Kutxabank –junto a Abanca, Caixabank y Unicaja– va a ser sometido al próximo test de estrés que la Agencia Bancaria Europea (EBA) publicará a finales de julio. Estas entidades se sumarán a las otras cuatro entidades españolas que ya fueron evaluadas en la última edición, BBVA, Santander, Banco de Sabadell y Bankinter. La EBA comunicó ayer la lista de los 70 bancos de la Unión Europea (UE) y de Noruega que serán evaluados sobre su capacidad de resistencia al escenario adverso que ha diseñado, veinte más que en el anterior ejercicio que llevó a cabo en 2021.

Esas 70 entidades representan el 75% de los activos del sector, cuando las 50 que participaron en el último ejercicio hace dos años pesaban alrededor del 70%.

En el escenario adverso, basado en una eventual exacerbación de las tensiones geopolíticas que conduciría a una alta inflación duradera y a un mayor incremento de los tipos de interés, se contempla una caída del PIB del 6% entre 2023 y 2025 en el conjunto de la UE, que sería del 5,4% en España. Ese bajón del 5,4% de la actividad contemplado para España (-2,6% en 2023, -2,9% en 2024 y +0,1% en 2025) sería el menos pronunciado de los grandes países de la UE.

En Francia, el descalabro del PIB al cabo de esos tres años sería del 5,7%; en Alemania del 6,4%; y en Italia del 7,2%. Los mayores batacazos entre los miembros de la UE se darían en Suecia y Dinamarca (-7,8%).

En ese mismo escenario adverso, la inflación subiría en la UE del 9% en 2022 al 9,7% en 2023, antes de ralentizarse al 5,3% en 2024 y al 3,8% en 2025, lo que significaría al acabar ese año un incremento del 19,9% de los precios respecto al nivel al terminar 2021.

INFLACIÓN

Para España, ese incremento sería del 13,7% (con una inflación media del 9,6% en 2023, del 2,4% en 2024 y del 1,3% en 2025), uno de los menos marcados de los Veintisiete. La subida de precios entre finales de 2022 y finales de 2025 alcanzaría un 17,3% en Francia, un 21,1% en Alemania y un 24% en Italia.

La EBA explica esas diferencias por la mayor o menor dependencia de los países de los combustibles fósiles, el impacto de los precios de las importaciones o la mayor o menor flexibilidad para ajustar los salarios a los choques inflacionistas.

La tasa de paro en España subiría en la hipótesis adversa del 12,8% en 2022 al 18,5% en 2025, un incremento de 5,6 puntos porcentuales, algo inferior a la media de subida en la UE (6,1 puntos).

Los responsables del test de estrés han calculado que en esas condiciones extremas el precio de la vivienda caería un 21,1% entre 2023 y 2025 en la UE y un 19,4% en España.

El retroceso en los precios inmobiliarios de bienes comerciales (como locales comerciales y oficinas) sería en esos tres años del 29,3% en la UE y del 25,7% en España.