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Cosechar más odio

Ningún crimen, por abyecto que resulte, legitima otro crimen. La brutalidad genocida del Gobierno israelí en Gaza no es coartada para el asesinato de dos personas en Washington por su condición de empleados de la embajada hebrea. Este principio, por obvio que parezca, ha sido borrado del pronunciamiento ético y sustituido por una polarización justificativa que demasiadas veces es excusa para activar la espiral de odio y violencia. Oriente Próximo está plagado de ejemplos del ojo por ojo que ha cegado definitivamente el sentido común y la humanidad en la región. Tomar el nombre de Palestina, como al parecer ha sucedido en el asesinato doble de Washington, como proclama por parte del homicida es una injustificable utilización del drama para sembrar odio. No es menor la injusticia ni más liviana la responsabilidad del Ejecutivo de Benjamin Netanyahu en los crímenes que se están cometiendo en Palestina por el hecho de que haya quien esté dispuesto a recurrir a la violencia ilegítima, ilegal e indiscriminada para contestarlos. No hay Justicia en la venganza. No demanda menor firmeza en la reivindicación de los derechos humanos y en la exigencia de responsabilidades. Pero, sentado este principio, tampoco es asumible una eventual justificación del discurso antisemita, que existe y ha existido desde antes del nacimiento del Estado de Israel. Aportar nuevos bríos a esa ideología racista y violenta no va en beneficio de los derechos de la población árabe masacrada en Palestina. La retroalimentación de las opciones belicistas, las respuestas terroristas y su indiscriminada siembra de dolor son caminos ya transitados en el pasado. No es hoy más libre el pueblo palestino, que legítimamente demanda su derecho a existir, pese a las largas y sangrientas campañas de terrorismo desatadas en su nombre. Es imperioso retomar un camino abandonado en el pasado por los mismos intereses que hoy polarizan el sufrimiento en la región. El extremismo sionista asesinó a Isaac Rabin y el islamista fracturó y dividió las capacidades políticas del pueblo Palestino con una pugna por su liderazgo. La siembra de injusticias cometidas por unos y otros da fruto en la cosecha de odio regada con la decepcionante incapacidad y falta de compromiso con la paz de la comunidad internacional. Malos augurios.