BILBAO - La economía de la zona euro creció a un ritmo anual del 1,8% en 2018, según la estimación preliminar del dato publicada ayer por la oficina estadística europea, Eurostat, que supone una desaceleración de seis décimas respecto del año anterior y el crecimiento más débil de los países del euro desde 2014. Esta evolución es consecuencia de la ralentización de las cuatro grandes economías del euro, lo que en el caso de Italia ha supuesto incluso la entrada en recesión del país transalpino tras dos encadenar dos trimestres en números rojos.

El crecimiento del PIB de la eurozona fue del 0,2% en el último trimestre del año, en línea con la tasa de expansión registrada en los tres meses anteriores, mientras que en comparación con el último trimestre de 2017 el crecimiento interanual fue del 1,2%, cuatro décimas menos que en el trimestre precedente.

Para Bert Colijn, economista senior de ING para la zona euro, en declaraciones a Europa Press aseguró que la persistencia del bajo crecimiento indica que se trata de más que de factores temporales. “La expansión de solo el 0,2% en el último trimestre de 2018 confirma el entorno de bajo crecimiento en el que la eurozona ha entrado y del que no parece haber una salida fácil puesto que los riesgos a la baja persisten a principios de 2019”, declaró

La desaceleración de la economía europea refleja el deterioro registrado en sus cuatro principales motores económicos. La dos principales locomotoras del euro, Alemania y Francia, crecieron un 1,5% el año pasado. España, que siguió mostrando un gran dinamismo (2,5%), registró sin embargo su menor expansión desde 2014 y perdió medio punto de impulso. Mención especial merece Italia, que confirmó su entrada en recesión en el último trimestre de 2018. El primer ministro italiano, Guiseppe Conte, reconoció ayer que los datos “no son favorables” y se comprometió a “no girar la cabeza”.

También quiso desvincular el bache de la inestabilidad en el país o de la política económica de su Ejecutivo. Según dijo, el frenazo en la zona euro y la guerra comercial están lastrando a Italia más que a otros países.

De momento no hay motivos para la alarma, si bien la Comisión Europea y el Banco del euro están muy pendientes de la evolución de la economía y cuestiones como la subida de tipos de interés prevista para otoño están en el aire. El presidente del BCE, Mario Draghi, advirtió la semana pasada que la ralentización es mayor de lo previsto y dijo estar dispuesto para actuar si es necesario.

El dato hecho público ayer por Eurostat ratifica esa situación, ya que el crecimiento de la actividad en la eurozona se situó en 2018 una décima por debajo de la previsión de diciembre. En el caso del país transalpino, la actividad económica experimentó en el cuarto trimestre de 2018 una contracción del 0,2%, después del retroceso del 0,1% registrado en el tercer trimestre, entrando así en recesión técnica al acumular dos trimestre consecutivos en negativo.

Pese a encadenar dos trimestres en negativo, Italia creció un 1% en el conjunto del año. Justo lo contrario que en Italia sucede con España, cuyo PIB creció en el último trimestre de 2018 a un ritmo del 0,7% una décima más que los tres meses anteriores. La ministra de Economía y Empresa, Nadia Calviño, destacó ayer que España sigue creciendo por encima de la media comunitaria y de los países de su entorno. - DEIA

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