
“La próxima transformación tendrá al saber y al conocimiento como sus valores clave”
¿Cómo nos convertimos en ese polo transformador hacia el conocimiento como valor clave?
Ese cambio debe venir de la mano de una apuesta por ese conocimiento y ese saber, por fomentar la investigación, las iniciativas empresariales, la inversión en universidades, en centro tecnológicos… De esta manera podremos avanzar de manera conjunta y construir una ciudad del conocimiento que, a su vez, sea la base de un desarrollo económico de calidad con empleos y sueldos acorde a ello. Y, para lograrlo, el protagonismo es más coral; bien es cierto que las administraciones tienen un papel importante, pero la que de verdad debe estar implicada es la ciudadanía si queremos aspirar a ser competitivos e ir hacia ese mundo futuro del conocimiento.
Basta el ejemplo de algunos de los países más ricos que no tendrán muchos recursos naturales, pero han conseguido esa riqueza a base de invertir en saber y en personas preparadas. Sigamos su ejemplo para hacer de nuestro territorio un territorio desarrollado, competitivo y sostenible.