El campo de actuación de su Departamento es tan amplio que la conversación desborda el límite de tiempo que marca el espacio del periódico. No rehuye ningún tema y muestra cierto optimismo en relación a la evolución de la economía. Una cuestión que está ligada a las tres transiciones ya en marcha y a la capacidad de innovación de las compañías. Entre los factores externos preocupa la lentitud de la llegada de los fondos Next Generation.

¿Qué le comentan los directivos respecto a la desaceleración?

Hay una situación de incertidumbre permanente. No existen seguridades a largo plazo. Nos hemos encontrado con situaciones inéditas, como el covid-19. Luego, cuando nos estamos recuperando, Rusia invade Ucrania, y, cuando parece que lo estamos superando, llega la crisis en Oriente Medio. También hay que comentar la subida del precio del dinero, el repunte de la inflación y que la devolución de préstamos que en su momento adquirieron las empresas durante el covid se ha complicado.

Aún así, las empresas han mantenido el tipo.

En medio de la incertidumbre hay varios aspectos positivos. En primer lugar, la inversión de I+D+i por parte de las empresas se ha incrementado. No se ha puesto en duda que es un factor de competitividad, que es la vía para seguir compitiendo en un mercado global, cada vez más internacional, donde los players son más grandes y donde los productos que exportamos son cada vez de mayor valor añadido porque las empresas siguen invirtiendo. En segundo lugar, hay que estar presente en ese mundo global, pero, al mismo tiempo, reforzar las cadenas de suministro locales, que se han visto fortalecidas. Las exportaciones representan un 38% del PIB vasco. Es un porcentaje muy similar a los grandes competidores europeos. En tercer lugar, como factor positivo, está la inversión en nueva maquinaria, digitalización, sostenibilidad o eficiencia energética, que han aumentado.

¿La situación es mejor de lo que cabría esperar?

A pesar de que pensábamos que este segundo semestre también iba a ser complejo, el último indicador del Índice de Producción Industrial sigue en aumento. Por tanto, con todas las cautelas del mundo, nuestra industria sigue invirtiendo, sigue creciendo, tiene contratos y vamos a tratar de acompañarlas para que sigan en esa situación. No es casualidad, ha sido un trabajo de fondo. Hemos pasado en casi 20 años de ser una industria emergente a ser una industria consolidada, volcada al exterior. 

¿Se puede decir que Euskadi ya juega en otra liga?

Hemos aprendido mucho todos, el tejido productivo, claro, pero las administraciones también. Quizás, antes la internacionalización era una vía a la que se acudía en casos muy concretos y como consecuencia de una pequeña crisis coyuntural. En este momento la internacionalización no se pone en duda. La I+D+i, la buena gestión, el marketing, la presencia en mercados exteriores…, nada de eso se pone en duda. Las empresas vascas son cada vez más conocidas por hacerlo bien, por poner en el mercado productos de calidad, por ser fiables, por dar un buen servicio.

¿Es un problema el tamaño de las empresas?

A pesar de que nuestras empresas no son grandes empresas mundiales, no están ubicadas entre las 100 mayores del mundo, sí son lo que Orkestra denomina campeones o cultos, campeones de nicho. Saben buscar ese ámbito de oportunidad en el que ser el primero, en el que ser el referente. Tenemos que seguir especializando la producción, especializando mercados, especializando geografías también. Eso está ya muy enraizado en el espíritu de nuestras empresas. Es cierto que hay algunas que lo están pasando peor. Hay algunas muy pequeñas todavía que necesitan introducirse en estos caminos, pero lo van a ir haciendo de la mano de estar en cadenas de suministro completas.

Un futuro en el que las tres transiciones son una oportunidad de tracción de la economía. 

Eso es y además diversificar a otros sectores. La digitalización no es solo para aquellas áreas más tradicionales en Euskadi, como la automoción o el ámbito aeroespacial, segmentos donde hace tiempo se hizo una apuesta importante. Todo ese conocimiento de digitalización puede aplicarse a ámbitos absolutamente distintos, como la agricultura, la pesca, la gastronomía o las biociencias. En energía, Euskadi es industrialmente muy potente en renovables. Luego nos cuesta más establecer parques eólicos o fotovoltaicos. Ese factor de transición energético climático también nos hace estar presentes en mercados distintos. En ámbitos como depuración y saneamiento de agua, reciclaje de materiales…, hay oportunidades que Euskadi no puede dejar pasar y se está trabajando de una forma intensa. Por tanto, las transiciones son para afianzar lo que tenemos Y, sobre lo que tenemos, diversificar y crecer. Como hizo en su momento el sector aeronáutico, que invirtió en innovación y ahora están floreciendo. Son cuestiones que tienen efecto tractor en la economía y ejercen también de atracción de otras inversiones y ser un país donde la manufactura, la industria, sea la columna virtual de la economía.

“Euskadi necesita recursos renovables para seguir siendo industrial y mantener el bienestar de la ciudadanía”

¿Puede retrasar la transición energética vasca el rechazo a la implantación de parques de renovables?

El desarrollo que se ha producido en Euskadi los últimos 25 años, en energía renovable está muy por debajo de nuestras capacidades. Ese rechazo per se nos puede hacer mucho daño. Tenemos que ser conscientes de un par de cosas. Primero de que somos absolutamente dependientes energéticamente. Lo hemos visto con la guerra en Ucrania y la escasez de gas y la necesidad de elaborar planes de contingencia para tener suficiente gas, para tener suficiente energía. En segundo lugar, si de verdad nos creemos que la transición energética tiene que conducir a una lucha, a una acción contra el cambio climático, lo tenemos que hacer también nosotros, no basta con que lo haga nuestro vecino. Desde ese punto de vista, todo tipo de instalaciones van a ser necesarias. Las de autoconsumo, las comunidades energéticas o las de los municipios. Todo eso hace falta, pero tenemos un tejido industrial muy importante, casi un 25% es sector manufacturero y alcanzamos el 40% si le sumamos los servicios conexos de la industria. El sector industrial necesita algo más que esas pequeñas instalaciones. Para seguir siendo industrial y mantener el nivel de bienestar de la ciudadanía, Euskadi necesita instalaciones renovables. Son actuaciones que hay que llevar a cabo. Tenemos que ser conscientes de que es imprescindible para garantizar nuestro abastecimiento y nuestra competitividad a futuro y competitividad es bienestar para la ciudadanía. No hay una actuación humana que sea absolutamente neutra para la naturaleza. Siempre hay perjuicios y beneficios, y lo que tenemos que conseguir es que lo que perjudiquemos sea mucho menor que los beneficios que consigamos. Hay que hacerlo bien, ser estrictos en el cuidado de nuestra biodiversidad, de la naturaleza, de los paisajes..., pero al mismo tiempo garanticemos el bienestar a futuro de toda nuestra ciudadanía.

¿Ese equilibrio entre necesidad de autoabastecimiento y respeto al medio ambiente está presente en el Plan Territorial Sectorial (PTS)?

El PTS lo que recoge es una planificación desde el punto de vista urbanístico. Es decir, señala dónde puede haber recurso renovable, donde hay viento o sol suficientes para establecer unas instalaciones de una determinada dimensión, de al menos 50 megavatios. El PTS también establece por cierto zonas de exclusión, bien sean parques naturales o porque tengan una protección especial de aves o de especies vegetales. El siguiente paso es saber si hay una empresa interesada en instalar una instalación eólica o fotovoltaica donde está permitido, y eso requiere de una declaración de impacto ambiental y vamos a ser muy estrictos y muy cuidadosos.

Euskadi reclama la puesta en marcha de los PERTE regionales para agilizar el reparto de los fondos de la UE. El programa concluye en 2026, ¿llegará un momento en el que las empresas renuncien por no tener tiempo para ejecutar la inversión?

Ya estamos en tiempo de descuento. Y lo dijimos desde el principio: tenemos capacidad y experiencia de gestión de recursos dedicados a la industria. La experiencia de nuestra industria en programas europeos es excelente. Saben cómo hay que tratar todo ese tipo de mecanismos europeos que son un poco más complicados de gestión. Por tanto, como gobierno somos capaces de gestionar los fondos y las empresas saben cómo ponerlos en funcionamiento.

“Los fondos UE llegan con cuentagotas y estamos en tiempo de descuento, habrá empresas que renuncien”

¿Están aprovechando los PERTE del Estado?

Todo se fía a los famosos PERTE, que, la verdad, llegan con cuentagotas. Tenemos la sensación, además, de que hay algunos proyectos que están señalados prácticamente a dedo, que sin ningún tipo de concurrencia competitiva se han señalado que van a existir.

¿Qué supone para Euskadi que haya tanta conflictividad laboral?

Está claro que conflictividad y huelgas hay y muchas más que en cualquier otro lugar del Estado. Lo decía el propio lehendakari recientemente: no puede ser que el lugar donde mejores condiciones salariales y subidas hay sea el lugar con más huelgas. Hay quien responde que es gracias a las huelgas que se consigue..., o no. Es verdad que los trabajadores y las trabajadoras tienen que reivindicar mejoras en determinadas situaciones, pero una conflictividad excesiva nos lleva a una pérdida de competitividad. Tenemos que avanzar hacia un modelo algo distinto de funcionamiento.

“La beligerancia sindical hasta el extremo no lleva a ningún sitio y supone pérdida de competitividad”

¿Cree que alguno de esos conflictos, con huelgas también en el sector público, tiene raíz política?

No es que se vea desde el Gobierno, o es que hay algún sindicato que lo dice. Por ello, llamaría a la reflexión, de cuál debe ser nuestra relación del siglo XXI. La beligerancia por la beligerancia no nos lleva a ningún sitio. Y en muchas ocasiones, lo que se percibe es eso. Esa beligerancia hasta el extremo ha llevado a cerrar alguna empresa.

El proyecto de Presupuestos acaba de arrancar.

Es el último presupuesto de legislatura y con las elecciones a unos meses vista va a ser complicado llegar a algún tipo de acuerdo. No obstante, lo vamos a buscar sin ninguna duda. Si tuviera el doble de recursos, haría el doble de cosas. Ahora bien, creo que nuestros programas han salido bien dotados y vamos a tener recursos para acompañar a nuestras empresas e impulsar nuestra economía.