Las instituciones que administran el día a día de la población vizcaina han expresado en más de una ocasión –a través de distintos programas y planes– su apuesta por la inserción laboral de la juventud migrante como una de las respuestas al desafío demográfico al que se enfrenta el Territorio, en un contexto de descenso de la natalidad que se ha agravado en los últimos años. El último ejercicio contable, el de 2022, hubo 114 nacimientos menos, lo que supuso un descenso del 1,6% con respecto a 2021 cuando se registraron 6.957. Y las cifras llevan cayendo curso tras curso, tal y como recogen los informes del Eustat.

No obstante, lejos de discursos apocalípticos y dantescos, las instituciones mantienen su apuesta por la inserción laboral de jóvenes migrantes como una de las respuestas más acertadas para mitigar los efectos del reto demográfico al que se enfrenta el Territorio. Hace no mucho, desde el ente foral insistieron en que el empleo sigue siendo el principal instrumento para la inclusión social. La activación de esta medida política “es por justicia, por inteligencia y por pura supervivencia”, describían en el transcurso de unas jornadas de debate en las que se transmitió que las personas jóvenes puedan “desarrollar su proyecto de vida en condiciones de dignidad”, poniendo el foco en aquellas que “han vivido en su infancia situaciones dramáticas o que se han visto abocados a procesos migratorios”.