La catedrática de Economía Sara de la Rica forma parte del grupo de expertos y expertas que la semana pasada propuso al Gobierno español una hoja de ruta para subir el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) con el objetivo de alcanzar el 60% del salario medio del Estado en 2023. En su informe, los expertos y expertas establecen tres escenarios posibles. En el primero de ellos, que parte de que el salario medio suba un 1,8% en 2020, en línea con el alza que experimentaron los sueldos en convenio, el SMI tendría que elevarse 99 euros hasta 2023 (que se quedaría en 1.049), aconsejando un alza de 19 euros en 2021, y de 40 euros tanto en 2022 como en 2023.

En el segundo escenario, que parte de que el salario medio suba un 0,9% en 2020, como el sueldo de los empleados públicos y las pensiones, el SMI debería subir en total 77 euros hasta 2023 para llegar al 60% del salario medio (1.027 euros). Para ello, la senda recomendada pasa por subir el SMI 15 euros este año, y 31 euros tanto en 2022 como en 2023. El tercer y último escenario parte de que el salario medio no experimente ningún incremento en 2020, en cuyo caso el SMI tendría que elevarse 61 euros entre 2021 y 2023 (hasta 1.011), con alzas de 12 euros este año, de 24 euros en 2022 y de 25 euros en 2023.

¿En qué se ha basado la comisión para hacer la hoja de ruta y los tres escenarios de subida del SMI?

—Hemos basado esa hoja de ruta en dos elementos: en primer lugar, en la exigencia de cumplir la Carta Social Europea por la cual se conmina a los estados miembros a que el SMI no sea inferior al 60% del Salario Medio neto. España se ha comprometido a cumplir dicha exigencia para 2023. A partir de ahí, el segundo paso fundamental ha sido tratar de encontrar la medida más precisa posible del Salario Medio Neto actual, así como su proyección para 2023. Esto ha sido mucho más complicado de lo que hubiéramos pensado al inicio del estudio.

¿Por qué?

—Falta información precisa y debidamente actualizada de esta magnitud tan importante para la ciudadanía. Hemos estado en contacto con instituciones como el INE, la Agencia Tributaria y la Seguridad Social, e incluso colaborando con las tres instituciones. Llegar a una aproximación razonable sobre esa magnitud ha sido complicado. Esto desvela la necesidad que tenemos en este país de una mejor recogida de información de manera sistematizada, y donde colaboren todas las instituciones que disponen de información relevante al respecto.

¿Por qué debería haber este año mismo una subida del SMI?

—El estudio no se posiciona sobre si debiera subir el SMI este año o no. Ofrece un rango de posibilidades, en función de diferentes escenarios que hemos construido en base a las predicciones salariales (de salario medio neto) para 2021, 2022 y 2023. A partir de esos escenarios, la senda puede ser más agresiva ahora y más suave después, menos agresiva ahora y más agresiva después, o incluso no empezar a subir el SMI en este año 2021, y dejar que todo el cambio hasta llegar al 60% del salario medio neto para 2022 y 2023. Esto la comisión se lo deja al Gobierno, que decidirá en la mesa del diálogo social por qué senda se decide.

Una parte del Gobierno no es partidaria de una subida este año y apuesta por priorizar la recuperación económica, otra parte pide que no se contraponga la creación de empleo y la subida del SMI. ¿Qué opinión tiene usted al respecto? ¿Está relacionado?

—Es cierto, hay quien piensa que debido a la situación de empleo actual de nuestra economía y a las incertidumbres que todavía rodean a la actividad económica, es preferible esperar a 2022. Una subida del SMI, que es una subida de los costes laborales, en teoría frena la creación de empleo e incluso puede destruir empleo. Es cierto que la evidencia no encuentra una relación negativa clara entre la subida en el SMI y el empleo, pero ese miedo existe y por eso algunos sectores del gobierno apuestan por retrasar subidas del SMI a 2022. Otros sectores, en cambio, a la vista de que la recuperación de la actividad está yendo bien y que la vacunación nos pone en una situación buena frente a la pandemia, apuestan por comenzar esa senda este mismo año. En cualquier caso, las subidas de aquí a 2023 van a ser pequeñas.

Hace unas semanas, el Banco de España realizó un informe en el que aseguraba que la última subida del Salario Mínimo redujo entre un 0,6 y un 1,1% la creación de empleo. ¿Qué opina de este análisis?

—Los mismos autores del informe comentan las limitaciones de su estudio. Es cierto que han aplicado técnicamente metodologías complejas que permiten seguir a diferentes tipos de trabajadores antes y después de la subida del SMI, pero hay aspectos que el estudio no ha podido contemplar y que pudieran afectar a los resultados.

¿Como cuáles?

—Es necesario seguir insistiendo en abordar este tipo de estudios, pues el SMI puede afectar a muchos ámbitos laborales. Lo cierto es que el estudio del Banco de España encuentra una reacción del empleo a la subida del SMI bastante pequeña, en línea con lo que otros estudios similares abordados en otros países han encontrado. Una limitación que yo contemplo en el estudio del Banco de España es que han focalizado su estudio en personas que trabajan a tiempo completo y el mes completo. Esto deja fuera, en mi opinión, a muchísimos colectivos potencialmente afectados por el SMI. También creo que es necesario abordar, que no se ha abordado en ese estudio, si la intensidad laboral, es decir, las horas contratadas se han visto afectadas tras la última subida del SMI. Este puede ser un aspecto importante que también se ha de abordar y este estudio no mira.

En todo caso, ¿los beneficios de subir el SMI compensan los posibles efectos negativos?

—Desde la teoría económica, si sube el precio, baja la cantidad. En el mercado laboral el salario es el precio del factor trabajo, y la cantidad es la cantidad de personas u horas contratadas. Si el coste laboral sube, por tanto, sería de esperar que la cantidad de personas u horas contratadas bajara. Pero lo cierto es que no se ha encontrado una evidencia clara sobre eso en los numerosos estudios que se han abordado en otros países. Así que es necesario estudiar más y mejor qué sucede en nuestro país, cómo reacciona, no solo las personas contratadas, sino también las horas contratadas. Además, esa subida del SMI también tiene efectos distributivos positivos. Disminuye la desigualdad en la cola más baja de la distribución de salarios. Por otra parte, es de esperar que disminuya la brecha salarial en los colectivos más cercanos al SMI, pues la incidencia del SMI es mayor sobre las mujeres. Y por otra parte, la subida del poder adquisitivo de las familias también sube con una subida del SMI, y con ello sube el consumo y por tanto la demanda. Así que es necesario abordar la subida del SMI de forma integral, analizando bien los pros y contras de dicha subida.

¿A cuántos trabajadores afecta la actual subida del SMI?

—La última subida afectó directamente a alrededor del 10% de la población. A medida que se producen subidas sucesivas, el impacto de la subida recae sobre cada vez más personas.

¿Cómo ha evolucionado el SMI en el Estado español en los últimos años?

—El SMI ha estado disminuyendo en términos de poder adquisitivo desde 1980 hasta 2005. A partir de ese momento, sube muy ligeramente hasta 2017, momento en el que el SMI subió un 7%. De hecho, el poder adquisitivo del SMI antes de esta subida estaba en el nivel de 1980. Posteriormente, en 2019 hubo una subida muy notable que fue del 22%. Con estos dos impulsos, en estos momentos, el SMI ha crecido, desde 1980 alrededor de un 30%.

El nivel de vida y los precios no son iguales en todo el territorio del Estado, ¿sería suficiente en Euskadi la subida del SMI que se plantea en el informe de la comisión?

—El SMI se establece a nivel nacional, y no es posible tener diferentes SMI en diferentes comunidades. Es cierto que el nivel de vida y los precios varían mucho según comunidades, pero eso lo único que implica es que en general en aquellas regiones en las que el nivel de vida, y por tanto, los precios y salarios son mayores, el SMI afecta a menos proporción de trabajadores. En Euskadi, por ejemplo, la proporción de personas que reciben el SMI es bastante inferior a Andalucía, y en consecuencia, ante una subida, será menor la proporción de personas a quienes esa subida afecta.

¿En qué posición se encuentra el Estado español respecto a la UE?

—Si se compara con el ratio de SMI sobre el Salario Medio bruto, que es lo que está medido para muchos países, se encuentra en la posición 19 de los 27 países de la Unión. Está en un nivel similar a Canadá, Lituania, Hungría Eslovaquia y Alemania. Muy por encima están países como Colombia, Turquía, Chile o Francia, y por debajo Japón, Irlanda, Chequia y Estados Unidos.

¿Qué planes hay en el resto de la UE sobre el salario mínimo para este año?

—Muchos de nuestros vecinos europeos han apostado por subir el SMI este mismo año.

"El estudio no se posiciona sobre si debiera subir el SMI este año o no. Ofrece un rango de posibilidades"

"Ante una subida del SMI, en Euskadi será menor la proporción de personas a quienes afecta"