Bilbao - El Clúster de Energía vasco integra a las principales empresas de la cadena de valor del sector energético presentes en el País Vasco (operadores energéticos, fabricantes de equipos y componentes, ingenierías y empresas de servicios), agentes de la Red Vasca de Ciencia, Tecnología e Innovación y organismos de la administración pública con responsabilidades en el campo de la energía. En total, están asociadas más de 170 empresas y entidades. Las firmas del sector facturan unos 54.000 millones de euros anuales y emplean en la CAV a más de 23.000 personas. Días pasados se ha celebrado en el BEC, y en torno al certamen Sinaval, la IV Marine Energy Week. El director del Clúster, el ingeniero de Caminos, Jose Ignacio Hormaeche analiza la situación del sector energético, inmerso en un importante proceso de cambio en todo el mundo de la mano del creciente peso de las energías renovables.

¿Qué aporta al sector energético vasco eventos como la citada World Maritime Week?

-Creemos que es muy importante para las empresas del sector energético del País Vasco que sigamos visibilizando la capacidad que hay en el sector de las energías marinas u offshore. Máxime en un momento en el que las expectativas para el sector energético son muy buenas, sobre todo en Europa.

¿Qué balance hacen las empresas del Clúster de Energía del País Vasco del último ejercicio?

-El pasado 2018, y sin tener todavía las cifras económicas definitivas, ha sido un año bueno a nivel de negocio. Estimamos un incremento de la cifra de negocios a nivel global del entorno del 5%. Aunque la evolución ha sido diferente en unas áreas industriales que en otras. A las que mejor les ha ido han sido a las compañías que operan en estructuras de redes y renovables. Y, al igual que en ejercicio anteriores, las que peor evolución han registrado han sido las empresas del área de oil&gas, los fabricantes de tuberías, válvulas, piezas y sistemas etc para este segmento de hidrocarburos. En cualquier caso 2018 fue un poco mejor porque el barril de petróleo subió, algo positivo para las inversiones en este capítulo, y llegó a superar los 70 dólares. Sin embargo la puesta en marcha de las sanciones comerciales de Estados Unidos a países como Irán en los que empresas vascas tenían importante proyectos se paralizaron. Por ello indicamos que este segmento es el único que no se ha beneficiado del buen tono general de las firmas del Clúster de Energía.

Hasta hace unos años la evolución del consumo energético marcaba también el devenir de la economía. ¿Ahora ya no estrictamente así?

-Efectivamente. La industria es cada vez más eficiente y para una misma unidad producida se precisa un menor consumo energético. Y esto también es una buena noticia general que refleja la evolución tecnológica y la mejora de la competitividad.

¿Cómo se presenta para el sector energético de Euskadi el presente ejercicio?

-En principio, y en línea con las previsiones económicas de crecimiento del PIB, de salida las perspectivas son positivas manteniendo la tendencia de crecimiento. Este va a ser un año muy intenso en inversiones en España. No hay que olvidar que las subastas de nuevas implantaciones de energías renovables que sacó el Gobierno español hace dos años tienen que ponerse en marcha antes del 31 de diciembre de 2019. Creo que ello supone unos 5.000 Mw de eólica y otra cifra similar en fotovoltaica que seguramente no podrá hacerse todo. Estos proyectos suponen inversiones en equipos, instalaciones, conexiones a la red para evacuar la electricidad generada etc. Y todo ello es una buena oportunidad de negocio. En Euskadi, y para la industria vasca, siempre que se pongan en marcha inversiones en red y en equipos inteligentes, es una buena noticia porque tenemos compañías con gran potencial para trabajar en este mercado. Por lo tanto, el presente 2019 se presenta muy positivo en el sector energético vasco aunque, eso sí, muy peleado porque la competencia es atroz en todos los segmentos y además con una presión a la baja constante de los precios con la amenaza competitiva de proveedores provenientes de países de bajos costes que entran en los segmentos de mercado con productos de menor valor añadido.

¿La transición energética hacia un mundo más descarbonizado y con un mayor peso de las energías renovables es ya una realidad. Se ha interiorizado?

-Efectivamente. Pero en este proceso de transición hay que ver cómo se hace, con qué ritmos. ¿Cuando no hay viento, lluvia o sol cómo se va a generar la electricidad necesaria?. Cada vez vemos más claro que las energías renovables van a acelerar su peso en el mix. Algo, como se ha visto estos días, auspiciado por la notable reducción de costes de las energías renovables, caso de la eólica pero también de la fotovoltaica. Ya no se discute si renovables sí o no. Está claro que las renovables van a ser el núcleo duro de la generación energética en el futuro. Eso sí, en la transición, y esto es una opinión personal, considero que la gran tecnología de respaldo para acompañar el proceso va a ser la ligada al gas natural. El País Vasco tiene un moderno parque de centrales de ciclo combinado de gas natural, instalaciones que se han utilizado estos años por debajo de las previsiones iniciales, muchas veces por el apoyo que se ha dado en Europa, y también en España, a las térmicas de carbón. Hay, por lo tanto, infraestructuras suficientes para dar esa energía de respaldo cuando se necesite. Por disponibilidad de recurso, por eficiencia, por coste y por sostenibilidad pues aun siendo un combustible fósil es el más eficiente y menos productor de emisiones, y por la gran versatilidad de las centrales de ciclo combinado, creo que el gas debe ser la energía de respaldo en estos años de transición.

¿Una energía más verde va a ser a corto plazo más cara como señalan desde algunas instancias del Gobierno alemán o más barata como señala la ministra española de Transición Energética?

-Pues no lo tengo claro porque las energías renovables que son las que están tirando del carro son cada día más baratas y competitivas. Ello puede apuntar a un abaratamiento y respecto al respaldo de las centrales de ciclo combinado no tienen por qué encarecer el coste global de la energía, Siempre nos queda la duda de la evolución del precio del combustible, en este caso del gas natural, que tiene consideraciones geopolíticas pero Euskadi, y España, tiene unas vías de entrada de gas natural muy diversificadas, no solo por tubo, sino también por mar gracias a una amplia red de plantas regasificadoras como la que hay en el puerto de Bilbao.

Es curioso que Euskadi con una gran tecnología en renovables no tenga en su mix de generación un porcentaje importante.

-Aquí me remito a la estrategia energética del Gobierno vasco y del EVE pero hay que tener en cuenta las características de un territorio pequeño, muy poblado, y con un recurso limitado que son las que son. Pero no nos debe presionar demasiado si hay otros territorios cercanos donde se genera más. Creo que nosotros en Euskadi ya estamos contribuyendo con la tecnología

¿Y en solar?

-La implantación va a crecer pero en la industria, por ejemplo, de los paneles fotovoltaicos en Europa ya no competimos con los asiáticos.

¿El sistema eléctrico está preparado para una electrificación importante del automóvil?

-Veamos. Parto de la base que la transición hacia la movilidad eléctrica va a ser también gradual. La gran clave es disponer de una infraestructura de recarga y, sobre todo, que la tecnología de las baterías, el almacenamiento reduzca su coste de manera notable. Esa gradualidad va a permitir que sea asumible la transición y no hay que olvidar que las redes eléctricas aquí cada vez son más inteligentes, con planificación y gestión, con centros de control automatizados y digitalizados se puede hacer. Hay retos tecnológicos por delante pero no nos debe preocupar, al contrario es una oportunidad para la industria vasca para captar nuevas cuotas de mercado. La irrupción de las eólicas en España también se veía como un problema al principio porque no eran fáciles de gestionar, dado que el viento es variable, pero las empresas, desde Red Eléctrica a las compañías generadoras, han sabido hacerlo y muy bien. La movilidad eléctrica puede generar muchos más puntos de consumo pero creo que se podrá hacer sin duda.

¿Euskadi tiene una opción en el área de almacenaje de energía, baterías y demás?

-En Euskadi hay una capacidad importante en los Centros Tecnológicos pero nos falta cómo trasladar ese conocimiento existente a aplicaciones prácticas y a empresas que generen productos y servicios, ya sea a través de compañías ya existentes o de start-ups para llegar a nichos de mercado concretos. Dicho esto la realidad es que Europa, en general, tiene competidores muy duros en este área en Asia, con China y Corea, principalmente y esa es la mala noticia. La positiva es que la Comisión Europea ha hecho un llamamiento para trabajar todos juntos, en un proyecto de colaboración público privada, para impulsar el desarrollo de nuevas tecnologías en el área del almacenamiento eléctrico y poder competir en el nuevo mercado que se abre. Y estamos hablando de un mercado de unos 250.000 millones de euros en los próximos años. Es verdad que hoy en día las empresas chinas y coreanas van por delante en este tema y toca hacer un esfuerzo importante y será difícil pero quiero ser optimista.

¿El hidrógeno puede ser una alternativa para el coche eléctrico?

-La tecnología del vehículo eléctrico es conocida. El motor no es un problema. La problemática está en cómo almacenar la energía para alimentar esas baterías. El hidrógeno puede ser una opción pero es un elemento que hay que generar y ello precisa de mucha energía eléctrica. Partiendo de que hay un reto tecnológico a superar hay que tener en cuenta que para generar hidrogeno es preciso que exista un excedente de energía pero luego hay que ver con qué red se distribución se trabaja.