El 47 % de todos los parados de larga duración, los que llevan más de dos años buscando empleo, tiene más de 50 años, reflejo de la dificultad de este colectivo para encontrar una oportunidad laboral incluso en un contexto de fuerte recuperación del empleo. Según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo trimestre de este año, los últimos disponibles, 759.900 parados en el Estado llevaban dos o más años buscando empleo y de ellos, prácticamente la mitad, 361.600, tiene más de 50 años.

Aunque las cifras absolutas se han reducido en un escenario de fuerte creación de empleo, su peso sobre el total de desempleados de larga duración no para de subir: en el segundo trimestre de 2022, suponían el 44% y antes de la pandemia, en el mismo periodo del año 2019, el 42%. De forma general, los parados de larga duración suponen el 27,5% del total –que se situó en 2.762.500 tras un fuerte descenso trimestral de 365.300 personas–, pero su proporción escala en los grupos de más edad. Por franjas a partir esa barrera de los 50, el grupo más numeroso es el de 55 a 59 años, con 309.600 parados, y de ellos, 132.700, el 42%, con dos o más años buscando empleo. En edades superiores, el peso del paro de larga duración llega al 60%. En total, en España hay 838.400 parados de más de 50 años, suponiendo el 30% de la cifra global, un porcentaje que se ha multiplicado en la última década: en 2013, con altos niveles de desempleo, solo el 18% de parados superaba esa edad.

Y aunque, en un momento de fuerte recuperación del empleo, el desempleo también se ha reducido en este colectivo de parados mayores de larga duración –son 194.500 menos que un año antes– lo ha hecho a menor ritmo que la cifra general y que entre otras franjas.

“Es el denominado efecto fregadero: una parte importante del talento de una generación se está desperdiciando por considerar a priori que no es válido por los prejuicios existentes y la falta de medidas de apoyo”, resume Javier Blasco, director de Adecco Group Institute.

MEDIDAS

Entre las medidas que se plantean para abordar esta situación, explica, está el desarrollo de unos incentivos adecuados para la contratación de mayores de 45 años, con bonificaciones a la Seguridad Social, cambios en la formación para el empleo o ayudas al emprendimiento sénior.

“Es un problema estructural en el que las soluciones no son fáciles y hay que luchar contra un enorme prejuicio contra el talento sénior”, resume Blasco. “Son los poderes públicos los que pueden y deben configurar el marco adecuado para aprovechar la capacidad y potencial de los mayores de 55 años”, reclamaba recientemente el presidente de Fundación Mapfre, Antonio Huertas, durante la presentación de un informe del centro de investigación Ageingnomics.

Ese informe, titulado Ranking de Territorios por la Economía Sénior 2022, recogía que Euskadi, Castilla y León y Nafarroa son las comunidades con más recursos, servicios y nivel de participación de los mayores de 55 años, es decir, “destacan por ser las que están mejor preparadas y, por lo tanto, tienen mayor capacidad a la hora de ofrecer más oportunidades a un colectivo”. Según el informe, las comunidades con mayor tasa de empleo de la población sénior son Castilla y León (24,9%), Asturias (23,4%) y Euskadi (22,75%). Asimismo, las comunidades que registran una menor tasa de desempleo sénior son Nafarroa (6,44%), Euskadi (7,02%) y Aragón (7,55%). Asimismo, tanto la pensión media como la edad media de jubilación “han aumentado en esta edición, reflejando un incremento de la participación de los sénior en el mercado laboral”, recoge el documento, que destaca también que “las comunidades que cuentan con un PIB más alto son aquellas que tienen más planes de pensiones y una pensión media de jubilación más altas”, con Euskadi en este último apartado a la cabeza, con 1.537 euros.