La industria vizcaina deberá esperar a 2023 para recuperar el nivel de actividad anterior a la pandemia ya que el año que acaba de comenzar se presenta plagado de incertidumbres, como recordó ayer la patronal del sector. La escasez de materias primas y componentes, que impacta gravemente en la automoción, y los altos costes eléctricos configuran un entorno "nada favorable" para las empresas, alerta la Federación Vizcaina de Empresas del Metal (FVEM), que pese a todo sí espera un repunte del empleo en 2022 con mil puestos de trabajo más.

Cuestionada por esta aparente contradicción entre el frenazo de la actividad y la mejoría del empleo, la presidenta de FVEM, Tamara Yagüe, señaló ayer martes que la propia federación se ha sorprendido al detectar este dato tras la encuesta realizada entre sus empresas, y lo explica por la desigual evolución entre las distintas ramas industriales. Así, el profundo bache que atraviesa la automoción, con más de la mitad de empresas en negativo en la segunda mitad de 2021, contrasta con el buen ritmo que presentan las empresas eléctricas o de bienes de equipo. La mayor parte de las nuevas contrataciones se concentrarán en las áreas de mantenimiento, montaje y producción.

Al margen de ese destello de luz, el resto del cuadro presentado ayer martes por FVEM tiene tonos oscuros. En torno a un tercio de las empresas consultadas presentaron tasas de actividad negativas en la segunda mitad del año pasado (muy superior en la automoción), con casi la mitad en dinámica estable. Según remarcó Yagüe, la industria es el segundo sector que más cierres de empresas registró en 2021, con un 2,6% del total.

De cara a esta primera parte de ejercicio, FVEM anticipa una cierta recuperación de los mercados para algunas empresas aunque quedan fuera de esta previsión tanto la siderurgia como la automoción. Siguen sufriendo ambos sectores, los dos con un gran efecto tractor sobre empresas más pequeñas, tanto por la escasez de componentes como por los altos precios de la luz. Plantas de alto consumo como la ACB o Sidenor ya vieron condicionados sus planes por los costes eléctricos en la parte final del año pasado y 2022 arranca sin que el problema se haya resuelto. Yagüe resaltó además como preocupante el hecho de que son las pequeñas empresas las que peores perspectivas tienen respecto a la evolución de sus mercados.

De esta forma la ralentización de la recuperación que se viene produciendo desde el pasado verano hará que no sea hasta 2023 cuando la industria pueda volver a los niveles de actividad prepandemia y, por tanto, estabilizar su situación.

Más allá del coste de la luz y los problemas de suministros, FVEM destacó otros dos elementos más que condicionan el día a día de las industrias. Uno es la escasez de mano de obra preparada, tanto por falta de especialización como por falta de experiencia, y otro son los costes laborales.

Sobre esta segunda cuestión, Yagüe ya avanzó que la patronal ve complicado poder plasmar en el nuevo convenio incrementos salariales similares al IPC, disparado en 2021, como reclaman los sindicatos. "Estamos analizando las plataformas sindicales con voluntad de llegar a un acuerdo", dijo Yagüe.

Negociación abierta. El convenio del Metal de Bizkaia regula las condiciones de 50.000 trabajadores y es, con el de Gipuzkoa, el principal acuerdo laboral de la CAV. El último convenio se firmó en 2019 tras varias jornadas de huelga y ahora FVEM y sindicatos han retomado contactos.

El IPC, punto crítico. Los sindicatos quieren mantener el poder de compra (el IPC cerró diciembre por encima del 6%, si bien la media anual es menor), pero la patronal ya avanza que las empresas no pueden asumir esa subida.