Primero quiso ser cosmopolita y, sin haber quitado todavía ese precinto de sofisticación, decidió sumar otras etiquetas igual de altisonantes: poliédrica, internacional… Pero Bizkaia ya era universal sin necesidad de recurrir a sellos ni rótulos. Las calles y plazas de pueblos y grandes núcleos han sido los mejores testigos de esa mundialización del Territorio en su conjunto. El resultado final es una comunidad distinta y asimétrica, pero similar y compatible en lo principal: “construir un futuro más digno donde uno decide quedarse”. Así lo resumía Milagros Acea, cubana de Atxuri, y voz activa del Consejo Local de Inmigración de Bilbao.

Como ella, los testimonios de la inmensa mayoría de las personas migradas que en la actualidad viven en suelo vizcaino y que comparten esa visión de progreso y de evolución en lo personal, sin descuidar la faceta social y comunitaria. Farah Ben Ali (Marruecos) lo expresaba de un modo semejante y coincidente cuando recibía hace un par de años un galardón en el Bilbao de su corazón por haberse lanzado a emprender en el mundo de la moda. “El premio es ser parte de un pueblo. La mejor cultura del mundo es compartir”. Ese mismo día, la argentina Nilda Diarte –pateando el botxo desde 2003– sumaba su voz sobre el mismo escenario con un sincero: “que te reconozcan en la ciudad donde naciste es impresionante, pero que lo hagan a doce mil kilómetros es precioso”.

Y es que Bilbao y Bizkaia en su conjunto además de haber demostrado de largo su capacidad para transformarse en lo físico y responder a las necesidades de la sociedad, están dejando claro que también son capaces de transformar su espíritu haciendo que fluya hacia escenarios avanzados en lo social y en lo cultural, reconocibles en otros países y regiones europeos. Esa metamorfosis ha sido bien vistosa en los grandes núcleos de población y en pueblos más modestos, donde también se ha mudado la piel cuando ha tocado hacerlo.

Pero ha habido otra revolución igual de visible pero más silenciosa que ha calado profundamente en la sociedad. Ésta, ha estado protagonizada en su mayoría por mujeres; mujeres migrantes que han apostado por el Territorio para repensar y reconstruir sus vidas y enfocarse hacia el futuro. Acea es una de ellas. Desde 1993 en el botxo, no ha parado de cooperar para mejorar la ciudad desde el barrio. La Asociación Sierra Maestra es uno de los varios proyectos colaborativos en los que trabaja; lo hace en red, en beneficio de la villa en su conjunto, pero especialmente de las personas migradas y las que se encuentran en situación de vulnerabilidad.

Hace no tanto, en pandemia, estuvo cosiendo batas para el personal sanitario; “y buscó medios de subsistencia para amistades y familiares que se quedaron sin trabajo, sin poder pagar el alquiler o sin comida”. Y cuando hace falta echar una mano en la iglesia de La Encarnación, su nombre –y el de las plataformas civiles en las que milita– enseguida sale a la palestra. “Una mujer migrante se arriesga a escapar, se atreve a huir de condiciones extremas de pobreza y lucha por construir un futuro más digno donde decide quedarse. No se le caen los anillos por trabajar en lo primero que aparezca, es propositiva, nunca olvida a los que deja atrás porque su concepto de familia es mucho más amplio”, recitaba.

Ahí están también las palabras de Maylin Vergara Reyes, cubana también y emprendedora desde 2005 en el día a día de la villa. Ella fue una de las artífices de la revista Frida –fuente de inspiración para otros proyectos comunicativos en clave de igualdad y con perspectiva feminista– y ahora más centrada en tareas de acompañamiento personal a mujeres migradas: “Las sociedades emprendedoras son libres. Venimos por cumplir un sueño”, resumía. “Queríamos soñar, ser más grandes… Aportamos mucha riqueza y diversidad”, apostillaba. Capital humano, en definitiva.

Dinamismo social y económico

La realidad de la inmigración en Bilbao –y en Bizkaia en su conjunto– está vinculada al dinamismo social y económico del Territorio, principalmente. Las conclusiones que aparecen con reincidencia en los estudios e informes que manejan las instituciones y las entidades del tejido asociativo insisten en ese motivo como el más repetido por las personas migradas para justificar la elección de su destino. “Como en todas las ciudades punteras a nivel europeo y mundial, son las sociedades abiertas y que ofrecen oportunidades las que atraen flujos migratorios, que a su vez contribuyen a su desarrollo”, ilustraban desde el Consejo Local de Inmigración que opera en la capital vizcaina. Un dato: en Bilbao están registradas 137 asociaciones que representan y ponen en contacto a personas migrantes; y 40 colectivos más que ofrecen apoyo a esas personas migrantes.

Una de ellas es Lidia Kinson, funcionaria y traductora en su Guinea Ecuatorial natal, y agente social en Irala y otros barrios de la villa. Siempre ha defendido que el primer paso para normalizar la diversidad es necesario participar e integrarse en los espacios que puedan y que quieran porque, como subrayaba “solo así se puede visibilizar la diversidad real que existe en Bilbao. Porque lo que no se ve o no se dice, no existe”.

Esta misma semana, un informe –firmado por el INE– confirmaba que la geografía vizcaina es un territorio amigable. Tanto es así que durante los tres primeros meses de este año ha ganado población. En realidad, poco más de un millar de personas (1.176); los suficientes para que Bizkaia pueda lucir la cifra de población más alta de las dos últimas décadas: 1.156.541, según ese documento estadístico. Y todo gracias a esos flujos migratorios que más allá de compensar la caída de la natalidad, contribuyen al futuro del Territorio, donde viven 125.000 personas migrantes.

El asociacionismo, clave para la integración

En Bizkaia, colectivos de mujeres

Empoderamiento. “Las mujeres migradas y racializadas constituyen un capital humano importante en sus asociaciones, contribuyendo al desarrollo activo de acciones de integración social, de lucha por la igualdad de derechos y por el reconocimiento de sus países de origen y cultura en la sociedad de destino”, concluye un estudio impulsado por Emakunde para analizar la participación de las mujeres inmigrantes de Euskadi en diferentes tipos de asociaciones. A través de los testimonios de las mujeres participantes se observa que la participación en organizaciones ha favorecido su proceso de empoderamiento. En Bizkaia, la mayoría participa de colectivos conformados exclusivamente por mujeres migradas.

El apunte

120 lenguas maternas distintas. Un informe hecho público en 2021 reflejaba que en Bizkaia se hablan más de 120 lenguas de todos los continentes. El maorí, el tagalo o el samoano n(de Oceanía); el bengalí, kazajo, farsi, hindi, asamés, entre otros (de Asia), el kikongo, swahili, wolof, yotuba, seki, fang, lingala, entre otros de África; el guaraní, aimara, náhuati (de América) y otros como el frisón, el flamenco, el gaélico –en sus distintos dialectos– o el romanche, además de los idiomas más conocidos.