Bilbao - Las estadísticas confirman la entrada de la economía vasca en un ciclo de menor crecimiento y también el cambio del motor que propulsa su PIB. Las ventas de la industria vasca cayeron un 8,2% el pasado mes de agosto en comparación con el mismo mes de 2018, fue uno de los mayores descensos del Estado, donde se registró un retroceso medio del 3,6%. En cambio, la cifra de negocios del sector servicios repuntó un 4,9%, el mayor avance, frente al 1,2% de media estatal.

Las empresas del sector terciario aguantan el tipo y sostienen el crecimiento del conjunto de la economía, mientras que las fábricas están sufriendo directamente el impacto de la incertidumbre que generan cuestiones tan espinosas como el Brexit, la guerra comercial entre EE.UU. y China y el enfriamiento de la economía a nivel mundial.

El consumo y la demanda interna sustituye a las exportaciones y al sector manufacturero en general como principal impulsor del Producto Interior Bruto vasco. Ese cambio de tendencia se percibe sobre todo en la evolución acumulada en lo que va de año.

Las ventas en el sector servicios vasco han aumentado un 4,6% en lo que va de año y apunta a cerrar en diciembre su sexto ejercicio consecutivo de crecimiento. Donde sí empieza a percibirse un menor dinamismo es en el ámbito del empleo, ya que el índice de ocupación de las empresas terciarias vascas creció un anecdótico 0,2% en agosto, mientras que en España aumentó un 1,4%.

menos pedidos en las fábricas En cualquier caso la situación es en general más delicada en el ámbito industrial. La ventas manufactureras registran hasta agosto un retroceso medio del 1,2%, tras encadenar tres meses en negativo. El análisis de la cartera de pedidos también refleja unas expectativas menos favorables de cara a los próximos meses, tras registrar una caída interanual del 7% en agosto que agudiza el parón que se produjo en julio (1,1%) y que fue la antesala de la nueva fase con la industria moviéndose a trompicones por un contexto internacional lleno de minas.

Las empresas están parando sus inversiones a nivel mundial ancladas a puerto por la guerra comercial, la desconexión de Europa del Reino Unido o las dudas respecto a la evolución de la economía alemana. Las exportadoras vascas están notando el viento frío que llega del exterior, pero los ciudadanos siguen viviendo en el clima templado de la recuperación, con unos niveles de ocupación y de salarios muy elevados.

En ese escenario, y a la espera de cómo les afecte el catarro de la industria, los consumidores y empresas vascos continúan comprando en casa, contratando servicios y manteniendo un ritmo de inversión doméstica muy alto.

De ahí, que la perspectiva de crecimiento para este año de la economía de Euskadi, un 2,1%, siga estando a la cabeza de eurozona, para la que el Banco Central Europea pronostica un 1,1%. Las previsiones de cara a 2020 de la CAV (1,8%) están en la misma sintonía.

Sin embargo, para que se cumplan es necesario que los problemas que están gripando el motor industrial vasco en estos momentos se resuelvan lo mejor posible para los intereses de las empresas vascas.