La Corporación Mondragon se articula en torno a cuatro áreas de negocio: Finanzas, Industria, Distribución y Conocimiento. Es una realidad de identidad cooperativa, que cuida a sus personas, que compite en el mercado global y que busca el progreso en común. Un proyecto heterogéneo, que incluye desde una universidad propia (Mondragon Unibertsitatea), una EPSV de empleo (LagunAro), un centro de promoción de nuevas actividades, una entidad bancaria (Laboral Kutxa), 12 centros de I+D, y un buen número de negocios industriales y de distribución. 

Con motivo del Día Internacional de las Cooperativas, que se celebra el 1 de julio, charlamos con Leire Mugerza, presidenta de la Comisión Permanente del Congreso de Mondragon, sobre la actualidad y los retos de futuro de la Corporación.

Arizmendarrieta puso la primera piedra de lo que hoy conocemos como la Corporación Mondragon. ¿Se mantiene la misma esencia?

Sinceramente, creo que, para construir el futuro, hay que tener siempre claro de dónde venimos. En nuestro caso, sin la esencia de los pensamientos y el empuje de Arizmendiarrieta, nada de lo que hacemos hoy sería como es. Es más, sus pensamientos, aunque hayan sido escritos hace tantos años, tienen una vigencia extraordinaria. 

¿Cuál cree que es el rasgo diferencial que caracteriza a la Corporación MONDRAGON?

En el mundo hay muchas cooperativas, pero MONDRAGON es una referencia mundial, atrae a premios Nobel o analistas internacionales (Stiglitz, Krugman, Chomsky…), concita el interés de medios internacionales (New York Times, Wall Street Journal, New Yorker, Financial Times…) y nos visitan cientos de personas todos los años. Y no lo es por la perfección del modelo ni por haber solucionado todos los problemas de esta sociedad, ni mucho menos. 

Creo que es porque nuestro modelo es competitivo e innovador y se basa en mecanismos de intercooperación y solidaridad. Es decir, un modelo que se adapta a los escenarios globales y es capaz de competir con grandes empresas en diferentes sectores; que articula mecanismos de colaboración reales entre sus cooperativas y que además apoya, con fondos comunes, a las cooperativas en dificultades.  

En la actualidad, seguimos creyendo firmemente en esas palancas y tenemos grandes ejemplos de empresas muy competitivas, de actividades de intercooperación en marcha y muestras de apoyo solidario a negocios que lo necesitan. 

“En las cooperativas la sensibilidad hacia la igualdad existe desde su nacimiento y las personas participamos de forma real en las decisiones”

Dan empleo a más de 70.000 personas de los cinco continentes y seguirán aumentando en cifras…

Nuestro objetivo es seguir contando con proyectos competitivos y cooperativos. Para lograrlo, la palanca básica es la innovación, porque necesitamos evolucionar los negocios y apostar por sectores de futuro. Si para ello es necesario crecer lo haremos, pero es una consecuencia.  

Son referentes en finanzas, industria, distribución y conocimiento. ¿Tienen pendiente especializarse en algún ámbito de negocio más?

En cada una de esas áreas de negocio existen posibilidades de desarrollo. Y es que el cambio, cada vez más acelerado, es una característica inherente a nuestros tiempos, y por tanto, es imprescindible que nuestro conocimiento y negocios evolucionen, tenemos que estar en permanente adaptación. Para ello, la colaboración va a ser un factor crítico, interna y externamente, y creo que en MONDRAGON sabemos hacerlo. De hecho, MONDRAGON es eso, un ecosistema de intercooperación y apoyo mutuo entre empresas. Y sinceramente, viendo el trabajo que se está haciendo por parte  todas las cooperativas en innovación y promoción, soy optimista respecto al logro de resultados en el futuro.

¿Hasta qué punto ha podido influir el éxito de Mondragon Unibertsitatea en la generación de riqueza del territorio vasco?

Creo que en la Experiencia de MONDRAGON, toda transformación empieza con la base del conocimiento. La propia Experiencia comenzó con la Escuela Profesional en 1943 creada por Arizmendiarrieta. Y el papel del ámbito del Conocimiento será, lo está siendo ya, un elemento clave del futuro. En nuestro caso, es un claro ejemplo de intercooperación, entre universidad, centros tecnológicos y educativos, que han hecho una aportación extraordinaria y que sin duda seguirán haciendo, porque ese ecosistema de conocimiento será uno de los ejes importantes para el desarrollo futuro. 

¿Por qué el modelo cooperativista tiene tanto arraigo en el País Vasco? ¿Cuáles son los principales desafíos del cooperativismo en nuestro país y en el mundo? 

La cooperación forma parte de nuestra cultura. El auzolan, el trabajo comunitario, es una seña de identidad de nuestro país. Además, el enraizamiento de nuestros proyectos al entorno es otra característica de las cooperativas y por eso impulsamos aspectos como nuestra lengua, el desarrollo de nuestras comarcas o proyectos culturales y deportivos que están muy ligados a nuestra tierra.

“Nuestro modelo es competitivo e innovador y se basa en mecanismos de intercooperación y solidaridad”

Los jóvenes de hoy son los que tomarán el testigo de la Corporación del futuro. ¿Cómo logran transmitirles el espíritu cooperativista? 

Creo que la manera de transmitir es con los hechos, no con los discursos. Más allá de los procesos formativos que desarrollamos, es a través de la experiencia y la vivencia como transmitimos la esencia y las bondades de nuestro modelo que, además, creo que coincide con las inquietudes de la juventud de hoy en día: entornos de trabajo de calidad, dentro de un ecosistema colaborativo, participando en proyectos innovadores y, sobre todo, desarrollando un trabajo con sentido, poniendo la actividad económica al servicio de las personas y la sociedad.

¿Cree que el modelo cooperativista es una opción que seduce a los más jóvenes? 

Personalmente no tengo ninguna duda. Lo hizo con muchas de nosotras y coincide con muchas de las inquietudes que tiene la juventud actual. Obviamente, la sociedad ha cambiado, pero el cómo hacemos las cosas y para qué estamos las cooperativas todavía tiene un valor muy actual para los jóvenes. Y eso al margen de las posibilidades profesionales que ofrece MONDRAGON. En mi caso, me ha permitido trabajar en áreas tan diferentes como la industria, el conocimiento o la distribución, y todas ellas con un un nexo común, el “cómo” y “para qué” se hacen las cosas de la experiencia cooperativa de Mondragón. Dicho esto, tenemos que hacer un esfuerzo por llegar a entender su forma de ver las cosas, de estar en el mundo.

¿Qué beneficios proporciona el cooperativismo frente a otros sistemas? 

En lugar de hacer un ejercicio académico de comparación de modelos de empresa, os comparto mi vivencia personal. Yo no sabía lo que era una cooperativa, hasta que lo he vivido, y me he dado cuenta de que ese modelo coincide con muchos de mis valores. En estos días en los que todas las empresas empiezan a hablar del propósito, nuestras cooperativas lo tenían en su origen. En las cooperativas la sensibilidad hacia la igualdad existe desde su nacimiento, y las personas participamos de forma real en las decisiones de la empresa. Toda la riqueza que generan las cooperativas se reparte en el entorno donde se sitúan. Es cierto, tienen sus imperfecciones, pero trabajamos cada día para mejorar el entorno, la sociedad en la que vivirán las siguientes generaciones. Para mí, de verdad, poner un granito en este empeño, intentar hacer realidad esa utopía es lo que me mueve.

La crisis del coronavirus, ahora la Guerra de Ucrania, la inflación… ¿Cómo afrontan desde la Corporación el futuro?

Como todas las empresas, con mucha incertidumbre, y tratando de adaptarnos a las circunstancias. El mundo ha cambiado, y debemos tener los objetivos claros, e ir adaptando los caminos para alcanzarlos. Nuestra meta es mejorar la sociedad, hacer un mundo mejor a través de la cooperación.